Equiparar la desescalada por fases y territorios a una distopía donde un gobierno tiránico "clasifica" a sus ciudadanos es la nueva narrativa de conflicto de esta semana para polarizar entre el malvado ejecutivo socialcomunista y la heroína Ayuso.
Sugeriría a Ana Rosa, la cual por cierto tiene una dicción dramática propia de una función escolar, que acompañe su próxima editorial de imágenes de guardias con perros, alambradas y torres de vigilancia con potentes focos en una noche lluviosa. De fondo "The Wall" de Pink Floyd.
Porque ya puestos a tratarnos de gilipollas por lo menos hacerlo de forma espectacular. Lo jodido es que Ana Rosa, siendo prácticamente una parodia de Paul Verhoeven, es considerada por muchos una referencia, además "apolítica", poco más que la voz del sentido común.
No se han dado los nombres de los técnicos -se acabarán dando- precisamente pq en España tenemos a tipos como Inda, omnipresente en el programa de la interfecta, capaz de espiar y acosar a la cuidadora de los hijos del vicepresidente del Gobierno. A esta gente la destrozarían.
La desescalada tiene pocos secretos: personal sanitario suficiente -tb en el seguimiento en atención primaria-, la red de vigilancia epidemiológica, el ratio de UCI y el suministro de equipos de protección. Sobre esto claro que se podría discutir, con datos y opiniones formadas.
Da igual. Lo importante es ocultar en dos días el puto despropósito del Gobierno de Ayuso la pasada semana. Que te dimita la directora de salud y no cumplas ningún criterio no les resulta relevante, sí montar el numerito del "peligro por las libertades". Y tira millas.
Siempre me pregunto donde está la frontera que separa en el periodismo español al maledicente del imbécil, o si a fuerza de repetir tantas gilipolleces un día tras otro tú mismo te las acabas creyendo y así por la noche te puedes mirar en el espejo sin problemas.
Me pregunto cómo es posible que la derecha y los ultras -en política y periodismo- cambien cada semana de narrativa, con unas contradicciones flagrantes, y no pase nada. ¿No era Telecinco la voz del Gobierno por la charlotada del Merlos? A lo mejor esto sí es orwelliano.
Es que clama ya al cielo que precisamente en España, con uno de los panoramas mediáticos más reaccionarios de toda Europa, sea la derecha quien tiene dificultades comunicativas. O sea, que somos un país donde se ha asumido con normalidad periodística a Tertsch, Urdaci o Bustos.
Si a Ana Rosa le preocupan tanto las libertades y la clasificación de los ciudadanos podía haber dicho algo cuando en la anterior crisis se disolvían las manifestaciones a hostias y había dos clases de ciudadanos: la manga de corruptos y los que no llegábamos a final de mes.
A lo mejor en esto llamado reconstrucción alguien debería poner encima de la mesa el papel tan nocivo y sonrojante del panorama mediático español. No pasará, el corporativismo y la carrera profesional pesarán más que la democracia comunicativa.
Las langostas con mahonesa que contaba Cansinos Asens.
Consejo: no se quiten la mascarilla cuando se pongan delante de una pantalla.
