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LA PESADILLA DE STROESSNER: AGUSTÍN GOIBURÚ

Muchos vivieron con miedo a Stroessner, pero alguien le quitó el sueño al dictador, el Dr. Goiburú.

Enemigo mortal de Stroessner cuya historia merece una película, pero como no tengo plata para hacerla, les cuento su historia acá.
Agustín Goiburú era un joven médico en los primeros años de la dictadura de Stroessner, cuando empezó a ver cosas macabras en su lugar de trabajo.

En una ocasión, haciendo guardia en el Policlínico Policial sobre Mcal. López, vio que llevaron a un anciano que fue torturado.
Lo vio muy lastimado al señor y compartió su indignación con su prometida Elba Benítez, con quien se casó poco después, y ella le dijo que le saque.

Entonces Goiburú sacó al señor de la cama en la que lo ataron, le puso bata de médico y lo sacó por la puerta trasera.
Escondió al pobre hombre en Luque y no lo descubrieron, pero sospecharo que pudo haber sido él quien lo ayudó a escapar, y a partir de entonces quedó marcado.
No era buen momento para ser un médico con principios, justo en el hospital donde la dictadura llevaba a sus torturados.

Allí, las autoridades esperaban que los médicos sean cómplices, e inventen causas falsas en los certificados de defunción para tapar la tortura.
Otra joven médica con sentido de ética y también trabajaba en el Policlínico, era Gladys Meilinger de Sanneman.

Una vez vio acostado en una cama boca abajo y tapado con sábana a un conscripto con heridas infectadas y agusanadas, su superior le había dado 200 sablazos.
La Dra. Meilinger trató de denunciar el caso ante el director del hospital y después en el mismísimo Palacio de López, pero no le dieron pelota en ninguna parte.

Estas cosas pasaban con cierta frecuencia, y ocurriría un caso que cambió el destino de ella y de Goiburú.
En mayo de 1958 murió un joven de 29 años llamado Milciades Alcides Bareiro, por golpes recibidos bajo tortura.

Ramón Duarte Vera, el temido jefe de Policía, quería un certificado de defunción que diga que murió de un infarto. Agustín y Gladys se negaron y pidieron una autopsia
Duarte Vera se puso furioso e hizo una reunión con todo el personal del hospital, en la que se despachó en carajeadas.

Gladys Meilinger renunció al día siguiente y Goiburú se solidarizó con ella. Esto le costó pasar a la clandestinidad, escondiéndose en casas de amigos.
Goiburú pidió asilo en la embajada de Uruguay, pero la dictadura le complicó el traslado, decidió salir discretamente de la embajada y fue a la frontera con Arg. en Itapúa, escondido arriba de un camión que llevaba carbón.

Cruzó el Paraná en canoa y se refugió en Misiones (Arg).
Allí vivió un tiempo en el pueblito de Santa Ana, donde más tarde se mudaron su esposa e hijos, quienes habían sufrido hostigamiento policial y humillantes allanamientos a su vivienda en Asunción.

Tiempo después se mudaron a Posadas.
Desde su exilio, los Goiburú recibían noticias de los crímenes stronistas, a veces esas noticias llegaban de manera muy dramática y directa.

Llegaron a ver cadáveres de jóvenes con rastros de tortura flotando en el río Paraná, algunos de los cuales fueron enterrados por Goiburú.
Agustín Goiburú era colorado y se acercó al MOPOCO (Movimiento Popular Colorado), la principal oposición a Stroessner dentro del coloradismo, bajo el liderazgo de Epifanio Méndez Fleitas.

Mantuvo correspondencia con otros exiliados del grupo, entre ellos Enrique Riera (padre).
Les tentaba la posibilidad de entrar a echar a la dictadura. En una carta de 1960 Goiburú escribió a Riera:

"El quehacer grandioso al que nos llama la Patria me lleva hacia sus fronteras. Quiero, deseo, que la juventud paraguaya toda sin distinción diga al unísono basta ya...
... y que entremos en nuestro suelo sin pedir misericordia (...) a los miserables".

En una de sus respuestas, Riera (también colorado del MOPOCO) le dijo que estaban pagando "El gran pecado colorado. El haber sumido al país en trece años de dictaduras".
En 1962, Goiburú y otros planearon el robo de un avión del Transporte Aéreo Militar en Encarnación.

Alzarían a otros exiliados en Posadas y luego harían un aterrizaje dramático en Montevideo, donde tendría lugar una cumbre internacional de los países americanos.
Allí harían una ruidosa denuncia del régimen de Stroessner ante el mundo entero.

Pero esto no ocurrió. Alguien los traicionó y delató días antes del operativo, y cuando fueron a Encarnación los 2 compañeros que fueron con Goiburú fueron apresados.
Agustín Goiburú logró escapar, se escondió mientras la policía revisaba cada rincón de Encarnación obsesivamente.

Su hijo Rogelio cuenta que su papá al ver pasar al lechero, lo metió a la casa, le sacó la ropa y haciéndose pasar como lechero, escapó de la zona que estaba rodeada
En 1969, en una de sus idas para pescar en el río Paraná, una lancha de la marina paraguaya los alcanzó a él, su hijo Rolando (11 años) y otros dos acompañantes.

Iban maniatados en la lancha y apuntados con una ametralladora, hasta que apuntaron a su hijo. No aguantó la rabia.
Gritó: "Oficial, ¡métase esa ametralladora en el culo, carajo, en vez de apuntarle a un niño!".

Y después le tiró al oficial al mando esa amenaza tan paraguaya: "Agante jajotopajevyta tapepo'ipe".
A Agustín Goiburí lo llevaron preso a Asunción.

Su hijo Rolando quedó deambulando en las calles de Encarnación, una familia se apiadó de él y lo devolvieron a Posadas, donde fue recibido por una multitud y por periodistas.
Desesperada, su esposa pidió una entrevista con Stroessner, que le fue negada.

El caso se denunció largo rato en la prensa argentina y mucha gente pidió su liberación, ya que se hizo reputación de buen médico y solidario.
Después de pasar por varios centros de detención, Goiburú terminó en la Comisaría 7ma, sobre Eusebio Ayala.

Pero no estaría ahí tanto tiempo, orquestó un espectacular escape que humilló al dictador y sus secuaces.
Una noche, un auto estacionó al costado de la comisaría.

De él bajó un oficial que se acercó al policía que hacía guardia en la muralla, y le ordenó que vaya a anotar las chapas de los vehículos estacionados alrededor de la cuadra.

Pequeño detalle: era un oficial falso.
Mientras el falso oficial esperaba en la calle, de repente emergieron unos brazos en medio del suelo, como muertos vivientes saliendo de sus tumbas.

Eran Goiburú y sus compañeros de celda, saliendo de un túnel que habían cavado.
Subieron al auto, todos mantuvieron un silencio sepulcral, hasta que algunas cuadras después gritaron:

- ¡Viva la libertaaaaad! ¡Viva el Paraguay! ¡Vivaaa!

Y hubo una explosión de alegría.
Cuando los policías entraron a la celda sin presos, encontraron una carta escrita por Goiburú en la que les bajaba la caña, y entre otras cosas decía:

"Ofreceremos a vuestras balas de revólveres y fusiles, nuestra sangre por nuestra libertad".
Una dictadura extrema provoca reacciones extremas, y por ello, Goiburú llegó a convencerse de que su deber patriótico era matar a Stroessner.

Llegó a planear poner una bomba en una tumba cercana a la del papá de Stroessner, y que le reviente cuando lo visitara. Plan cancelado.
También, con ayuda de otros, compraron explosivos que escondieron en un canasto de chipa, que explotarían al pasar Stroessner al costado de la Plaza Uruguaya.

En una ocasión el control detonante falló, en otra, pasaron estudiantes y el encargado no quiso víctimas colaterales.
Según una versión, el coronel Cubas, padre de @ParaguayoCubas, le mandó un rifle al Dr. Goiburú, con un casette en el que le decía que ojalá le sirva para acabar con la tiranía en el Paraguay.
Y así Goiburú y sus compañeros siguieron conspirando, y Stroessner y los suyos tampoco se quedaron quietos, a cada rato pasaban cosas raras alrededor de Goiburú, lo espiaban, veían la forma de secuestrarlo.

Así que se mudó para alejarse de la frontera a Paraná, Entre Ríos.
Quizás esto le ganó tiempo, pero no lo salvaría. Mediante el Plan Cóndor, los aparatos represivos de la región cooperaban entre ellos para que sus opositores no encuentren refugio al cruzar las fronteras.

En 1976 subió la Junta Militar en Argentina.
Espiaron a Goiburú, lo encontraron, siguieron sus movimientos, su rutina. Lo secuestraron en 1977 y nunca más se lo volvió a ver.

Podemos presumir que fue torturado y asesinado en Asunción.
Y así terminó la historia de ese idealista, ese loco lindo que se llamó Agustín Goiburú, un emblema de la resistencia a la tiranía.

Su hijo Rogelio sigue buscando su cuerpo, y haciendo esta tarea ya identificó cuerpos de otros desaparecidos.

hoy.com.py/nacionales/rog…
Hay muchos otros detalles interesantes sobre esta historia, y Twitter no da para profundizar mucho.

Si quieren saber más, les recomiendo el libro “Goiburú. La odisea del insumiso” de Alfredo Boccia, mi fuente principal para este hilo.
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