Entonces Goiburú sacó al señor de la cama en la que lo ataron, le puso bata de médico y lo sacó por la puerta trasera.
Allí, las autoridades esperaban que los médicos sean cómplices, e inventen causas falsas en los certificados de defunción para tapar la tortura.
Una vez vio acostado en una cama boca abajo y tapado con sábana a un conscripto con heridas infectadas y agusanadas, su superior le había dado 200 sablazos.
Estas cosas pasaban con cierta frecuencia, y ocurriría un caso que cambió el destino de ella y de Goiburú.
Ramón Duarte Vera, el temido jefe de Policía, quería un certificado de defunción que diga que murió de un infarto. Agustín y Gladys se negaron y pidieron una autopsia
Gladys Meilinger renunció al día siguiente y Goiburú se solidarizó con ella. Esto le costó pasar a la clandestinidad, escondiéndose en casas de amigos.
Cruzó el Paraná en canoa y se refugió en Misiones (Arg).
Llegaron a ver cadáveres de jóvenes con rastros de tortura flotando en el río Paraná, algunos de los cuales fueron enterrados por Goiburú.
Mantuvo correspondencia con otros exiliados del grupo, entre ellos Enrique Riera (padre).
"El quehacer grandioso al que nos llama la Patria me lleva hacia sus fronteras. Quiero, deseo, que la juventud paraguaya toda sin distinción diga al unísono basta ya...
En una de sus respuestas, Riera (también colorado del MOPOCO) le dijo que estaban pagando "El gran pecado colorado. El haber sumido al país en trece años de dictaduras".
Alzarían a otros exiliados en Posadas y luego harían un aterrizaje dramático en Montevideo, donde tendría lugar una cumbre internacional de los países americanos.
Pero esto no ocurrió. Alguien los traicionó y delató días antes del operativo, y cuando fueron a Encarnación los 2 compañeros que fueron con Goiburú fueron apresados.
Su hijo Rogelio cuenta que su papá al ver pasar al lechero, lo metió a la casa, le sacó la ropa y haciéndose pasar como lechero, escapó de la zona que estaba rodeada
Iban maniatados en la lancha y apuntados con una ametralladora, hasta que apuntaron a su hijo. No aguantó la rabia.
Y después le tiró al oficial al mando esa amenaza tan paraguaya: "Agante jajotopajevyta tapepo'ipe".
Su hijo Rolando quedó deambulando en las calles de Encarnación, una familia se apiadó de él y lo devolvieron a Posadas, donde fue recibido por una multitud y por periodistas.
El caso se denunció largo rato en la prensa argentina y mucha gente pidió su liberación, ya que se hizo reputación de buen médico y solidario.
Pero no estaría ahí tanto tiempo, orquestó un espectacular escape que humilló al dictador y sus secuaces.
De él bajó un oficial que se acercó al policía que hacía guardia en la muralla, y le ordenó que vaya a anotar las chapas de los vehículos estacionados alrededor de la cuadra.
Pequeño detalle: era un oficial falso.
Eran Goiburú y sus compañeros de celda, saliendo de un túnel que habían cavado.
- ¡Viva la libertaaaaad! ¡Viva el Paraguay! ¡Vivaaa!
Y hubo una explosión de alegría.
"Ofreceremos a vuestras balas de revólveres y fusiles, nuestra sangre por nuestra libertad".
Llegó a planear poner una bomba en una tumba cercana a la del papá de Stroessner, y que le reviente cuando lo visitara. Plan cancelado.
En una ocasión el control detonante falló, en otra, pasaron estudiantes y el encargado no quiso víctimas colaterales.
Así que se mudó para alejarse de la frontera a Paraná, Entre Ríos.
En 1976 subió la Junta Militar en Argentina.
Podemos presumir que fue torturado y asesinado en Asunción.
Su hijo Rogelio sigue buscando su cuerpo, y haciendo esta tarea ya identificó cuerpos de otros desaparecidos.
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