Thread by @IracundoIsidoro

Cuando Nadia Calviño habla de "inseguridad jurídica" para descartar una reforma laboral de alcance, deja claro que los trabajadores y sus condiciones son lo último en lo que piensa.

Simancas por su parte sale e intenta vender otra mercancía averiada sugiriendo que no es posible hacer una contrarreforma laboral porque supondría "dejar vacío el BOE".

Decía Samuel Johnson que el patriotismo era el último refugio de los canallas. Pero está claro que hoy por hoy lo es el vaporoso concepto de "inseguridad jurídica".

La inseguridad jurídica se refiere a aquella situación en la que el legislador saca una ley cada dos por tres dando giros y más giros en la regulación de los temas.

Extirpar de la legislación laboral todos los elementos neoliberales difícilmente caería en esa categoría.

Pensar que una legislación laboral exigente hacia las empresas pone en peligro inversiones sería tanto como reconocer que quienes redactan las leyes son los empresarios.

Y por esto hablan de "inseguridad jurídica".

Por otra parte, está de fondo esa idea según la cual la miserable situación económica actual no justificaría en ningún caso mejorar las condiciones laborales en España.

Esto es: es la tesis de que para salir de las crisis económicas es preciso empeorar las condiciones laborales

Pero son las situaciones de una excepcional gravedad el momento preciso para exigir unos mejores estándares a las empresas.

La dureza con la que el neoliberalismo condena a la gente no se corresponde con su compasión por las empresas no viables (explotadoras)

Si para resultar viable un negocio es preciso recurrir a la esclavitud o la tortura colectiva de los trabajadores, es preciso que ese negocio cese. No hay otra lectura posible.

Si cerrando esos negocios no existe alternativa económica para sus trabajadores, será culpa del gobierno. Porque a todo ciudadano asiste el derecho a una vida digna.

Y llegamos aquí al punto más duro: en las sociedades occidentales ya no es posible el pleno empleo, ni siquiera rebajando las condiciones laborales y parcelando los empleos hasta el absurdo.

Es hora de dejar de fingir que quien no trabaja es porque no quiere.

Se sigue planteando como ticket de entrada al bienestar el tener un trabajo. Y para un porcentaje ya muy relevante de la población le es imposible acceder a un trabajo o si lo consigue, tener un nivel mínimo de bienestar. El fraude en el contrato social es doble.

¿Qué clase de "seguridad jurídica" disfrutan los españoles a los que se les exige trabajar para tener una vida digna y son incapaces de encontrar trabajo o de tener algún alivio o tranquilidad cuando lo hacen?

A Nadia Calviño esto no le preocupa.

La realidad es que el mecanismo disciplinario del desempleo llega un punto en que se da la vuelta y se convierte en una evidencia que para amplias capas de la población no existe ningún medio de prosperar.

Desde hace unas décadas, a esos colectivos económicamente bloqueados y olvidados desde el sistema se le lanzan mensajes de "motivación" en que, ante su pobreza, se les prescribe "invertir". En este contexto es casi tanto como empujar a la gente a cometer crímenes o fraudes.

Y es que plantear a quienes no pueden encontrar un trabajo que se conviertan en empresarios es una hoja de ruta demencial, que se sitúa fuera de la lógica de la economía y de la historia.

Piden invertir a quien carece de ahorros o de crédito.

Es lo más parecido a una burla.

A cada minuto que pasa resulta más evidente que para solucionar "el problema del empleo" sería preciso alterar la estructura de la propiedad, dejando atrás la ahora ya falsa relación trabajo-bienestar.

Para el sistema no resulta nada fácil dar el paso de reconocer que el empleo ya no es una vía para distribuir las rentas en la sociedad.

Que la gente accediese al bienestar sin mediar un empleo pondría a disposición de las personas mucho tiempo libre para pensar.

El empleo es un mecanismo muy poderoso para disciplinar la sociedad y para ocultar los privilegios de la clase dominante.

Tan sólo basta hacerse la siguiente reflexión: ¿teniendo empleo y temiendo perderlo cuánto tiempo dedica la gente a pensar en política?

¿Cuántos "cayetanos" o borjamaris ocultan su privilegiada ociosidad y frivolidad detrás de empleos a medida como mandos intermedios dentro de la tecnoestructura o la administración de las empresas?

Sin el mecanismo del empleo-bienestar, no tendrían acceso a esa mascarada.

En esos escenarios es probable que las clases propietarias dominantes se viesen obligadas a articular algún tipo de estado autoritario legitimado entorno a algún culto de odio.

En otras palabras: tendrían que luchar. Ahora les basta pedir a los hambrientos que coman pasteles.

Dicho lo cual no soy tan ingenuo para pensar que la población, gozando de más tiempo de ocio, fuese en masa a las bibliotecas a leer a Tucídides. Pero una sociedad en que la gente desarrolle sus intereses y habilidades sin la presión de la supervivencia del día a día, sería mejor

En conclusión: tiene razón Nadia Calviño en que es precisa la seguridad jurídica. Pero la seguridad que necesitamos es la de saber que, pase lo que pase, mañana podremos comer y tener un techo.

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