[1/11] Mariana llegó a España una madrugada de diciembre, se tumbó abrazada a sus maletas y lloró toda la noche. Vino desde Colombia buscando asilo y no tenía donde dormir cuando se topó con Doña Julia, quien alojaba a inmigrantes en un viejo restaurante👇 bit.ly/2WYiG83
[2/11] “Doña Julia sabía medir la desesperación de cada uno de nosotros”, cuenta Mariana, una teleoperadora de 23 años, para explicar cómo acabó viviendo en la cámara frigorífica apagada del restaurante. Pagaba 150 euros al mes por adelantado por la nevera, donde aguantó 60 días
[3/11] Como Mariana, en el local residían 20 personas, incluidos dos bebés. La mayoría eran solicitantes de asilo y, aunque el Estado está obligado a ofrecerles acogida si no tienen recursos, ninguno fue informado de ello. Este vídeo muestra las condiciones en las que vivían
[4/11] Pagaban hasta 400€ al mes por dormir en colchones sacados de la basura que Doña Julia colocaba en la barra, bajo la campana, en la despensa, en el pasillo o el comedor, separados por telas y cartones. Los inquilinos recuerdan que mataban cucarachas por todas partes
[5/11] Félix vino a España con su amigo Álvaro en diciembre. Llegaron al restaurante tras agotar su reserva de una semana en un hostal. Doña Julia les exigió 350 a cada uno y tres meses por adelantado por dormir los dos en un colchón junto al grifo de cerveza. Acabaron sin dinero 
[6/11] Yolangin Jiménez, de 39 años, también vivió en la cámara frigorífica. Licenciada en Educación, Marchó de Venezuela buscando cómo mantener a su hija de 11 años. "Me deprimí horrible en aquella nevera. La situación con ella era terrible. Maltrataba a la gente”, asegura
[7/11] Hay vecinos que recuerdan las buenas épocas de la parrilla Buen Gusto, pero desde 2017, cuando cayó en manos de Doña Julia, en el local no se ha servido ni un menú. Esta boliviana de 59 años lo reconvirtió en alojamiento ilegal, con lo que ganaba 8.000€ al mes
[8/11] Si el hueco de la barra le rendía 700€ al mes; el del fondo del comedor, 250; la cámara subió a 220 y pedía otros 400 por el camastro del piso de arriba. Había, además, ingresos extra. Cobraba 10€ por el wifi y 50 por el empadronamiento, aunque es un trámite gratuito
[9/11] En gastos, sin embargo, no se iba mucho. Tras ducharse, apagaba el calentador y por la noche cortaba la luz. “Soy más lista que el hambre”, solía repetir. Y si alguien se quejaba, amenazaba con llamar a la policía para que le deportasen o con conjuros de brujería
[10/11] La policía finalmente apareció el 21 de abril, pero para llevarse a Doña Julia detenida después de que un vecino alertase del movimiento de personas en pleno confinamiento. “La mujer les decía que tenía coronavirus y les amenazaba con escupirles”, relata un agente
[11/11] Si quieres seguir leyendo, entra en el reportaje de @MariaMartinD sobre el que se ha realizado este hilo, editado por @Sikonome bit.ly/2WYiG83
