Thread by @AndresDain

En los últimos días, las voces disidentes que expresan preocupación y angustia por la cuarentena han cobrado protagonismo. Sin embargo, si vemos las mediciones, en términos cuantitativos estas voces no parecen ser mayoría, lo que nos permite evidenciar cómo operan los medios: +

Los sentimientos positivos crecen un 15% respecto a marzo.
La amplificación de estas voces apunta a impedir que el crecimiento en la imagen positiva de @alferdez (casi 70%) redunde en un apoyo político más sólido y, simultáneamente, construyen la idea de lo que la 'gente' es.

Uno de los grandes argumentos de quienes reclaman el fin de la cuarentena es la restricción de la libertad individual.
La palabra ‘libertad’ en estos sistemas políticos y sociales es una palabra vinculada a cuestiones positivas y, cualquier restricción, necesariamente negativa

Ahí reside la fuerza política de esta palabra y se pone evidencia una hegemonía cultural determinada: no resulta legítimo pensar la pobreza como una restricción a la libertad, pero una medida sanitaria que me obliga mantenerme en casa sí es una atentado contra ella

La frase “prefiero morirme antes que hacerle caso a Alberto” da por sentada la idea de que la libertad es un hecho natural y por lo tanto cualquier restricción externa es negativa. Y ahí está el punto: esta concepción nos impide ver que mi libertad individual depende de un orden

Mi libertad de decidir, de elegir, es sólo posible en sociedad. Es necesario un orden, con reglas y leyes, que paradójicamente restringen la libertad al mismo tiempo que la posibilitan. La libertad no es un hecho natural, hay que generar condiciones para que sea posible

Decir que está en juego mi libertad con la cuarentena es mostrar solamente una parte del problema. Es una restricción necesaria. Sin ella no hay libertad posible, por el simple hecho que nadie muerto puede ser libre.
Lo que está en juego es, ni más ni menos, que la vida.