-Gracias, señor mayor. Dígnese usted tomar asiento.
Salvo ocupó el sillón que le cedía Bolognesi, y éste se sentó en el extremo del sofá vecino.
-Señor coronel,una división de 6mil hombres se encuentra casi a tiro de cañón de la plaza...
-Lo sé -interrumpió con voz tranquila el jefe peruano-; aquí somos 1600 hombres decididos a salvar el honor de nuestras armas.
Bolognesi acompañó hasta la puerta al parlamentario y allí se cambiaron dos ceremoniosas cortesías. Al transponer el dintel volvió Salvo la cabeza,y dijo:
-Todavía hay tiempo para evitar una carnicería. Medítelo usted, coronel.
El señor General en jefe del ejército chileno, le dije, me envía á decir á Ud. que desea evitar en cuanto de él depende la efusión de sangre 2/3
-Tengo deberes sagrados y los cumpliré quemando el último cartucho.-Entonces está cumplida mi misión-dijo el parlamentario levantándose,etc.,etc.». Aquí acaba Palma la cita