Con todos mis respetos a mis compañeros de orientación (a los que siempre reivindico): a veces, solo a veces, cuando de #bullying se trata, parece que se sacasen el puesto juntando tapas de yogures:
Atentos a la “dinámica” que nos cuenta una superviviente 😱
Tras sufrir un #AcosoEscolar bastante serio, ella y su familia solicitaron ayuda al centro.
Vean la respuesta:
“El orientador montó una sala de juicios americana en clase, yo era la acusada y no podía hablar”
¿Un juicio?
¡Un juicio!
¡UN JUICIO!
¿La mejor forma que se le ocurrió de mediar pedagógicamente ante un caso de #bullying fue simular UN JUICIO?
¿Y por qué no un plató del sálvame deluxe?
Pero esperen, que en este “juicio”... la parte acusada ERA LA VÍCTIMA.
Como si ya fuera poco habitual que una víctima de #AcosoEscolar se sienta el culpable y el provocador de su propia tortura sistemática (observen qué sentimiento tan destructivo), pides ayuda al orientador... y este decide hacer un juego de roles en el que tú eres “el acusado”.
Esperen:
“Yo era la acusada y no podía hablar y tuve a toda mi clase bombardeando con quejas sobre mi con total impunidad”.
¿Así que se siente impotente por ser víctima? ¡Dejémosla más impotente!
Es el 2x1 del #bully: acosa una vez y el orientador te dará la segunda gratis.
Atentos:
“A mi me dijeron que eso funcionaba porque otro día el juicio sería al revés y yo sería la acusación”.
Claro: haces que la víctima se enfrente cara a cara a sus bullys (a todos a la vez) y eso lo solucionará todo.
Eso compensa cuando hiciste que todos la atacaran.
Esta historia tiene un giro de tuerca final:
“No creo que eso hubiese funcionado, sin embargo, en caso de que sí, nunca lo sabremos, porque el juicio conmigo como acusación jamás llegó”.
¿Impotencia?
¿Indefensión?
¿Desespero?
¿Esa es la ayuda que da un profesional?
En mi cuenta (en la que siempre ensalzo la figura del orientador) muchas veces tengo que lidiar con que mis seguidores se muestren escépticos ante su figura, los critiquen, los consideren inútiles o incluso parte activa de su acoso.
Intento hacer valer la inmensa labor de muchos.
Y luego viene un incompetente como este, que va de newager molón argumentado por artículos de la Cosmopolitan, para tumbar todo ese esfuerzo.
En este hilo será todo un desafía decirlo, pero es que no queda otra: confíen en sus orientadores escolares.
Son quienes tienen las respuestas.
Eso sí: si sus respuestas se parecen a esto, hay otro órgano de confianza al que recomiendo acudir de inmediato. Inspección Esucativa.
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¿Sabes cuando oyes un mito toda tu vida, dando por sentado que es falso, y un día te topas con una prueba inequívoca de que siempre fue cierto?
Me acaba de pasar.
¿Has oído eso de que no pongas el portátil sobre tus muslos, que el calor puede causar problemas graves de salud?
Pues es cierto.
Acabo de descubrir que un compañero, a base de un par de días de trabajar en cama con el portátil sobre los muslos, se “cocinó” un vaso sanguíneo importante 😱
El tejido se quedó rígido (para siempre) dificultando el flujo y tuvo una estenosis/trombosis 😮
Para tranquilidad de quien lo lea, se trata de algo ocurrido hace mucho (con un portátil potente de los de antes, con una radiación de calor muy alta). Además, tuvo la mala suerte de que tapaba sin querer la rejilla de ventilación, lo que empeoraba el calentamiento.
Sé que, siendo profe, lo que voy a decir a continuación es equivalente a inmolarse.
Pero otra compañera agredida (más) y un alumno sumido en una crisis de ansiedad es motivo como para no callarme:
Si tú hij@, por la condición que sea (incluidas las médicas), es un peligro extraordinario porque agrede a los demás, no puede estar en un aula ordinaria.
PUNTO.
El sistema no te da mejores opciones y buscas lo mejor para tu hij@.
Tienes toda mi simpatía. Tienes toda mi conmiseración. Tienes mi comprensión.
Pero hasta ahí.
Apelando a la vocación, no puedes exigir a los docentes que soporten patadas de tu hij@, día sí, día también.
Antes de estudiar el último, lista de cambios que Elon Musk ha perpetrado en Twitter y consecuencias:
⚠️La verificación de cuenta ya no requiere prueba de identidad, sino pagar (RESULTADO: Los ciberacosadores, haters, trolls y suplantadores consiguen apariencia de veracidad).
⚠️Amnistía a todas las cuentas canceladas y borradas (RESULTADO: Todos los ciberacosadores, haters, trolls y suplantadores que habían sido localizados y eliminados, vuelven a la red en masa).
⚠️ Los “me gusta” se vuelven anónimos (RESULTADO: Los ciberacosadores, haters, trolls y suplantadores que se limitaban a dar “me gusta” a las publicaciones que te perjudicaban para pasar desapercibido a tu radar, ahora son totalmente invisibles).
Al final, queda la sensación de que la gente que tiene razón debe callarse para no molestar a los equivocados 😞
No me quito de encima la sensación de que tuvimos mucha suerte con los agentes que atendieron la llamada.
Lamento las erratas del hilo, pero es que me ha puesto muy nervioso revivirlo: Durante todo el tiempo estuve recordando un caso que atendimos en @CiberProtecter hace 3 años de dos adolescentes que grabaron a una niña pequeña de fondo cuando bailaban en la piscina.
Si mañana se hace viral (más les vale que no) el vídeo de “un boomer increpando a tres pobres niñas que solo querían grabar un TikTok en la playa”, al menos ya sabéis la historia completa 🤷🏼♂️
Nadie del circo romano me dijo “pues tenía usted razón”. Ni disculpas.
Una señora se fue murmurando “pero tampoco tenía que haberse puesto así de gilipollas” (recuerdo que yo solo pedí que no se publicase la cara de mi hijo y, ante la agresividad, recordé que era ilegal 🤷🏼♂️).
Al final, queda la sensación de que la gente que tiene razón debe callarse para no molestar a los equivocados 😞
Recientemente he visto un debate/cara a cara que ha organizado un famoso influencer, en el que enfrentaba dialécticamente a influencers de la conspiración y el terraplanismo con divulgadores científicos.
Hay algo que me gustaría comentar:
Obviamente, los “argumentos” de los primeros no se sostenían, no ya a un análisis científico, sino a una conversación informal con mínimos de rigor científico. Hasta aquí, no hay sorpresas.
Pero ellos lo perciben: No hay sorpresas.
Entre ellos, los hay que quieren creer y los hay que quieren que los demás crean, así que, ya sea por autoprotección de su creencia (no se la vaya a desmontar la realidad) o de su chiringuito (no vaya a perder a sus consumidores), luchan, no por dirimir, sino por tener razón.