Thread by @datadista

3 de julio de 2020
3ª etapa del viaje por el reino de los señores del ladrillo.
Que no se borre la historia porque el ladrillo vuelve.
#PlayaBurbuja

Hoy, la legendaria historia del ser que podía construir y construir en suelos de los que no era suya ni una maceta.
HILO_3 👇🧵

Hace mucho, mucho tiempo, en las tierras de la Comunidad Valenciana, se engendró por ley una criatura mitad mediador, mitad promotor inmobiliario. Un ser capaz de lograr licencia de un ayuntamiento para dar órdenes sobre tierras de las que no poseía ni un centímetro cuadrado.

La teoría era que se hacía para impedir que los grandes propietarios de terreno lo retuviesen para encarecerlo y que, al poner al frente del proyecto a un gestor privado, se mejoraba la eficiencia que las administraciones públicas no eran capaces de lograr.

Imaginen ese poder, esa capacidad de multiplicar exponencialmente el precio del suelo si se convencía a los suficientes concejales, en una autonomía con más de setenta pueblos con salida al mar, muchos muy pequeños, en pleno boom de la construcción y del crédito fácil.

Cuando el agente urbanizador llamaba a tu puerta, te quedaban dos opciones: vender o aceptar las cargas proporcionales al tamaño de tu terreno para urbanizar, es decir, poner aceras, farolas, canalizaciones, etc. Para dejar un solar listo para construir.

Vale, vale, a muchos, la llamada del urbanizador los hizo ricos. Tierras improductivas caían de repente en el lado elegido del plano y… el pelotazo. Llegaron a cantar Vivan los PAI en las bodas.
elpais.com/diario/2005/08…

Algunos pelotazos fueron realmente gordos. Aquella Ley permitió aprobar planes de urbanización en suelo que no estaba declarado como urbanizable en el Plan General del municipio. Especular con la tierra al margen del Plan General se hizo demasiado habitual.

Se reclasificaron 108 millones de metros cuadrados de suelo fuera de planeamiento general. Eso equivale a 15.126 campos de fútbol según las dimensiones recomendadas de la FIFA para partidos internacionales.

No todos quisieron abandonar su tierra o hacer negocio. No todos quisieron ver su municipio convertido en un muro de apartamentos con vistas al mar, aunque la ley considerase esa opción como casi inconcebible.

Se acumularon más de 15.000 denuncias de ciudadanos comunitarios ante la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo, que dieron lugar al Informe Fourtou sobre la aplicación abusiva de la Ley del Suelo Valenciana.

Pero antes de que Europa reaccionase, antes de que aquel informe pusiera a caldo a políticos, jueces y empresarios españoles, antes de que se obligase a cambiar la ley, un grupo de vecinos de una pequeña pedanía de Castellón decidió organizarse para luchar contra el ladrillo.

Con ustedes: Capicorb, pedanía del municipio castellonense de Alcalá de Xivert-Alcossebre.

"No podemos ganar", les dijo su abogado. "Pero nuestro objetivo no será ganar pleitos, será que no los ganen ellos. Poner palos en las ruedas". Denunciar todas las irregularidades que encontrasen.

Encontraron un arma mucho más poderosa de lo que creían al principio: un periódico. Sin tecnología, ni diseño. Maquetado con tijera y celofán. Financiado por crowdfunding, es decir, lo que quisieran poner los vecinos, nació Anem Anant.

Las informaciones empezaron a llegarles de muy diversos sitios. La sociedad urbanística montada por un político, diligencias abiertas en un juzgado, planes del ayuntamiento. La asociación empezó a resultar muy incómoda. Y llegaron las amenazas. (Activa el audio)

"Fue una lucha salvaje", dice Juan Barceló, periodista retirado, uno de los impulsores de la Asociación de Vecinos de Capicorb y el ideólogo de Anem Anant. El Ayuntamiento se empeñó en construir incluso después de un importante dictamen.

Un dictamen que protegía la desembocadura del río y prohibía encauzarlo. Sin ese encauzamiento, construir equivalía a levantar viviendas en tierras inundables.

Junto a la ermita de Sant Antoni, quisieron construir 74 apartamentos. Esta es una de las imágenes de promoción del proyecto, con la ermita en medio.

El único habitante de ese suelo vallado y a medio urbanizar acabó siendo un caballo al que vemos aquí, junto a esa ermita, disfrutando de su primera línea de playa sin hacer ni caso al que pasa.

Cuando España empezó a levantar cabeza de la crisis del 2008, volvió el ladrillo y, con él, volvió la guerra a Capicorb contra las nuevas normas urbanísticas y la devolución a rústico de suelo que había sido declarado urbanizable.

Hoy la guerra continúa en los tribunales con Alcalà de Xivert, municipio al que pertenece Capicorb, Peñíscola y Oropesa unidas tras el mismo despacho de abogados para tumbar el Pativel, la norma que protege lo que queda sin urbanizar de la costa de la Comunidad Valenciana.

Porque el ladrillo siempre vuelve y España lleva sesenta años apostando buena parte de su economía al sol y playa donde, con el fenómeno de la segunda vivienda y el retiro de los europeos, las grúas encontraron el mejor caldo para expandirse.

Los Maestre y La Manga, Banús y Marbella, la historia de Capicorb, El Algarrobico, Jesús Gil, Marina d'Or. Dos años de investigación y 15.000km desde Franco a la última Burbuja. Compra aquí Playa Burbuja con un 5% de descuento y envío urgente gratis.
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