Me hace mucha gracia que Francis Fukuyama proteste porque es lo que deseaba. Este era tu fin de la historia: el mercadismo. La sustitución de la política por el activismo calvinista.
elpais.com/cultura/2020-0…
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El mercadismo desprecia el pensamiento o la investigación porque suelen ser prácticas colaborativas. Se estudia lo que otros han hecho, se debate y se exponen unas conclusiones, que también se debatirán y formarán parte de otros trabajos. El mercadismo necesita competición.
Para conseguir el enfrentamiento, hay que situar la emoción en la base. Sustituir el nosotros por el yo. Si me siento atacado, no hay debate ni colaboración. Además, provoco una actitud defensiva que hace que el grupo se polarice: ¿con quién estás? Esto sí es comercializable.
Es algo que se explica en este libro.
sextopiso.es/esp/item/448/e…
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Otra de las bases del mercadismo es la desigualdad. Así, el acceso a los derechos no se logra colectivamente, sino por el reconocimiento de la particularidad, la identidad. El proceso es más fácil si uno consigue presentarse como agraviado.
Dentro del proceso político, las organizaciones colectivas son sustituidas por movimientos difusos que aglutinan provisionalmente a esos grupos particulares. No se proponen modelos sociales o económicos, sino legislación sectorial.
No hay modelos sociales y económicos porque ya hay uno: el mercadismo protestante. El modelo de sociedad no sólo incluye la aceptación de la desigualdad, predestinación de los poderosos y caridad hacia los humildes, sino el control social de los iguales.
Así, se desarrolla el activismo calvinista, las congregaciones emocionales basadas en la identidad que buscan herejes y señalan ofensas. Nada más deseable que la persecución y el martirio.
No puede haber cambios profundos porque todo el mundo grita "yo soy" y su voz debe competir con el resto. Los cambios comenzarán cuando cambiemos el sujeto, nosotros.
Fukuyama, anda, no protestes. Has ganado.
