Hoy les traemos una figura histórica, poco conocida, que protagonizó momentos clave del devenir de la historia Europea: se trata de OLGA DE KIEV, reina regente del Rus de Kiev en los años 945-960, y que tuvo una vida marcada por la venganza, la devoción y una voluntad férrea. 
Olga, nacida en algún punto entre los años 890 y 925, había sido el marido de Ígor de Kiev, rey del Rus de Kiev, estado mayoritariamente habitado por tribus eslavas, pero gobernado por los Rus, descendientes de los vikingos suecos, que cobraban tributos a los locales.
Su marido Ígor fue un rudo guerrero y hombre de estado, que se atrevió a atacar Constantinopla, la mayor ciudad del Este, que los rus llamaban "Miklagard", "Gran ciudad". Sin embargo, se atrevió a exigir un tributo doble a los DREVLIANOS, tribu eslava ubicada al Norte de Kiev.
Los DREVLIANOS, enfurecidos, mataron a la guardia de Ígor, capturaron al monarca y lo ejecutaron atándolo a dos árboles y partiéndolo en dos. En la ciudad de Kiev cundió el pánico: el pequeño hijo de Ígor, Sviatoslav, solo tenía dos años. Su madre, Olga de Kiev, asumió el trono.
En el colmo de la insolencia, los drevlianos dirigieron un mensaje a la viuda reina, deplorando el mal gobierno del "déspota" de su difunto marido, e instándola a casarse con su líder, un tal Mal. No sabían los eslavos que, con su asesinato, habían firmado su sentencia de muerte.
Ocultando su ira, Olga fingió aceptar la oferta de los emisarios. Acto seguido, les pidió amablemente que subieran a su bote, que los rus transportarían personalmente al río, en señal de sumisión. Una vez en él, Olga ordenó arrojarles a un pozo y enterrarles vivos.
Pero esto no era el fin de la venganza de Olga, mujer de gran temperamento y férrea determinación. Acto seguido, envió una embajada a los drevlianos, diciendo que se personaría en su capital, Iskórosten, para casarse, si le proporcionaban una escolta acorde a su rango de reina.
Los drevlianos enviaron un destacamento de sus mejores guerreros. Olga los recibió con gran agasajó, ofrenciéndoles incluso la sauna real para su aseo. Cuando los guerreros hubieran entrado a la sauna, Olga mandó prenderle fuego, y los drevlianos ardieron cual teas.
Olga entonces partió hacia el territorio de los drevlianos con su fiel escolta, y les convenció de que los diplomáticos y guerreros estaban en camino, no muertos. Acto seguido, pidió que se prepara un gran festín, con grandes cantidades de hidromiel, en la ciudad en la que
fue asesinado su marido, para celebrar sus exequias. Olga lloró con gran pena al ver a su marido muerto, pero instó a los drevlianos a celebrar el banquete fúnebre. Cuando estos estuvieron borrachos como cubas, ordenó a su séquito que los pasaran a cuchillo. 5000 perecieron.
Pero esto no era suficiente venganza. Olga volvió a Kiev y reunió un ejército para acabar de una vez por todas con los drevlianos. Poblado tras poblado cayó bajo el azote de la vengativa soberana, hasta que solo su sitiada capital, Iskórosten, quedó en pie. Olga decidió negociar.
Instó a los drevlianos a pagar tributo y rendirse, ante lo cual estos manifestaron su temor ante la venganza de la reina. Olga les convenció de que su venganza estaba satisfecha, y les instó a llegar a un acuerdo a cambio de un tributo y... tres palomas y gorriones de cada casa.
Olga ordenó a sus soldados que atarán a cada pájaro un saquito de sulfuro colgando por una cuerda a sus patas. Al anochecer, ordeno que encendieran los inflamables saquitos y que soltaran a los pájaros, que voliveron a sus nidos. Iskórosten ardió hasta los cimientos.
Olga no solo fue notoria por su vengativo carácter: soberana fuerte, supo mantener a su hijo Sviatoslav en el trono durante 15 años, reformó el sistema legal y tributario del Rus. Fundó pueblos, puestos mercantiles y centralizó y solidificó la autoridad del Rus.
Olga fue también la primera soberana del Rus en convertirse al cristianismo, aunque su hijo no siguió sus pasos. Se esforzó por extender la religión al Rus, y por ello es venerada como santa en las Iglesias Orientales, con el título ἰσαπόστολος, "Igual a los apóstoles".
Incluso durante el reinado de su hijo, el pagano Sviatoslav, Olga siguió ocupándose de la administración del Rus, aconsejando a su hijo en materia administrativa y religiosa (no perseguir a cristianos), e incluso defendió la capital, Kiev, de un asedio pechenego en 968.
Olga murió al año siguiente. Sería su nieto Vládimir el Grande quien convertiría el Rus al cristianismo 20 años después. Todavía hoy, el legado de Olga como reina, soberana efectiva y figura religiosa sigue vivo. Pero hay una lección a aprender de esto: no te metas con Olga.
