Thread by @osofronio

La Parábola del Chairo Arrepentido
Capítulo XXXII
(El Día del Árbol del Desmoche Triste)
Déjenme que les platique que estoy muy orgulloso, porque la Universidad Numa Pompilio Gómez de Pejetitlan, me concedió el honor de ser nombrado Cronista Rumoris Causa,
(Hilo Mitotero)

con el grado de Magna con 90 Octanos, por las crónicas que ustedes me hacen el favor de leer. Yo sé que ni quien conozca el plantel marrascapache, ni el grado existe, pero es motivante saber que el trabajo es reconocido. Me dieron un diploma a colores con la efigie de
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Perejil I con los ojos cerrados, la boca chueca y en relieve, lo que hace que con la panza, no quepa en el marco con vidrio que le mandé a hacer.
Resuelto el motivo de orgullo, voy a empezar a platicarles que en una asamblea muy concurrida, el ínclito rey soltó la bomba,
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para noviembre iba a estar la vacuna contra las Cacas Locas (las risas que provocó en la lejana ciudad de Londres se oyeron hasta la ribera del Grijalva), noticia que puso muy contento al brujo Gran Tell porque ya lo iban dejar de traer de su puerquito los neoliberales (un
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grupo de revoltosos que le componen canciones obscenas al rey). Lo que el morenarca no sabía era que su presentación de la vacuna era premonitoria, y no iba a pasar mucho tiempo sin que lo vacunaran, pero con otra vacuna.
Pero como dijeron
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Las Poquianchis (Googleenlo los menores de 50) vámonos por partes.
Perejil recorría, como alma en pena, los pasillos del Palacio Virreinal de Pejetitlán todas las noches, y se quejaba de la falta de gratitud de los aldeanos, que no entendían que siendo pobres serían más
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felices, y más esbeltos, y que además no tendrían que prohibirles la Coca Loca, bebida de color serio que el brujo Gran Tell había agarrado de chivo expiatorio para justificar la enorme cantidad de infectados en el reino. Los aldeanos ya no asistían a sus conferencias, ya
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no le aplaudían, y hasta le gritaban insultos soeces, que un rey, con la prosapia moral de Perejil, no estaba acostumbrado a oir.
Enfrascado en esos pensamientos se acordó que todavía no le daban fin al sainete del Sr. Los Hoyos, y decidió aprovecharlo para atacar a sus
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rivales políticos, y de paso levantar su popularidad. Ordenó qué el mencionado Los Hoyos delatara a los personajes que le hacían más sombra, acusándolos de actos de corrupción, el prisionero (al pobre lo tenían en una casa de detención en Cancún con alberca y chef particular)10

se acordó que, con gran previsión , había hecho firmar recibos a todos los sobornados para aprobar la venta de Pastomex, nunca aclaró como los susodichos habían aceptado dejar constancia escrita de su perfidia. Pero eso era pecata minuta para Perejil, él quería juicio
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público y sangriento.
Los Hoyos acusó a Ricky Anallín, Duque de Panburgo, de recibir sobornos cuando era comendador de la Orden de los Tacos al Pastor, y presentó como prueba un recipiente con cebolla y cilantro diciendo que era de la aciaga noche en que lo sobornó.
Acusó a
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Juan Antonio Mease (No es mi pariente, yo soy Maese), Príncipe de Prilogonia, en ese entonces secretario de Impuestos y Alcabalas del rey anterior, presentando un calcetín agujerado como prueba, aduciendo que el príncipe los agujeraba de tanto caminar para cobrar impuestos.
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Y proporcionó como prueba estelar una secuencia de dibujos en los que un personaje les entregaba dinero a los miembros de la Cámara de los Comunes y Corrientes, informando que era un cochupo para obtener la aprobación de la mencionada venta, no supo explicar por qué el 14

personaje que repartía el dinero, no llevaba ligas para hacer los fajos.
Fue tanto el éxito de la estrategia, que Perejil, ya tenía planeada una historieta para hacer ver al pueblo lo que les pasaba a los transas. No le gustó mucho que el pueblo recordara a su cuate 15

Renán Dejasuano, famoso por arrasar con la quinta y las ligas, pero calculó que era temporal, y además no lo iban a poner en la historieta, a menos que su juglar de cabecera Chu Chin, en su gustado papel de Verónica Labriega volviera a regar el tepache.
Estás acusaciones
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pusieron nerviosos a los nobles en cuestión, y todos dijeron que estaban dispuestos a batirse en duelo con Los Hoyos, ,y hacerle una trompetilla a Perejil para lavar su honor, y sigueron disfrutando de su comida muy quitados de la pena. Pero, siempre hay un pero, alguno
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de los nobles hizo llegar a un juglar muy renombrado de nombre Loreto Mora, o algo así, una secuencia de dibujos donde se veía a Pío-Lin, el hermano chino del rey (antes era Prio-Lin, pero el rey ya no quería saber de ese partido Neoliberal), recibiendo una gran cantidad
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de dinero para la manutención de los ejércitos perejilianos con el fin de proclamarse rey de Pejetitlán. En la secuencia (siempre me he preguntado dónde estarán los dibujantes cuando hacen las secuencias), aparecía otro súbdito llamado Mufasa el León, que era el que
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portaba las bolsitas de Mac Donalds que tenían los Fajitos Felices para Perejil. Estó descubrió uno de los misterios arcanos del reino, de qué vivió Perejil en los años en que hacía mítines contra el que estuviera en el poder.
El problema para el morenarca era que iba
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a tener que justificar la actuación de su incómodo hermano, y la de Mufasa al que acababa de nombrar Procurador de Hierbas Medicinales del reino, y eso los dejaba muy mal parados. Así que decidió confesar el crimen, pero como los niños de kínder, si pinté la pared, pero 21

poquito, y además mi hermana tiene novio. Dijo que eran aportaciones voluntarias por nómina de los seguidores de su movimiento y que se los mandaban para darle de comer a los caballos de su ejército, para comprarle unas cervecerías a sus vástagos, adquirir libros de
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Mamado Nervo a Doña Brunilda y para tomar clases de inglés ahora que era amigo de Donaldo “El Anaranjado”.
Ordenó que todos sus caballeros de la Transa Cuadrada, y hasta Doña Brunilda Von Drei Milch González salieran en su defensa, o cuando menos a hacer ruido. Con decirles
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que Brunilda embarró a la heroína local de tiempos de la Colonia, Doña Leona Vestuario, dama muy bien vestida, que le compraba sus cigarros al cura de Pains, un pueblo lleno de gringos en el estado de Guanguatos, y que era el líder de los próximos insurrectos. Y dijo que
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todos debían cooperar para que el rey pudiera comprarle sus chuchulucos y para pagar un dibujante que pintara a Doña Leona en esos trances de darle lana al cura Mike.
Mufasa renunció, la Vitacilina para las afecciones de los partidarios del rey escaseó, por lo que
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tuvieron que recurrir a los baños fríos de asiento y a los chiquiadores de menta piperita.
Los aldeanos andan como avispas en humo, porque creían que el rey era honrado, y que los corruptos eran los otros, pero ahora se daban cuenta que Perejil olía a cilantro.
Nos cuentan
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nuestros corresponsales que el hijo menor del rey andaba de vacaciones en las costas del Pacífico, en un hotel que no era muy austero que digamos, y que al enterarse Doña Brunilda de que descubrieron al Short Cake (Apodo del infante) se quejó amargamente de la invasión
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de chocoflanes que llegaron a Palacio.
Después de esta crónica, voy a empezar a cobrar doble RT cada vez que Perejil de tanto de qué hablar, me cae que no es de Dios tanta aberración.
La vacuna no va a estar en noviembre,
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esperemos que Pere tampoco, pero mientras usen cubrebocas, lávense las manos (no como Perejil, con jabón), y salgan lo menos posible, y si les llevan bolsitas de papel a su casa, para alimentar a su ejército, de plano no salgan.
Mientras pidan por este monje revoltoso.
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