1. Entre un 15% y un 20% del gasto que figura como salarios docentes y de empleados regulares de los ministerios de educación no serían sus remuneraciones.
Se registran como tales, pero no.
Tan preocupante como eso es que no es posible saber a quién se paga ni su destino.
2. Podría ser personal de otras reparticiones (no sería la primera vez).
De ser así, habría una parte de la inversión educativa provincial que no es tal.
O, si se quiere, habría una parte que podría destinarse a mejorar los salarios de los propios docentes.
3. En el mejor de los casos esto puede ser ineficiencia o falta de transparencia. Porque la información está, pero no se puede acceder.
El Consejo Federal de Inversiones tiene las bases de datos pero no sabe -o no quiere saber- qué transfiere a las provincias dentro del FONID.
1. El voucher educativo: historia de un fracaso silenciado.
La única experiencia regional que se aproximó en su forma más cabal al voucher no fue Chile. Fue Nicaragua.
El programa de escuelas autónomas comenzó a regir como una experiencia piloto en 1993. Luego se fue ampliando.
2. Se basaba en tres ejes: a) la autonomía de la administración escolar, b) la participación de los padres en la elección de directores y, c) el financiero.
El tercer eje era un sistema de capitación. La mayor parte de las escuelas recibiría financiamiento del Estado.
3. Los ingresos se calculaban según la cantidad de alumnos, el nivel educativo y su localización geográfica.
Después se determinaba un costo por alumno al que se le sumaba un monto para cubrir gastos de funcionamiento. Luego se multiplicaban los alumnos por ese costo.
En las políticas de personal se puede actuar sobre dos grandes dimensiones: los incentivos y la motivación.
Los salarios son *el* incentivo. La motivación es el aliento a actuar de una forma dada debido a percepciones, valores, contextos, etc.
2. El ideal es cuando confluyen: es el primer cuadrante. Por ejemplo, buenos ingresos y buenas condiciones de trabajo (aunque no solo eso).
El segundo cuadrante podría significar la pérdida de una oportunidad.
¿Por qué?
3. Los docentes pueden estar muy motivados y ser entusiastas en su trabajo pero los bajos salarios podrían minar el ánimo de hasta el mejor predispuesto.
Ante una mejor oferta laboral, aunque lamentándolo, podrían dejar la docencia.
No falta nadie. Presidente, gobernadores, ministros, legisladores, dirigentes gremiales, funcionarios internacionales. Y, por supuesto, medio mundo del pequeño gran mundo de la educación local.
¿El motivo? Va hilo.
Se va a presentar, al fin, la Ley de Financiamiento Educativo.
La fecha no es casual. Es simbólica. Aunque el proyecto aspira a ser más que un símbolo.
Si bien demorará más de lo previsto, se cumplirá la meta de inversión del 6% del PIB.
Pero no hablaré de esa ley hoy. Ni de sus vicisitudes.
Tampoco diré que allí se anunció la muerte de otra ley -la Federal de Educación- ya moribunda.
Ni del anuncio sorpresivo de una nueva, la de Educación Nacional.
No. Me centraré solo en un instante. En un minuto del evento.