La epdemia no va a ceder porque la gente no entiende dos conceptos básicos del coronavirus: asintomáticos y transmisión aérea. Si los entendieran, verían que las reuniones familiares o sociales son un riesgo porque además contradicen la noción misma de riesgo.
Esto es: la gente no cree que sus cercanos puedan ser asintomáticos, por ello no usan cubrebocas, y tampoco entienden que el virus esta en el aire que comparten en una reunión “porque todos están sanos” y nos queremos tanto.
Un desastre total.
Un desastre total.
¿Quién es el responsable de esto? ¿Las personas o las autoridades de salud que han sido incapaces para explicárselo a la gente? Si la gente supiera que el mayor índice de contagios se da en las casas, entendería que una vez que un miembro está contagiado no hay mucho que hacer.
Ya para cuando descubren el primer enfermo, la familia toda está contagiada. A unos les irá bien, otros morirán, y a veces, trágicamente morirán varios miembros. El asunto es paradójico porque es la propia familia la que provoca el contagio y la que sufre.
Pero este fenómeno está sucediendo, increiblemente, por la presión social de los propios miembros de las familias. Una mezcla de fatal ignorancia mezclado con chantajes emocionales está operando en contra de los más vulnerables.
Otra faceta de este mismo fenómeno, sucede con las organizaciones de tipo laboral-social donde el cuidado de las personas está depositado en autoridades que tampoco comprenden la transimisión aérea y exigen a empleados exponer sus vidas.
Esto es posible por una falta de Estado, esencialmente neoliberal. Todo el discurso de la Claudia Sheinbaum en la CDMX es un discurso esencialmente capitalista disfrazado de progresista. No les interesa defender los DDHH sino las ganacias económicas de empresas explotadoras.
