Parte II
#PanicoSiniestro
Prosigamos donde nos quedamos:
Caminarón hacia la puerta que daba a la calle, de repente el grito de: ¡Ay, mis hijos!, se escuchó justo detrás de la puerta.
No se podían mover, por las escazas rendijas de la puerta se sentía que entraba un aire helado, tan gélido que se quedaron congelados, por unos instantes.
¡Sí, es! – -dijeron al mismo tiempo.
Se siguió escuchando el grito: ¡Ay, mis hijos! Pero se escuchaba más alejado. Casi al final de la calle. Los perros aullaban como locos.
Todos nos metimos a la casa. Mi padre descargo sus armas y las volvió a guardar, se quedó callado.
¿Quién era esa señora papá?
Era la llorona, hijo. –- Me contestó mi padre.
¿Y esa quién es papá? – Volví a preguntar.
Mañana te digo, hay que dormir. –-- fue su respuesta.
Me dijo lo siguiente: “Hace muchos años en el pueblo había alguien que, hacia esa broma, se hacía pasar por la llorona.
“Esta historia, continuará”