Me explicó la forma del mueble de una manera precisa, con un tono de voz agradable y una sonrisa que traspasaba la mascarilla.
No fue difícil adivinar a qué se dedicaba: maestra de primaria.
El armario era un destartalado rincón de materiales para su nueva aula de segundo.
Y a mí ya se me cerró la garganta.
Está preocupada por sus compañeros. Hay varios que son población de riesgo: trombos, hipertensión, bronquitis crónicas.
Hace unos días han contestado desde la Generalitat que son todos aptos, todos.
Estaba pletórica, como si le hubiera dado un tesoro.
Le deseé toda la suerte del mundo y la vi alejarse abrazando el catálogo.
De fondo nubes negras de tormenta como analogía perfecta.
Primero fueron los sanitarios y ahora los maestros.
Manía de destruir pilares, oiga.