Cuando mi mamá tenía mi edad, pasó por un episodio depresivo que la dejó prácticamente catatónica por varios días. Yo tenía 9 años, me acostaba junto a ella y me acariciaba con su mano inerte. Acababa de divorciarse de mi papá, él tenía una novia nueva como 15 años más joven.
Mi mamá se sentía desechable. No había un solo aspecto de su vida que no orbitara alrededor de mi papá. Y él la había reemplazado "como un electrodoméstico". Esas eran sus palabras. Cuando hablaba...
Mi mamá tuvo que construirse una vida propia con ella al centro. Y no fue fácil.
Mi mamá tuvo que construirse una vida propia con ella al centro. Y no fue fácil.
Yo crecí creyendo que era un cuerpo con una obsolescencia programada. Que tenía que aprovechar mis 20 porque a los 30 iba a quedar fuera del juego."Aprovechar" mis 20 consistió en nutrirme del deseo y la aprobación de hombres que validaban mi cuerpo y mi inteligencia. Sí se sale.
Ahora tengo 34, el juego se llama Patriarcado y no hay afuera. Pero mi cuerpo nunca había sido tan mío como ahora. Nunca había sentido tanto ni había sido tan fuerte ni se había compartido de esta forma. Mi mamá, a pesar de todo y sin herramientas, hizo algo muy bien conmigo.
