En la pierna de una de las colosales estatuas pertencientes al templo funerario de Ramsés II en Abu Simbel, una inscripción griega reza:
"Tras llegar el rey Psamético a Elefantina, estas cosas escribieron aquellos que navegaron con Psamético, hijo de Teocles, y llegaron...
...más allá de Kerkis, hasta donde el río (Nilo) se puede remontar. Potasimto conducía a los extranjeros; Amasis, en cambio, a los egipcios. Han escrito Archon, hijo de Amoibichos, y Peleqos, el hijo de Eudamo."
Se trata de un graffiti escrito por mercenarios greco-carios...
...durante el reinado del faraón Psamético II (595-589 a. C.). Es un testimonio más de un fenómeno conocido: la contratación de soldados griegos por reyes de la dinastía XXVI fue muy común, y estos hombres solían provenir de la zona de Jonia y Asia Menor.
En esta inscripción...
...podemos señalar dos hechos curiosos. Primero, el que uno de los jefes, cuyo orgien presumiblemente era griego, llevaba un nombre egipcio: Psamético, igual que el rey de turno y el abuelo de este. ¿Fue una manera de honrar a la realeza bajo cuyas órdenes se encontraba? Quizás.
El otro hecho es que en el graffiti se distingue claramente a dos grupos: egipcios y extranjeros. La palabra original para extranjero es ἀλογλōσōς (aloglosos), literamente "los que hablan otra lengua". Es destacable que no se hable de "griegos" ni nada por el estilo. Es un...
...grupo indeferenciado, indefinido, de no-egipcios. Para algunos estudiosos, esto muestra que la identidad griega todavía no había terminado de formarse. Para otros, señala el hecho de que había hombres de muchos orígenes entre las tropas.
Como fuera, este acto de vandalismo es un testimonio más de la gran movilidad que existía en el Mediterráneo antiguo, de personas, ideas y bienes. Un pequeño vistazo al mundo de unos soldados aburridos que quizás nunca imaginaron que sus nombres perdurarían tanto tiempo.
Bibliografía📚
-Struffolino, S. (2018). Iscrizione dei mercenari greci ad Abu Simbel.
Muchas veces olvidamos que Dioniso no fue sólo el dios del vino, sino un viajero y un conquistador.
Muchos mitos narraron sus andanzas a lo largo del mundo, pero una en especial caló hondo en la imaginación de los antiguos: sus viajes a la India.
¡Hilo! ⬇️
Hijo de Zeus y una mortal, Semele, Dioniso era un dios con un carácter muy particular. Nacido dos veces (la segunda del muslo de Zeus), enloquecido por Hera, caminante incansable, descubridor del vino, guerrero en tierras lejanas… Sus historias son muchas. Su figura, multiforme.
Los numerosos y muy variados mitos que circulaban sobre su vida, sumados a la peculiar forma de adoración que recibía en los misterios dionisíacos, hicieron de él una figura atrayente, pero también muy discutida.
¡Qué mejor manera de comenzar el fin de semana que con un hilo de animales marinos en monedas de la antigua Grecia!⬇️⬇️
📷BM
Comencemos por algo sencillo: peces. Un ejemplo típico lo encontramos en este óbolo de plata de la ciudad Anfípolis (410-357 a.C.).
📷American Numismatic Society (ANS)
La ciudad de Cícico los introdujo en sus acuñaciones en diversas situaciones, sea nadando en libertad, como en el ejemplo de la izquierda (600-550 a.C.), o atrapados por un jinete en un delfín (550-475 a.C.).
El Sarcófago de Alejandro data de finales del siglo IV a.n.e y fue hallado en la ciudad fenicia de Sidón.
Su nombre no se debe a que haya pertenecido a Alejandro Magno, si no a que los elaborados relieves que lo recubren muestran escenas de este rey luchando contra persas ⬇️
Se han barajado varias hipótesis sobre su posible dueño. Aunque en un principio se creía que efectivamente podría haber sido Alejandro, esta posibilidad se descartó hace tiempo. Hoy predomina la idea de que un noble fenicio o iranio habría encomendado el sarcófago ⬇️
Su blanco marmóreo no debe engañarnos, porque, como es el caso para la mayoría de las obras de la Antigüedad, los frisos estaban pintados con vivos colores. Por fortuna, los pigmentos originales han dejado suficientes rastros como para realizar reconstrucciones tentativas ⬇️
A principios del siglo III a.C., un sacerdote de Babilonia comenzó la obra de su vida: escribir la historia de su pueblo desde la creación del universo hasta sus días. Y decidió hacerlo en griego.
¿Quién era este hombre y cuál fue su importancia? Hoy hablamos de Beroso ⬇️
Beroso (Bēl-re'ušunu en acadio, “Bel es su pastor”), a veces llamado “el Caldeo”, fue uno de los historiadores más peculiares de la Antigüedad.
Los datos certeros sobre su vida son escasos, pero, al contrario, abundan detalles interesantes y leyendas sumamente llamativas.
Respecto a la cronología, Beroso mismo se describía como contemporáneo de Alejandro Magno y de los primeros seléucidas. De hecho, dedicó su obra, “Babyloniaka”, una historia de Babilonia, al rey seléucida Antíoco I (r. 281-261 a.C.).
Con la campaña de Alejandro Magno, la India se abrió al mundo griego de una forma sin precedentes.
Y hubo un hombre responsable de revelar ese lejano y extraño país a sus compatriotas: hablamos de Megástenes, el embajador griego en la India⬇️
Para el año 304 a.C., la presencia política griega en el noroeste de la India se había prácticamente esfumado. Las conquistas de Alejandro se habían revelado efímeras tras su muerte, pues sus sucesores, más concentrados en los eventos del Mediterráneo, descuidaron la región.
Pero además, algo había cambiado desde los tiempos en que el rey macedonio se había enfrentado a Poros en el río Hidaspes. Atrás habían quedado los días en que una multitud de estados muy desiguales regía el extremo norte del subcontinente.
La famosa Biblioteca de Alejandría, aquella obra cultural que habría llegado a albergar todos los libros de la Antigüedad. Pero ¿que significa eso exactamente? ¿Acaso sabemos qué libros contenía la biblioteca en realidad? ¿Tenemos sus títulos y autores?
Un pequeño hilo⬇️
La Biblioteca de Alejandría era parte de una institución mayor, el Museion, un lugar dedicado a las Musas y cuyo propósito era servir de sitio de trabajo a intelectuales y poetas del mundo antiguo. Fundado por Ptolomeo I (367-283 a.e.c.) fue completada por su hijo, Ptolomeo II.
La Biblioteca era, pues, la colección de libros que se encontraba en el Museion. Las fuentes antiguas nos hablan de esta como una verdadera empresa cultural, interesada por el conocimiento en sí mismo y con objetivos universalistas: abarcarlo todo.