No sublimemos ni romanticemos la ceguera. Desde luego que no vemos; lo que no significa que no podamos detectar cuando alguien se nos acerca con intenciones poco claras. No es cosa de magia, es mera deducción.
La vulnerabilidad ante lo que nos rodea no sólo depende del sentido de la vista. Las personas somos intuitivas y no, esto tampoco es cosa de magia.
La cháchara previa es para deciros que las personas ciegas no somos tontas, débiles o vulnerables por el simple hecho de ser ciegas. Podemos requerir apoyo; pero no siempre necesitamos ser salvados o que nos hagan favores.
Entre las personas ciegas hay algunas muy independientes, preparadas, inteligentes, (inserte aquí x cualidad). También hay la otra cara. Como en la sociedad misma.
Es de apreciar que se nos valore como cualquier otro individuo. Que se nos brinde apoyo; que se nos reconozca el esfuerzo. Las personas que dejan de lado el prejuicio son un regalo.
Aquellas personas que se nos acercan creyendo que si nos dan una mano son mejores o más buenos que los demás, son un trago amargo necesario. Pero al menos yo, al detectarlas, las prefiero muy lejos.
Puede ser chocante, pero no por ello deja de ser una realidad. No soy un cachorrito abandonado en la calle para que venga otro con ganas de sentirse "más bueno que el pan"a hacerme el favorcito de ayudarme.
Soy la primera en reconocer que el otro no tiene la obligación de ayudarme y que si lo hace, es de agradecer y lo agradezco. Pero es indignante el que te ayuda porque se cree mejor persona; el que te a yuda desde la lástima.
También es indignante que haya quien cuestione que tengamos orgullo y que no vivamos agradecidos porque se nos "hace el favor". Como si tener una discapacidad te obligase a vivir con la cabeza gacha.
Cuando lo cierto es que la discapacidad no nos hace menos humanos ni celestiales o angelicales. Tenemos derecho al enfado, al orgullo, a experimentar lo bueno y lo malo del ser; así de simple.
Tenemos derecho a ofendernos si la lástima nos parece una falta de respeto. A no aceptar menos de lo que merecemos.
en pocas palabras, tenemos derecho de mandar a la porra a cualquiera si nos tratan con condescendencia. No ver no me roba ese derecho.
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