No voy a negar que soy presa del schadenfreude cuando veo a un músico que llevaba meses diciendo “este virus no es nada, peor es detener la música en vivo y no alimentar el alma” y que ahora están limosneando porque el COVID se los está cargando y no tienen para el hospital.
Ojalá que se recupere, pero neta consideren si los 500 pesos que van a dejar de ganar en una tocada cubrirán los gastos del hospital.
Hay muchas otras maneras de ganarse la vida y muchas otras maneras de mantener viva la música, manitos. No hagan babosadas.
Y antes de que me vengan a virtue-signalear, no, querido buenaondita. Salir a la calle a pedir limosna con un violín mal encordado es no tener otra manera de ganarte la vida. Llevar tu amplificador de $26000 a un bar es tener el privilegio de decidir qué hacer con tu vida.
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Si supieran lo que acabo de hacer con una toma de voz que se va a incluir en una película no volverían a confiar en ninguna grabación que escuchen en su vida.
Pero pues también manos, alquilan por 2 horas y están completamente desafinados pos no mames no vamos a acabar nunca.
Dicho eso, me impresiona muchísimo lo que puede hacer Melodyne cuando aprendes a usarlo. Creo que lo único que aún no sé hacer es ponerle vibrato artificial a la voz pero seguro que con un chingo de tiempo le encuentro.
Los maestros de música (o cualquier arte) estamos para decirte que estás haciendo mal y mostrarte cómo hacerlo bien, además de darte una serie de pasos y metas.
Lo demás está en YouTube, la mera verdad.
Y de hecho cualquier canal de YouTube respetable es lo primero que te dice: aquí vas a aprender la teoría detrás del funcionamiento pero practicarlo mal te jode peor que no practicarlo y pues mejor ve con un maestro.
Funciona para ambos lados. El maestro que no se apoya en YouTube para dejar material extra como el que quiere aprender todo en YouTube sin recibir retroalimentación.