Ernst Jünger es un escritor, filósofo, novelista e historiador alemán. Su obra se encuadra en una corriente de pensamiento conservadora, influida por Nietzsche. Rechaza el liberalismo, el igualitarismo y la Revolución Francesa.
En el clima de terror, confusión, verguënza y baño propagandístico de la Alemania posterior a la Segunda Guerra Mundial, Jünger redacta un majestuoso himno a la dignidad humana: La Emboscadura (La Caminata en el Bosque) (1951)
Se trata de la pregunta: ¿Cómo se comportan las personas ante y dentro de la catástrofe? Como “caminante del bosque”. Jünger describe a una persona que es mentalmente independiente de la sociedad circundante y es capaz de resistir si el estado es o se convierte en criminal.
Desde los antípodas del ánimo patético y el victimismo, recuerda que el tema de nuestra vida sigue siendo resistir a la opresión, sean cualesquiera sus formas, y que de mantener dicha resistencia se derivan innumerables alegrías y cumplimientos.
Dicha respuesta recae sobre una figura que Jünger bautiza como el Emboscado, cuya esencia es “la persona singular soberana".
La libre acción es el poder que vence al miedo, donde además de resistencia al soborno o a la coacción es también “placer”, disfrute de sí misma.
Estas premisas son una declaración de guerra al gregarismo y a la propaganda, por no decir que una declaración de guerra a la autoridad coactiva en general.
Resistir viene de que los emboscados se vacunaron contra el nihilismo –al expulsar de sus pechos el resentimiento ante la necesidad de morir-, y gracias a ello topan con fuentes de vida que ofrecen manantiales de abundancia y de poder cósmico.
Los emboscados son conscientes de la inatacable profundidad y plenitud del mundo. Eso funda en ellos ánimos de benevolencia, como funda autoestima el amor de los padres a sus hijos.
Al final del libro, se resume el paisaje del bosque así: “Lo grisáceo, lo polvoriento, se adhieren únicamente a la superficie. Quien cava más hondo alcanza en cualquier desierto el estrato donde se halla el manantial. Y con las aguas sube a la superficie una fecundidad nueva”.