Cuando la mayor cumplió 3 años en el 90, alquilabamos una casita frente a un asentamiento. Eramos remilpobres. La hiperinflación nos comía la vida.
Un mes atras me dejaron sin laburo y arreglé mi salida con VALES DE SUPERMERCADO. Aún existia el.super Cavana.
Decidimos festejar el cumpleaños de la nena con parte de mi liquidación. El menu fue sanguchitos en chips hechos por mi y una torta ENORME regalada x mi suegra.Jugo en damajuana, el Coquito que lo hacian en Tres Cerritos. A puertas abiertas para que vengan todos los chicos
Para los grandes hice empanadas y arreglé la horneada con una mujer un poco mayor que yo ( tenia 22) que hacía pan en horno de barro para vender. Le conseguí un poco mas de leña y ella iba a mantener el horno caliente para las empanadas .
Llegó el dia. Todo vino saliendo bien hasta el momento de llevar las empanadas a hornear. Cuando me dirigia al.asentamiento llega una ambulancia, bajan los médicos y veo a la bollera salir desvanecida bañada en sangre.
Cuando bajé del asentamiento todas mis vecinas, 6 viejas, ya habian prendido sus hornos y bajo una lluvia espantosa me acercaban sus fuentes para gestionar las empanadas del cumpleaños.
Esa fué la primera vez que sentí el peso del silencio. Supe que ese silencio se soportaba entre mujeres. Supe cómo se hacían las cosas.
En silencio cuidamos de sus hijos. En silencio limpiamos su rancho. En silencio pusimos sábanas limpias. Una semana después ella, con el peso de todo ese silencio encima volvió. Y a las dos semanas volvió a hacer el pan.
Ese silencio, ha sido roto, acabado, terminado. Lo logramos chicas, #EsLey
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Lave los mates, les lleve la comida a las lombrices. Saque los repasadores sucios, puse repasadores limpios. Prendi la compu, ahora busco donde escuchar el debate.
Puse la pava, coseché unas hojitas de burro, me hice el mate.