Si habitualmente utilizas la bandera no como enseña nacional sino como un elemento disciplinante para 3/4 del país, al menos luego no finjas sorpresa cuando surge el conflicto.
Ayuso no pone la bandera para representar a España, la pone para dividir y de paso dar la nota.
A mí la rojigualda me es indiferente, no así que los que la enarbolan, de la derecha a la reacción, entiendan el país restrictivamente como suyo, dejando fuera al resto.
La cuestión es que no se luce la bandera por orgullo nacional, sino para marcar adictos y desafectos.
Cuando la bandera sale de lo institucional para plasmarse por doquier puede empezar como una manifestación pop o deportiva, pero puede acabar en un nacionalismo populista excluyente de la peor especie: como secesión de ricos, bien bajo Torra, bien bajo Ayuso.
Repito: se agradecería que el que señala con el palo de la bandera al resto -tú, no; tú, sí- no sea tan asquerosamente hipócrita de pedir unidad a los que excluye con su visión reaccionaria y restrictiva del país, que son mayoría, eso sí, cada vez más silenciosa y cabizbaja.
Por suerte ayer la ayusada quedó en un segundo plano tras las palabras dolidas, pero serenas y cabales, de una mujer que nos emocionó a todos, en el fin de un año donde demasiados han perdido a los suyos antes de tiempo.
Quizá eso es lo que más jode, que los que andan embanderados todo el puto día fueron los que recortaron en sanidad e investigación, entre otras partidas, haciendo mucho daño a España, es decir, a la gente que vive en este país. Patriotas de dos tibias y una calavera.
Y ahora, sí no se les ofrece a ustedes más me voy a desayunar.
Buenos días.
Feliz 2021.
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El chat de los militares golpistas no fue sólo un abrevadero de frustraciones fascistas. Se maniobró para implicar a otras promociones del ejército de Tierra, se propuso un Ejecutivo, se buscó la connivencia del Rey, que calla.
Por menos los independentistas están en prisión.
Culpa de los instigadores. Culpa de los que callaron entre el miedo y el cálculo. El “guardar y hacer guardar la Constitución” implica una posición activa frente a estos pronunciamientos, que empiezan como una mala digestión y acaban en las cunetas.
Ya escribiremos sobre la rama civil del intento de pronunciamiento, la política y especialmente la mediática. Hubo tribunas coincidentes en tiempo y forma y aquí no creemos en las casualidades.
Hoy, con la aprobación de los presupuestos, a más de un año de las elecciones, a algo menos de la toma de posesión del Gobierno y el inicio de la legislatura, se puede decir realmente que comienza la nueva etapa de la coalición Psoe-UP y termina la del Ejecutivo de Rajoy.
Y lo hace incluso con más fuerza parlamentaria que en la investidura, lo cual ya es notable tras haber pasado en sus primeros cien días un Apocalipsis, excusa para unos apetitos golpistas que hace unos meses se calificaban de exagerados y cada día son más ciertos.
El país se juega mucho en esta legislatura -aunque llevamos diciendo esto una década, con razón-. Ahora el cambio, por fin, tiene un apellido concreto: ser el reverso del austericidio, enmendar lo hecho jirones.
Esta semana en @ActualidadRT os traigo una historia que merece la pena contar, donde aparecen terribles asesores de campaña, ejecutivos agresivos, amantes en las Bahamas, políticos sobre tanques, el FBI y hasta Robocop.
Lean y compartan.
Lo pasarán bien.
Me gustan las Navidades pero me gusta aún más la política municipal gulliveriana, ese plus ultra en lo desmesurado, lo hortera y lo ocurrente.
Belén gigante en Alicante podría ser el título de una comedia ochentera pero es 2020.
En Madrid los ciudadanos gritan “dos hombres entran, uno sale” mientras que Ayuso, con cresta y cuero remachado, mira impertérrita su reinado en el fin del mundo.
También soy muy favorable al intento de Vigo por establecer un canal de comunicación válido con civilizaciones extraterrestres. “El niño Jesús fue un enviado de las estrellas” seguro que es el título de un libro de alguna colección de misterio dirigida por Jiménez del Oso.
La capacidad de adaptación es lo que nos permitió salir del Rift y poblar el planeta.
También la que nos permite mirar para otro lado con 10000 víctimas de la covid en un mes.
Sin tanta antropología barata esto lo explicaba ya el refranero: “el muerto al hoyo y el vivo al bollo”.
Si es lo que quieren pues es lo que hay. Y que no me venga nadie con las autoridades y el negocio y no sé qué. Claro que la economía se pone por delante, pero son ustedes los que van por su propio pie a comprarse una mierda de camiseta rebajada 50 céntimos.
Dichosos además.
La izquierda peca siempre de candidez al centrarse en el análisis estructural y olvidar los comportamientos que esas mismas estructuras engendran.
Diez mil muertos, eh.
Luego se arregla con un tuit del metro o dejando el peso de la cretinez sobre Almeida.
En misa y repicando.
Trump ha sido el presidente menos belicoso en 40 años, ha puesto freno a la globalización y sus datos económicos eran indudablemente buenos, para los grandes propietarios, hasta la pandemia.
Está feo decirlo, pero es cierto.
Su monumental peligro, uno civilizatorio, es otro.
Su proyecto ultra, populista e iliberal, es una nueva-vieja rama capitalista que asume, aún en bajito, que el correlato político al sistema económico, la democracia representativa, sobra para conseguir sus objetivos. Ese es el último paso y no es una broma o una bravata.
La base de la que parten es real: unos grandes propietarios enfrentados entre los que han triunfado con la globalización o han caído y unas clases medias desposeídas. A ambos grupos les da ya absolutamente igual quién o qué.