#ProhibidoOlvidarSV - 7 de la noche del 15 enero 1992, entramos en caravana por la frontera en Metapán. Había nervios, incertidumbre, rabia, dolor y alegría a la vez. Volver a la patria luego de vivir exiliados. Y la gran pregunta: No habrá una emboscada ahi por Camones?
Había sido una larga espera el "retorno legal". Algunos veníamos de México, otros de Guatemala. En la frontera no querían dejarnos entrar, porque no se tenía órdenes de permitir la entrada a guerrilleros. Loncho sacó una 38 y encañonó a un guardia. El ambiente se tensionó.
Loncho era un veterano con casi 20 años fuera del terruño. Había perdido un ojo, una pierna y un brazo. Ahora usaba protésis. Los guardias de frontera nos encañoñaron y pidieron refuerzos. La verdad nadie, aparte de Loncho, traía armas. Quién sabe cómo la había escondido.
Cuando subimos a los camiones los delegados del CICR habían registrado meticulosamente las mochilas de quienes traían. Otros veníamos nada más cargando sueños y esperanzas, vestidos de ilusión y ansiedad por reencontrarnos con aquellos seres que nos daban por muertos.
Yo traía nada más un libro, un pequeño y gastado libro: Mundo Nomasito de Salarrué. Un delegado del CICR intervino y les hizo ver que "Esta gente tiene todo el derecho de entrar a su país; los tratados internacionales y los Acuerdos Firmados entre guerrilla y gobierno lo avalan"
Las aguas se calmaron. Bajamos de los camiones (5) y otro delegado de Cruz Roja nos indicó que guardaramos la calma, que iban a registrar las mochilas y el ingreso. El delegado del CICR entregó los listados y nos fueron nombrando uno por uno por nuestros alias, si aún por ellos.
Habíamos pedido a la Cruz Roja mantener nuestro anonimato, porque aún dudabamos. Los Acuerdos podrían ser una trampa. El enemigo, hasta ahora, era sobradamente conocido como traidor e inhumano. "...-Salvador Nicaragua!... -Venceremos!!! Aquella consigna me salió casi ahogada.
Las piernas me temblaban, el corazón sonaba cual tambor de cofradía... dí unos pasos y caí de rodillas... besé aquella tierra bendita de Dios, mi patria... la patria chiquita mía, mi tierra... no pude más y solté en llanto. Luego me di cuenta que otros también lloraban a mi lado.
Antes de regresar a los camiones, Loncho pidió un favor al delegado del CICR: "Déjeme celebrar con una alborada de balazos... es la última vez que usaré un arma y no para matar, sino para celebrar que estamos vivos y de regreso, y quiero que los compas vivan así esta fiesta"
El delegado lo vió con ternura. Habló con los otros de la Cruz Roja y luego con los guardias de frontera. Estos avisaron a los guardias de la frontera chapina. - Ok, hazlo! Y le entrego la 38 Loncho soltó un discurso a todo pulmón que se oyó hasta el cielo. Luego un silencio...
Aquella descarga de balazos supo a todo. El grito de 150 gargantas resonó como bomba. Aquella acción botó toda la tensión acumulada. Volvimos a llorar como niños en un planeta extraño- como dice Salarrué. Estábamos listos para llegar a la capital. A la plaza, a catedral....
Esa es otra historia. Sólo diré que llegamos afónicos de tanto cantar y gritar consignas en el camino. Nos fuimos encontrando con otras caravanas. Las banderas rojas ondeaban sin temor de ser acribilladas. En Santa Ana se unió un carro con sonido de perifoneo.
Mucha gente con banderas blancas estaba a la orilla de la carretera. No importó la hora, querían ver el paso de los guerrilleros que bajaban de la montaña, que volvian del exilio, aquellos que a pesar de todo continuaban vivos. En la plaza nos esperaba la vigilia... la vida!!!
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#ProhibidoOlvidarSV La Plaza, la histórica plaza, y la catedral, testigos de tanta violencia estaban ahi nuevamente frente a mis ojos anegados de llanto. Grupos por un lado, grupos por otro. Un megafono anuncio nuestra llegada. El aplauso y los gritos aún resuenan en mi memoria..
Nos fundimos en abrazos con quien apareciera. Eran hermanos de lucha, de puño, de sangre, balas, persecusión, secuestro, desaparicion y muerte. -Chambaaaa!!! Entre los gritos, cantares y bullicio reconocí aquella voz femenina. Giré sobre los talones y ahi estaba ella. Firme...
Abiertos los brazos, púpilas húmedas...Evelyn, la niña de Mejicanos! La compa que soportó conmigo el último asedio militar cerca de la Colonia Bloom en la ofensiva del 89. -Te hacía muerto!! Nadie me dijo que estabas con vida, hasta hace un par de dias que vi a Raúl, el negrito..