En el #gamuhilo de hoy vamos a hablar de tebeos, de propiedad intelectual, de marcas y de plagios.
Concretamente, de auto-plagios.
Porque los dibujantes de personajes tan conocidos como Zipi y Zape o Mortadelo se vieron obligados a plagiarse a sí mismos a finales de los 80.
Bruguera fue una de las editoriales más importantes de España desde los años 40. Había sido fundada antes de la guerra con el nombre de El Gato Negro, pero con el franquismo cambió de nombre (aunque mantuvo su icono).
La especialidad de Bruguera eran las revistas semanales de tebeos: Pulgarcito, El DDT, Mortadelo, Zipi y Zape… que con el boom de nacimientos con el desarrollismo tuvieron su mejor época en los años 60 y 70.
Bruguera era, digamos, una empresa típica de la época franquista: muy paternal. Cuidaba a sus empleados (acogió republicanos represaliados, tenía club deportivo, residencial de vacaciones…) pero también dura y estricta con ellos.
Una de las cosas que sucedía con Bruguera es que los dibujantes tenían que firmar un documento aceptando que eran creaciones originales de la empresa y que ellos simplemente los dibujaban por encargo, y por lo tanto no tenían los derechos sobre sus propios personajes.
Y Bruguera registraba los personajes como marcas a su nombre, de modo que no pagaba derechos de autor a sus dibujantes originales.
Durante años los dibujantes tragaron con estas condiciones porque, ¿qué iban a hacer? Bruguera era la editorial más importante del país, y trabajar con ellos aseguraba la máxima difusión.
Además, cuando la editorial hizo una encuesta y se dio cuenta de su popularidad, quisieron explotarla a fondo lanzando multitud de revistas y álbumes, lo que requería una producción semanal inmensa.
Para mantener este ritmo, era frecuente que se encargasen páginas de personajes exitosos a otros dibujantes, que no firmaban. Eran conocidos como el Bruguera Equip.
¿Alguna vez leíste una historieta en la que citaban al guionista? Bruguera Equip.
Pero en los años 80 las cosas comenzaron a complicarse. La sociedad empezó a cambiar, las ventas de tebeos bajaron y las cosas para Bruguera se pusieron muy mal.
Cada vez tardaban más en pagar a sus autores, cerraron revistas, reciclaban contenidos antiguos… y viendo la situación, algunos autores como Ibáñez, Raf o Escobar se marcharon a otras editoriales.
Concretamente estos tres, junto a Anna Maria Palé (editora de Briguera), se marcharon a Grijalbo, que puso en marcha la revista Guai! en 1986.
Como los personajes que les habían hecho famosos (Mortadelo, 13 Rúe del Percebe, Sir Tim O’Theo y Zipi y Zape) eran oficialmente propiedad de Bruguera, ellos no podían publicarlos.
¿Y qué hicieron? Plagiarse a sí mismos.
Raf, que en las revistas Bruguera publicaba las aventuras de un detective sherlockiano llamado Sir Tim O’Theo aquí pasó a dibujar a Mirlowe y Violeta, que también investigaban casos pero con estética de cine negro en vez de victoriana.
Por su parte, Ibáñez se llevó su casa del 13 Rúe del Percebe, pero como no podía dibujarla, la convirtió en una doble página con el nombre de 7 Rebolling Street.
Muchos de los vecinos clásicos se mantenían: la señora de las mascotas, el ladrón, la portera, la casera de realquilados, el gato y ratón, el de la alcantarilla… incluso un ascensor casi siempre estropeado.
Pero otros son nuevos: un banco, un taller de reparaciones (con aroma a Pepe Gotera y Otilio), un médico, unos oficinistas, hippies, un inventor…
Y por supuesto, marca Ibáñez, muchos gags recurrentes fuera de los inquilinos: el árbol, los edificios del fondo, la azotea, la calle…
Escobar era el autor de Zipi y Zape y también repitió fórmula en esta revista. Dos traviesos hermanos (esta vez no gemelos, aunque iban juntos a clase) llamados Terre y Moto.
En realidad, en sus primeras páginas Terre se llama Terry (quizás se planteó llamar Terry Moto a la serie) pero enseguida se busca una excusa para cambiarle el nombre que me fascina:
Aquí también hay cosas que cambian respecto a Zipi y Zape. Aquí el padre es delgado y la madre gorda, también hay un caco, un empollón en clase, un pelota… y por supuesto, son traviesos, les encanta el fútbol y sacan malas notas.
¿Os suena a algo? Una sutil pista:
Por último, los personajes estrella de Guai eran también de Ibáñez y los más relativamente originales: Chicha, Tato y Clodoveo, de profesión sin empleo.
Un grupo de tres amigos desempleados que vivirá diferentes aventuras según los empleos que les vayan buscando en la oficina del paro. Una trama muy actual en los 80.
Pero en el fondo sí que hay reaprovechamiento: Clodoveo se disfraza de cualquier cosa instantáneamente (como Mortadelo), mientras que Tato es bajito y cegato como Rompetechos.
Además, algunas de sus aventuras largas o gags están reciclados de aventuras de Mortadelo y Filemón, Pepe Gotera y Otilio o el Botones Sacarino.
La cosa es que mientras se publicaban estos nuevos personajes, en Bruguera seguían sacando revistas y aventuras recicladas y nuevas de Mortadelo. ¿Cómo? Con el Bruguera Equip.
Cuando Editorial Bruguera quebró y el grupo Z la compró (renombrándola como Ediciones B), siguieron estas prácticas. Publicaban la revista Mortadelo pero sin Ibáñez, firmando el «equipo B»:
Ibáñez, furioso porque siguieran vendiendo sus personajes, empezó una lucha legal para recuperar sus derechos, y mientras tanto iba metiendo puyitas en las tiras.
De hecho, seguro de su futura victoria, en 1987 Grijalbo e Ibáñez decidieron lanzar una revista con Mortadelo y Filemón en portada.
Todo un desafío a Ediciones B.
Eso sí, como la marca Mortadelo y Filemón era de Bruguera / Ediciones B, bautizaron la revista como Yo y Yo. Pero dejaban claro quiénes eran los «yoes»:
Está claro que esta revista se funda como provocación ante el grupo Zeta, que seguía publicando Mortadelos apócrifos en sus páginas. Con recadito de Ibáñez:
Y bueno, esta Z en el pasamontañas del terrorista tampoco es casualidad.
Sin embargo, la historia tiene un final feliz. Un año después, Ibáñez, Escobar y demás dibujantes llegaron a un acuerdo con Ediciones B y recuperaron sus personajes, eliminándose oficialmente los apócrifos desde entonces.
Así anunciaba la revista Mortadelo de Ediciones B la vuelta de Ibáñez en marzo de 1988. De hecho, la revista incluso cambiaba de logo y recuperaba el de su época de gloria en Bruguera:
Poco a poco los personajes «sustitutos» fueron abandonados. Quizás los niños que disfrutaron de Terre y Moto; Chicha, Tato y Clodoveo o el edificio de 7 Rebolling Street nunca imaginaron la lucha que había detrás.
Actualmente Ediciones B forma parte de Ramdom House, que recuperó (actualizando el logo) la marca Bruguera para toda su línea de tebeos, volviendo a editarlos con su nombre más mítico:
Tal día como hoy en 1999 anunciaron su fusión el Banco Santander y el BCH, dos de los mayores bancos de España.
Quizás recuerdes que su primera marca fue BSCH, pero esta imagen duró muy poco.
¿Conoces el porqué? #gamuhilo
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Hagamos un pequeño repaso por las dos marcas que se unieron.
El Santander aportaba el rojo, que llevaba toda la década de los 90 siendo su color de referencia (aunque hasta los 80 su color tradicional era el verde).
Por su parte, el azul era el color del BCH, que acababa de estrenar este nombre, por cierto. Este banco había nacido en 1991 como la unión del Banco Central y el Banco Hispano Americano. Su primer nombre fue Central Hispano...
Para el mundo, España es gastronomía, playas… y vino. ¿Sabías que somos el mayor exportador mundial de vino? ¿Y que la mayoría es @vinaalbali?
En este #GamuhiloRenombrado, la historia de una familia que desde Valdepeñas conquistó el mundo.
#Colaboración con @BrandsofSpain ❤️
Mencionábamos Valdepeñas pero realmente esta historia empieza en otro pueblecito de La Mancha, Villanueva de los Infantes.
Allí el matrimonio de Félix Solís y Leonor Yáñez tenían una carnicería, pero su auténtica pasión era el vino.
Y comenzaron a ahorrar para ello.
En 1952 se mudaron a Valdepeñas, ya famosa entonces por sus bodegas y hoy cuna de una de las Denominaciones de Origen más prestigiosas. El lugar perfecto para comenzar.
Allí compraron una pequeña bodega llamada “Casa del Huerto del Cura”, una casa solariega del siglo 17.
Telecinco está haciendo audiencias que no se veían desde 1990, el año de su nacimiento. La que fue la cadena líder hasta hace poco está en una crisis de audiencias sin precedentes.
Pero yo creo que detrás de esa crisis de audiencias hay algo mayor: una crisis de marca.
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Siempre digo que una marca es un cajoncito mental, un concepto con el que la gente asocia todo lo que sabe, cree saber, ha vivido o tiene prejuicios acerca de algo.
Y cuanto más reconocible, coherente e importante para nosotros sea ese cajoncito, más fuerte será la marca.
¿Qué es Telecinco? es una pregunta que en diferentes épocas ha tenido diferentes respuestas.
Hoy te voy a contar la historia de una empresa española que entendió tan bien para qué sirve el diseño que acabó cambiando su marca, su manera de trabajar... y la manera de trabajar del mundo.
Hoy hablamos de @actiu.
#gamuhiloRenombrado en #colaboración con @brandsofspain
"¿Que no tienes tele? ¿y hacia dónde miran tus muebles?"
La mítica frase de Joey en Friends tenía algo de razón. La llegada de la TV fue una de las mayores revoluciones del siglo 20 en cuanto al interiorismo de los hogares.
Y Actiu ya estaba allí.
Bueno, en realidad me he adelantado, porque Actiu nació en 1968 llamándose Creaciones Berbegal, fundada por (sorpresa) un joven Vicente Berbegal de 20 años.
Al principio era un pequeño taller de carpintería... pero pronto sería muchísimo más.