Pocos momentos tan fascinantes y luminosos en la historia occidental del textil como el triunfo del algodón estampado en el siglo XVIII.
Palampore, chintz, indianas... con una ornamentación floral exótica de colores brillantes y saturados.
📸Rijskmuseum (ca. 1750)
¿Mini hilo? 🧵
Conocido en Europa desde mucho antes, al algodón sólo se le daban usos menores, siempre supeditado a la calidad del lino.
Nadie contaba con los calicós estampados indios que comenzaron a llegar con las Compañías de las Indias Orientales.
📸Palampore, V&A (ca. 1700)
Frescos, lavables, de ejecución rápida y económica, los algodones estampados ponían en un brete a los nobles terciopelos cincelados, brocados y damascos y, con ellos, a una industria que era motor de la economía europea (lanas, sedas y linos).
📸Giardino, Génova. Met (ca. 1700)
Tanto es así que se prohibió su fabricación dando lugar a la conocida como "Guerra de las Indianas", una batalla incruenta donde los estados pretendían sujetar las ansias de moda de una población creciente y demandante de novedades.
📸Chintz pintado y teñido. V&A (s. XVII)
Los ingleses fueron los primeros en claudicar. Francia no se rendiría hasta 1760 a pesar de que, incluso M. de Pompadour –tan amante de las sedas que "era tutto frusciante nelle sue pieghe"–tenía revestidos muebles y paredes de ricas indianas.
📸Drouais. National Gallery (1764)
Pintadas a pincel, estampadas por bloques de madera, por mordientes o por reserva, con planchas o rodillos de cobre, estas indianas nos están contando una historia más compleja de lo que parece: nos hablan de un cambio fundamental de paradigma...
📸Chintz ingleses. V&A
Por primera vez, el uso jerárquico y suntuario de los tejidos, aquel que distinguía y elevaba al que lo llevaba por encima del resto, es abandonado en favor de un uso meramente estético.
Una nueva piel para una nueva sociedad.
📸Oberkampf, Toile de Jouy.
Sé que no sois muy de dibujos, pero ¿os imagináis mirar la vida con la misma delicadeza, el mismo sentido de la medida y de lo exquisito que un orfebre florentino del siglo XV?
La belleza no sería simplemente una categoría estética, sino una búsqueda vital, un compromiso.
1/11
La historia del mundo sería tan grande, tanto, que en ella cabría lo que pasó y lo que no, el dato y el sueño, aquellas cosas hermosas que nunca sucedieron y, aun así, merecen ser cantadas como deseara Oscar Wilde.
2/11
Paris y Helena se contarían secretos bajo un templete con aires de cantoría donatelliana...
3/11
Igual que equivoco, pero creo que no es un cuerpo desnudo lo que ha encendido los ánimos de Sevilla. Están más que acostumbrados, de hecho, ese es su lenguaje y su concepción de Cristo.
Creo que el problema es la individualización tan marcada del rostro y su...
(sigo)
identificación con alguien concreto, demasiado joven y con un tipo de belleza tremendamente actual (con todas las connotaciones que eso conlleva).
Los retratos "a lo divino" son difíciles de encajar porque no siempre lo particular expresa lo universal.
(sigo)
La imagen idealizada de Cristo no es más que un arquetipo, pero por eso mismo funciona, porque elimina los anclajes temporales y en una ciudad donde se convive a diario (lo sé, he vivido allí) con esta imagen, era obvio que se iba a producir esta reacción.
(ya termino, lo juro)
¿Por qué? ¿Por qué hoy, Día de los Inocentes, celebramos la matanza salvaje de cientos de niños gastando bromas? ¿Acaso nos hemos vuelto todos locos?
Pues sí, efectivamente.
¿Me seguís en un mini-HILO? 🧵
Como un Saturno devorando a sus hijos para evitar ser depuesto del trono, así Herodes el Grande mandó pasar a cuchillo a todos los menores de dos años de la ciudad de Belén y sus alrededores. Ellos eran el futuro amenazante, la prueba de su propia mortalidad.
Y, sin embargo, ¿qué hay menos amenazante que una criatura? ¿Qué hay más limpio que esa carne rosada y esa mirada grande? ¿Dónde hay mayor inocencia que en la niñez?
Yo os lo diré: en la locura.
Hay algo doloroso en la manera de entender el cuerpo masculino de los siglos XVI y XVII, una rotundidad de héroe, una sacralidad entreverada de espanto, una belleza que roza la catástrofe. Es atronadora como el mar, como el Océano.
¿Venís conmigo a Florencia?🧵
1/11
En los Jardines de Boboli, sobre el espejo verde del agua se alza un titán de casi tres metros, el padre de todos los ríos, de todos los mares, de todos los manantiales y pozos profundos como diría Homero. Es Océano. Y es Giambologna.
2/11
Sin embargo, a pesar de su tamaño o su potencia, es contenido, casi tímido, con su enorme mano cubriendo ligeramente su sexo. Desde una base mínima, inquietándonos como quiere el Manierismo, reina sobre el paisaje y sobre nosotros.
A sus pies, sus hijos.
3/11
Puede que no me creáis, pero también las sombras deslumbran; sombras tan densas y espesas que nos dejamos engullir por ellas como corderos fascinados, tan persuasivas que hasta la luz nos resulta un lugar incómodo y frívolo.
Pero la luz es la LUZ.
¿Venís conmigo?
Dentro HILO 🧵
Si habéis pasado por la Galería de Colecciones Reales os habréis dado cuenta: la Salomé de Caravaggio es como un pozo oscuro y prodigioso que atrae la mirada, la voluntad, el asombro y los suspiros de todos los visitantes.
Pero no vengo a hablaros de Caravaggio...
...sino de ellas, la "Herodías y Salomé" de Gerard Seghers que luchan a su izquierda por hacerse un hueco en vuestro afecto y vuestra memoria.
Y méritos no le faltan, os lo aseguro. Al lado de los tierras, los negros y los ocres de Caravaggio, el lienzo de Seghers parece arder.
Estás rota. No importa lo que digan mis ojos, yo sé que estás rota. Sé que te rompió el odio, que hombres como hienas se repartieron tus pedazos, que cientos de kilómetros separan tu corazón de tu mirada, que apenas sí eres un fantasma.
Yo contaré tu historia.
HILO 🧵
Tu misma existencia es un misterio. Aventuran los que de esto saben que eres obra del escultor Francesco Laurana y que te hizo en Nápoles hacia 1475 a imagen de una princesa que nunca llegó a ser reina. Su nombre —tu nombre, quizás—, Ippolita Maria Sforza.
Hija de los duques de Milán o, lo que viene a ser lo mismo, hija del poder, pagaste el peaje por serlo siendo casada con el hijo de un antiguo enemigo: Alfonso de Aragón, duque de Calabria y príncipe de Nápoles. Nunca dejarías de ser una extranjera en aquella corte.