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Fue encontrada en 1995 en una tumba de fosa en Pilos, cerca del Palacio de Néstor. Y no estaba sola. La acompañaban más de dos mil objetos que componían el que, probablemente, sea uno de los ajuares funerarios más ricos de la Edad del Bronce.
La historia del mundo sería tan grande, tanto, que en ella cabría lo que pasó y lo que no, el dato y el sueño, aquellas cosas hermosas que nunca sucedieron y, aun así, merecen ser cantadas como deseara Oscar Wilde.

identificación con alguien concreto, demasiado joven y con un tipo de belleza tremendamente actual (con todas las connotaciones que eso conlleva).
Como un Saturno devorando a sus hijos para evitar ser depuesto del trono, así Herodes el Grande mandó pasar a cuchillo a todos los menores de dos años de la ciudad de Belén y sus alrededores. Ellos eran el futuro amenazante, la prueba de su propia mortalidad. 
En los Jardines de Boboli, sobre el espejo verde del agua se alza un titán de casi tres metros, el padre de todos los ríos, de todos los mares, de todos los manantiales y pozos profundos como diría Homero. Es Océano. Y es Giambologna.
Si habéis pasado por la Galería de Colecciones Reales os habréis dado cuenta: la Salomé de Caravaggio es como un pozo oscuro y prodigioso que atrae la mirada, la voluntad, el asombro y los suspiros de todos los visitantes.
Tu misma existencia es un misterio. Aventuran los que de esto saben que eres obra del escultor Francesco Laurana y que te hizo en Nápoles hacia 1475 a imagen de una princesa que nunca llegó a ser reina. Su nombre —tu nombre, quizás—, Ippolita Maria Sforza.
más de quinientos años nos separan de ella. Custodia, eso sí, un jardín secreto al más puro estilo de Rivendel o Lothlorien, solo que aquí, en lugar de elfos, viven todas las Virtudes, en lugar de la dama Galadriel, reina la diosa Minerva.
Así lo pensaron las mujeres de Dijon cuando llegué allí desde mi Venecia natal, con mis pocos bienes a la espalda, un pequeño violín con que ganar el pan de un día y la insensata alegría de los veinte años. A todas quise, con todas bailé, a todas rompí el corazón o eso dicen.
Quien haya contemplado el torso del Belvedere, quien lo haya rodeado sin apenas respirar, sabe de lo que hablo. La potencia y la fuerza que se desprenden de este apenas trozo de piedra es solo comparable a una tormenta. Trasciende la idea de belleza. Te aturde.
Esta historia comienza con una carta y un deseo, el de Bernardetto Minerbetti, obispo de Arezzo. En ella le pedía a su amigo Giorgio Vasari una representación de la Paciencia pues la había elegido como emblema personal. Y, como pedir es gratis, pidió que colaborase Miguel Ángel.
Su tumba fue excavada en 1846 en la necrópolis de Ponte Rotto, en la antigua ciudad etrusca de Vulci (provincia de Vitervo). El área había sido regalada por el papa Pío VII a Lucien Bonaparte, hermano del emperador. El poder inclinándose ante otro poder más grande. 
Empezamos nuestra historia en las calles de Toledo, en el rincón donde se emplazaba el Hospital del Nuncio Viejo, institución fundada en 1483 y dedicada a recoger y dar asilo a los locos de la ciudad, no para curarlos, sino para darles techo y alimento y sacarlos de las calles.
A ambos extremos de la Sala Grande de la Galleria Colonna se abren dos salas más pequeñas que guardan píldoras de un poder menos estruendoso, pero, quizás, más duradero: el que ejerció un solo hombre sobre una idea, la de la belleza.
Poco se podía imaginar Piranesi cuando grabó su Foro de Nerva en 1757 que poco más de un siglo después se convertiría en el escenario de una abominación, que entre sus piedras desmoronadas se desmoronarían también las leyes naturales más básicas.
¿Por qué este color que a nadie disgusta se asocia a la tristeza? Si es el color del cielo, del mar, de los ojos bonitos...
«de todo [...] huye el sabio, ya que él no necesita saber cómo se vive en la esperanza o en
Se dice que, cuando en 1589 Felipe II encargó a Lavinia Fontana esta Virgen del velo, la pintora se inspiró en la Madonna de Loreto rafaelesca (copia en el Louvre) y en la Madonna del velo de Sebastiano del Piombo.
Dejadme que celebre a Francesco Mochi y la timidez de María, el desequilibrio pequeño y la belleza enorme que se esconden en Orvieto. Alguien debería enseñarle a ese ángel a llamar antes de entrar, pero ¿quién se aguanta las ganas de anunciar el Barroco?

Reconocéis la secuencia, ¿verdad? El héroe de la resistencia, Víctor Laszlo, se enfrenta a las fuerzas de ocupación nazi en un duelo incruento pero definitivo: frente al «Die Wacht am Rhein» alemán, el himno a la libertad: la Marsellesa.
Goethe hablaba con dos símbolos conocidos llenos de significado: el cubo es la firmeza, lo que no se tambalea ni titubea, el cimiento firme. La esfera es lo mudable e imprevisible porque nunca sabemos qué dirección tomará.