Vivo a unas cuadras del Metro Olivos, he usado el Metro miles de veces. No puedo dejar de pensar lo injusto que es, siempre castigan a estas zonas de la ciudad. Diario veías a las personas regresando bien puteadas del trabajo. Del otro lado los que iban a trabajar de noche.
El Metro es el alma de la ciudad, por eso duele tanto y tan cabrón, por eso indigna y llena de rabia, porque esa es la ciudad de los que vivimos en la periferia. De los amantes que no tienen para el Uber o las familias que vienen de chingarle para comer.
Vivir en esta zona ha significado saber de primera mano que las autoridades viven en ciudades utópicas, donde el pobre es bueno y feliz. Mientras ellos desayunan y cierran tratos en Polanco, la periferia sigue golpeada por un lenguaje rancio y promesas muertas a la luz de lo real
Esta gente no sabe lo que es tener miedo de caminar en una calle oscura, de perderlo todo en un sismo, no saben lo que es buscar a un familiar entre los escombros. Su conocimiento es llegar, tomarse una foto y dormir en una cama custodiada y cómoda.
Espero que todos encuentren en su vida el dolor que han causado, que sus familias sufran lo que hoy sufren las familias que mantienen de pie ésta pinche ciudad.
Qué predecible es el discurso de las autoridades, un suceso aislado, una mala racha, un complot y uso político de una tragedia. Es el mismo discurso que recuerdo desde la muerte de Colosio. Nunca hay alguien que admita tener una culpa, una responsabilidad.
Qué asco me provoca la clase política mexicana.
Qué piensan la política y el servicio público como un vulgar juego de acusaciones infantiles y exhibicionismo trágico.
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