“Ahora bien, la codicia y el orgullo de Sauron crecieron, hasta que no tuvieron límites, y decidió convertirse en el amo de todas las cosas de la Tierra Media, y destruir a los Elfos, y maquinar, si le era posible, el derrumbe de Númenor.
No toleraba libertad ni rivalidad alguna, y se designó a sí mismo Señor de la Tierra. Una máscara podía llevar todavía, con el fin de engañar los ojos de los Hombres, si así lo deseaba, que lo hada parecer sabio y hermoso.
Pero prefería dominar por la fuerza y el miedo, si se lo permitían, y los que advirtieron cómo su sombra se extendía sobre el mundo lo llamaron el Señor Oscuro, y le dieron el nombre de Enemigo;
y Sauron dominó otra vez a todas las criaturas malignas de los días de Morgoth que aún quedaban sobre la tierra o debajo de ella, y los Orcos le obedecían, y se multiplicaron como moscas. Así empezaron los Años Oscuros, que los Elfos llaman los Días de la Huida”.
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“Fue más fácil engañar a los Hombres. Los que llevaron los Nueve Anillos alcanzaron gran poder en su época: reyes, hechiceros y guerreros de antaño.Ganaron riqueza y gloria, aunque sólo daño resultó. Parecía que para ellos la vida no tenía término, pero se les hacía insoportable.
Podían andar, si así lo querían, sin que nadie de este mundo bajo el sol llegara a descubrirlos, y podían ver cosas en mundos invisibles para los Hombres mortales; pero con no poca frecuencia veían sólo los fantasmas y las ilusiones que Sauron les imponía.
¿Y si nos remontamos al inicio de los tiempos y rememoramos la creación del Anillo Único?
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“Ahora bien, los Elfos hicieron muchos anillos, pero Sauron hizo en secreto un Anillo Único, para gobernar a todos los otros, cuyos poderes estarían atados a él, sujetos por completo a él, y durarían mientras él durase.
Y gran parte de la fuerza y la voluntad de Sauron pasó a ese Anillo Único; porque el poder de los anillos élficos era muy grande, y el del que habría de gobernarlos tendría por fuerza que ser aún más poderoso; y Sauron lo forjó en la Montaña de Fuego en la Tierra de la Sombra.
Todos tenemos grabado en la retina la escena de Gandalf y el Balrog. Así es relatada la escena en los libros. Os aconsejo que leáis detenidamente y disfrutéis:
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“-¡Ay, ay! -se quejó Legolas-. ¡Un Balrog! ¡Ha venido un Balrog
Gimli miraba con los ojos muy abiertos.
-¡El Daño de Durin! - gritó y dejando caer el hacha se cubrió la cara con las manos.
-Un Balrog -murmuró Gandalf-. Ahora entiendo.
-Trastabilló y se apoyó pesadamente en la vara.- ¡Qué mala suerte! Y estoy tan cansado.
La figura oscura de estela de fuego corrió hacia ellos. Los orcos aullaron y se desplomaron sobre las losas que servían como puentes. Boromir alzó entonces el cuerno y sopló.
¿Recuerdas la famosa escena de Gandalf buscando pruebas sobre el Anillo Único entre decenas de pergaminos? Ciertamente, en los libros, Isildur sí que dejó un pergamino. He aquí la descripción del Anillo Único, según Isildur:
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“Estaba caliente cuando lo tomé, caliente como una brasa y me quemé la mano, tanto que dudo que pueda librarme alguna vez de ese dolor. Sin embargo se ha enfriado mientras escribo y parece que se encogiera, aunque sin perder belleza ni forma.
Ya la inscripción que lleva el Anillo, que al principio era clara corno una llama, se ha borrado y ahora apenas puede leerse. Los caracteres son élficos, de Eregion, pues no hay letras en Mordor para un trabajo tan delicado, pero el lenguaje me es desconocido.
¿Sabías que detrás de todo lo que ocurre en la obra de Tolkien, está la mano divina? (Tolkien así lo quiso). Te lo demuestro aquí.
El concilio de Elrond y el propósito divino en la obra de Tolkien:
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Dejando claro en primer lugar que Tolkien detestaba las alegorías y que su obra no es una alegoría de absolumente nada, (ni de la guerra, ni del cristianismo, ni de la Iglesia…), procedo a explicar un punto importantísimo en la obra de Tolkien.
Hablo de la idea de Dios y el propósito divino. Detrás de todo lo que ocurría en la Tierra Media, estaba Eru Ilúvatar, el Dios Único, creador de Arda y de todo lo existente. He aquí un párrafo que demuestra lo dicho. Habla Elrond, (pasaje de “El concilio de Elrond):