Durante las primeras semanas de agosto de 1914, enormes multitudes se agolpaban en las redacciones de los principales diarios del país para conocer las noticias llegadas desde Europa sobre la guerra. Miles de argentinos y de residentes terminarían peleando en el conflicto.
Se estima que más de 40.000 argentinos y de residentes en el país fueron a luchar a Europa. La mayoría de los soldados fueron reclutados por su origen nacional. Muchos argentinos se enrolaron de forma voluntaria para pelear por el país de sus padres o abuelos.
La mayoría de estos soldados luchó para las fuerzas de la Entente (principalmente Reino Unido, Francia e Italia) aunque también hubo hombres de las comunidades alemanes y austro-húngaras que pelearon para las Potencias Centrales.
Tras la guerra, muchos soldados retornaron al país triunfalmente como el caso del héroe de guerra francés Almandos Almocid y el de Italia Eduardo Alfredo Olivero. No se sabe con exactitud la cifra de bajas de argentinos en la guerra.
Más fotografías de argentinos que fueron voluntariamente a servir a sus respectivos países natales o de ascendencia.
Una vez finalizada la guerra, las sociedades Británicas, Franceses e Italianas en la Argentina hicieron grandes banquetes y celebraciones por la victoria en la contienda y por supuesto la finalización de la misma.
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El 25 de septiembre de 1940, Federico Pinedo, ministro de Hacienda del gobierno del vicepresidente Ramón S. Castillo, presenta ante el Congreso Nacional el programa integral económico conocido como el "Plan Pinedo", semanas después de haber asumido el Ministerio de Hacienda por segunda vez.
El 2 de septiembre de 1940, Federico Pinedo volvía a asumir como ministro de Hacienda, ahora, en el gabinete del vicepresidente, a cargo del Poder Ejecutivo, Ramón S. Castillo.
En ese mismo año, antes de asumir el cargo, Pinedo había propuesto el "Plan de Reactivación Económica", pensado luego de las consecuencias causadas en la economía argentina desde 1938 por la baja de las exportaciones a Europa debido al rearme europeo y a la posterior guerra que afectó al continente.
El programa económico conocido como el "Plan Pinedo" contenía medidas destinadas a apuntalar la demanda interna para los productos tradicionales que ahora no se podían exportar; la financiación a privados (ya sean industrias, cooperativas, etc.) para la construcción de viviendas populares por el Banco Central a 25 años de plazo; revisar las tarifas aduaneras que gravaban las materias primas con derechos superiores a los de productos terminados, afectando especialmente a la maquinaria agrícola; promover la adquisición por parte del gobierno de los saldos exportables agrícolas no colocados.
El 24 de septiembre de 1874 se iniciaba la revolución de 1874 tras las acusaciones de fraude electoral que los dirigentes del Partido Nacionalista, liderados por el general Bartolomé Mitre, vertieron al gobierno de Domingo Faustino Sarmiento tras la comicios legislativos y presidenciales de febrero y abril de 1874. Fue la primera de las cuatro revoluciones que se levantaron contra gobiernos constitucionales (las siguientes fueron en 1890, 1893 y 1905) en reclamo de elecciones libres y democráticas.
En los últimos tiempos de la presidencia de Sarmiento se empezó a barajar quien podía ser su sucesor. Entre esos con más posibilidades se encontraba por el oficialismo Adolfo Alsina y Nicolás Avellaneda, quien sirviera como ministro de Justicia e Instrucción Pública de Sarmiento. Por la oposición el candidato más fuerte era Bartolomé Mitre, del Partido Nacionalista, quien desde el senado se había convertido en una de las principales voces de la oposición al gobierno de Sarmiento.
En 1872 escribió Avellaneda: “Como un rumor naciente, como el soplo de ligera brisa, como un arrebol ligero que se extiende sobre el cielo azul, empieza a hablarse de la candidatura del general Mitre para la futura presidencia de la República. Es todavía un murmurio, un ruido de olas, un cuchicheo entre íntimos, una esperanza secreta que sube a los labios en aspiraciones apenas formuladas”.
El 23 de septiembre de 1955, ocho días después del comienzo del golpe de Estado que destituyó al presidente Juan Domingo Perón, el general Eduardo Lonardi asumía como presidente "provisional" de la Nación, ante una Plaza de Mayo repleta de espectadores.
Su gobierno duró menos de dos meses tras el golpe interno del sector liberal del Ejército, comandado por el general Pedro Eugenio Aramburu, y Lonardi fallecería en marzo de 1956 debido a un cáncer que lo afectaba hace tiempo.
Aquí un fragmento del noticiero "Panamericano" que ilustra como fue la jornada del 23 de septiembre de 1955 con la asunción de Lonardi a la presidencia luego del golpe de Estado y que muestra la liberación de los presos políticos, primera medida del gobierno de surgido de la autodenominada Revolución Libertadora.
Una vez que Lonardi asumió el gobierno comenzaron las luchas internas entre liberales y nacionalistas dentro del gobierno surgido de la Revolución Libertadora. El gran problema que tenía el nuevo gobierno era como manejar la herencia de Perón: el apoyo de las masas, las instituciones y las políticas puestas en vigor en el país durante la última década.
El nuevo presidente comenzó su administración nombrando en los cargos principales a amigos y participantes de la lucha antiperonista, sin interés por sus opiniones políticas. El resultado fue un gobierno con predominio de civiles en el nivel ministerial, pero que no compartía un mismo enfoque respecto de los problemas del momento.
El 20 de septiembre de 1880, el Poder Ejecutivo Nacional, bajo la presidencia de Nicolás Avellaneda, puso bajo jurisdicción federal el territorio de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, hasta entonces capital de la Provincia de Buenos Aires.
El 21 de septiembre, el Congreso Nacional sancionó la ley 1.029, que federalizó definitivamente el territorio de la Ciudad de Buenos Aires, convirtiéndola en la capital de la República Argentina.
Los intentos de establecer a la Ciudad de Buenos Aires como capital del país datan de 1826, cuando durante la presidencia de Bernardino Rivadavia, el Congreso dictó una ley de Capitalización que dispuso que la ciudad y una amplia región circundante quedara "bajo la inmediata y exclusiva dirección de la Legislatura Nacional y del Presidente de la República". El territorio a nacionalizar estaba establecido en el artículo 6 de la ley: "Corresponde a la capital del Estado todo el territorio que se comprende entre el puerto de las Conchas y el de la Ensenada; y entre el Río de la Plata y el de las Conchas, hasta el puente llamado de Márquez, y desde éste, tirando una línea paralela al Río de la Plata, hasta dar con el de Santiago."
Ante la resistencia del gobernador Juan Gregorio de Las Heras, quien envió la cuestión a la Junta de Representantes, Rivadavia decretó la extinción de la Provincia de Buenos Aires, todo cuyo territorio pasó entonces a depender del poder central. La decisión despertó un fuerte rechazo de los ganaderos bonaerenses y es considerada una de las medidas centralistas que precipitaron la caída de Rivadavia. Tras su renuncia el Poder Ejecutivo Nacional cesó en su existencia, la ley de Capitalización perdió vigencia y fue restablecida la Provincia de Buenos Aires.
El 19 de septiembre de 1945 tuvo lugar en Buenos Aires, la Marcha de la Constitución y la Libertad, para reclamar por el fin del gobierno militar, encabezado por el general Edelmiro J. Farrell y el coronel Juan Domingo Perón, que gobernaba al país desde el golpe de Estado del 4 de junio de 1943.
La Marcha de la Constitución y la Libertad tuvo como consignas: la "Entrega del gobierno nacional al presidente de la Corte Suprema de Justicia, como la manda la ley de acefalía. Elecciones inmediatas y libres sin estatuto de Partidos Políticos y sólo de acuerdo a la ley Sáenz Peña. Ni gobierno del Ejército, ni gobierno en nombre del Ejército".
Debido a la cantidad de personas que asistieron, la Marcha fue catalogada como un éxito, a pesar de la huelga general de transportes que habían declarado los sindicatos peronistas para obstaculizarla. Más de 250.000 personas se movilizaron desde Plaza del Congreso hasta Plaza Francia, bajo banderas con los retratos de Bernardino Rivadavia, José de San Martín, Bartolomé Mitre, Domingo F. Sarmiento, Juan Bautista Alberdi, Mariano Moreno, Manuel Belgrano, Justo José de Urquiza, y Roque Sáenz Peña.
El 17 de septiembre de 1861, tuvo lugar la Batalla de Pavón, sobre las orillas del arroyo Pavón al sur de la provincia de Santa Fe, en la cual las fuerzas de la provincia de Buenos Aires, junto a sus aliados liberales de las provincias, comandadas por el general Bartolomé Mitre, derrotaron a las fuerzas federales de la Confederación Argentina, que lideraba el general Justo José de Urquiza.
La derrota de la Confederación vino después que Urquiza se retirará del campo de batalla y dejará el campo abierto al ejército porteño, que se había retirado hacia San Nicolás de los Arroyos. Mitre decidió entonces consolidar su posición para marchar luego sobre Santa Fe. El 4 de octubre inició su avance sobre Rosario con 13 000 hombres y 42 piezas de artillería, ciudad que ocupó una semana después.
En 1859, nuevos conflictos entre la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires llevaron a una nueva guerra civil, donde Urquiza, comandando los Ejércitos de la Confederación, venció a las fuerzas de Buenos Aires, comandadas por el coronel Bartolomé Mitre, en la batalla de Cepeda.
Durante esos momentos, Urquiza hubiera podido entrado a Buenos Aires y tomar el poder, pero decidió acampar en las tierras del partido de San José de Flores y desde allí presionar al gobernador Valentín Alsina, que se negaba a negociar ninguna concesión y por ese motivo fue presionado por la Legislatura de Buenos Aires a renunciar a su cargo, siendo reemplazado por Felipe Llavallol.