Los científicos en México deben mejorar sustancialmente sus capacidades organizacionales y políticas para definir las políticas públicas en #ciencia e #innovación tecnológica, bajo esquemas más participativos/democráticos y menos elitistas/ individualistas. Abro hilo...
La comunidad científica tiene una organización deficiente, fragmentada y cupular que no ha podido responder adecuadamente a los intereses que hoy requiere el quehacer científico. Nuestra organización y actividad política debe transformarse radicalmente.
La construcción de una identidad política de la comunidad científica que sea un pilar para la lucha y la defensa de nuestros intereses, permitirá abatir el individualismo y la competitividad que en su máxima expresión han sido tan perjudiciales para nuestra fuerza social.
Por ello, la representación científica no puede ser cupular (SNI II/III) o central (UNAM vs. universidades públicas estatales). Requerimos esquemas que abatan la desigualdad y que construyan espacios de encuentro entre todos los segmentos de científicos, incluyendo estudiantes.
La meritocracia que domina la academia debe tener contrapesos internos que eviten, tanto sesgos preferenciales injustificados hacia los científicos/grupos más consolidados, como una desconexión de estos con la realidad que viven los estudiantes y científicos más jóvenes.
Los científicos jóvenes que ingresan a una institución pública deberían ser recibidos por una ecosistema que procure su bienestar, pero lo más frecuente es que no ocurra así y que el abandono sea una prueba de fuego institucional para reconocer si eres digno o no de permanecer.
Las instituciones deben sumar la experiencia de los más habilitados con la vivencia de quienes inician su trayectoria. Así, se pueden impulsar políticas conjuntas y consensuadas, más justas y equitativas, que combatan el agandalle y favorezcan el trabajo colaborativo.
Hoy sufrimos de una lucha de poder entre cúpulas científicas, independientemente de si hubo o no desvío, esto causa daños colaterales al resto de la comunidad científica. Si el gobierno apreciara nuestro sistema de ciencia, esto no habría escalado al nivel al que ha llegado.
¿Por qué nuestra defensa de los 31 científicos no se ha dado en igual magnitud ante los agravios que desde hace años sufren miles de científicos sin apoyo o plazas? ¿otros tantos estudiantes sin becas? Simple, porque las cúpulas tienen medios para defenderse, el resto no.
Urge construir una democracia en la comunidad científica donde sus representantes no se la adjudiquen sólo por su productividad científica sino que sea ganada por su compromiso demostrado con los intereses de la amplia comunidad académica. Ser SNI II/III no lo garantiza.
Todo depende si estamos listos para participar en la toma de decisiones o si seguimos optando por tlatoanis que decidan por nosotros. Ya es momento de asumir mayor responsabilidad para definir lo que ocurre con la ciencia en México, empecemos por nuestras instituciones.
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