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Oct 7, 2021 62 tweets 23 min read Read on X
Tal día como hoy, 7 de octubre de 1571, la flota de la Liga Santa vencía a la flota otomana en el golfo de Patras. "La más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros". Una de las tres grandes batallas navales de la historia. Lepanto.
La joya del imperio bizantino, Constantinopla, había caído bajo la bota del Turco en 1453. Así, gracias a la tecnología de navegación bizantina se produjo una meteórica extensión de la influencia militar y política de los otomanos en el Mediterráneo Oriental.
Los turcos no eran malos navegantes, de hecho, siempre habían tenido flotas importantes, pero sería con el dromon bizantino y con las cartas esféricas de los sabios de Bizancio que conseguirían navegar ríos y costas con más solvencia. Esto daría lugar al desarrollo de la galera.
La expansión del Turco en el Mediterráneo a partir del siglo XV no supuso un gran problema para las potencias italianas, fundamentalmente comerciales, sino todo lo lo contrario, Venecia rápidamente comerció con los otomanos, saliendo muy beneficiada en la importación de especias.
Sin embargo, al conseguir los portugueses rodear el cabo de Buena Esperanza y llegar a la India por vía marítima, se rompió el monopolio turco-veneciano de la Ruta de la Seda y sus riquezas. Además, los sultanes otomanos en seguida pusieron su interés en extenderse hacia Europa.
Las razones son variadas, pero influyó el tener su frontera Este en contacto con la también expansiva Persia. Esto llevó definitivamente al establecimiento de una frontera terrestre a la altura del Danubio, quedando los Balcanes en manos turcas. Pero el gran problema vino después
La doctrina naval de finales del siglo XV italiana, y europea, establecía "antemurales", territorios defensivos alejados de las fronteras naturales de la nación. En el caso de Venecia, Chipre, la costa Dálmata y los archipiélagos griegos. Así, se mantenía al enemigo a distancia.
Aquí entraría en colisión el expansionismo turco con la defensa naval veneciana. En el caso de España, históricamente más tendente al Atlántico, el imperio otomano no era un problema ya que sus intereses eran principalmente mediterráneos. Sin embargo, esto no era del todo cierto.
España había establecido sus propios antemurale en el Norte de África a finales del siglo XV, tras la toma de Orán, Ceuta y Melilla, e incluso podrían considerarse que Sicilia y Cerdeña hacían las mismas funciones defensivas más al Este. Pero había un gran problema.
Desde la expulsión de los musulmanes al caer Granada, muchos de ellos se habían establecido con su rica tecnología y fortunas en plazas del Norte de África, fundamentalmente Argel y Túnez. Desde allí, se financiaba uno de los negocios más rentables de la época: los esclavos.
El pillaje sobre las ricas zonas costeras del Levante español, sus rutas marítimas y la captura de esclavos cristianos, por los que se pedía rescate, era casi el único ingreso que tenían las regencias de Argel y Túnez, al frente de las cuales estaba un dey, títere de los otomanos
Así, los otomanos no tenían necesidad de enviar su propia flota al Mediterráneo Occidental, dominio español, sino que exclusivamente mandaban hombres de refuerzo y financiaban a los piratas y corsarios de Bebería para atacar las costas españolas.
Carlos V decidió acabar con ellos, y se organizaron varias expediciones contra Argel y Túnez. En 1510, 16.000 infantes españoles bajo mando de García de Toledo tomaban la isla de Yerba, plaza fuerte berberisca. Pero estas cabezas de invasión eran insostenibles, y se recuperaban.
Con los italianos de perfil hasta ese momento y Francia cediendo Tolón como base de operaciones turca, llegaría Felipe II al trono, y con él el impulso de continuar con la labor de su padre. Para ese tiempo, Trípoli había caído, y Malta había estado cerca de no ser por España.
Sería el papa Pío V el principal impulsor de una gran flota contra el Turco, jugando una baza muy sabiamente: el dinero. El Papado realizaba contribuciones monetarias para defensas de la Cristianada, así el subsidio era una parte de la renta eclesiástica que recibía Venecia.
Normalmente era de 1/10 pero literalmente el papa la dobló. En el caso de España, Pío V dio indulgencias de Cruzada a la operación, lo que llevaba que Felipe II tuviera un menor diezmo y préstamos de los bancos genoveses a muy bajo interés, favorable para sus intereses militares.
Además, las 3 revueltas moriscas, que recibían apoyo militar y suministros desde Argel, supuso un acicate cuando estalló la de la Granada en 1568. En ella se destacó muy eficientemente un joven general, don Juan de Austria. Sin embargo, poco después, el Turco ya estaba en Chipre.
Chipre era el último de los Estados Cruzados, pero el sultán Selim II quería hacerse con él. En julio de 1570, los otomanos cercan Nicosia con 100.000 hombres, que cae al poco tiempo. Si bien, Famagusta aguantaba el asedio. El papa llama al auxilio de la ciudad portuaria.
Se forma una gran flota de rescate de Chipre, acudiendo España (Imperio Hispánico), Venecia y las fuerzas papales. Sin embargo, se produce una epidemia de tifus y la flota queda mermada, uniéndose esto a las tiranteces entre venecianos y genoveses, potencias contrapuestas.
La flota se desbanda. Sin embargo, mayo de 1571, el papa ampara una gran coalición de príncipes, la Liga Santa, llamando a la defensa de la Cristiandad a todas las naciones católicas, negándose Francia y Portugal. Acuden: España, Venecia, Génova, Toscana, Saboya, y varias órdenes
También Parma y Urbino. Entre las órdenes, los caballeros de San Juan, ahora de Malta, San Lázaro y San Esteban, y por supuesto los Estados Pontificios. Respecto a las cláusulas hubo cierto debate: pues el objetivo veneciano era atacar a los turcos y reconquistar las islas.
Mientras que para España, lo era borrar Berbería del mapa. Finalmente se decidiría que la expedición sería anual y cumpliría ambos objetivos. Otras cláusulas incluían que España correría con 1/2 de los gastos, 1/3 Venecia y 1/6 el papa y que el generalísimo sería don Juan.
La razón es doble: quien pone el dinero manda, y, por propio entendimiento de la guerra, se necesitaba alguien cercano a la autoridad de un rey que no fuera discutido por los otros capitanes generales, que serían Agostino Barbarigo por Venecia y Juan Andrea Doria por Génova.
Así, a Mesina llegarían: 66 galeras imperiales (14 españolas), 106 venecianas y 6 galeazas, 12 pontificias, 11 genovesas y 90 de armadores privados, además de otras tantas naves de transporte y suministro. En total: unas 300 naves. En hombres, unos 91.000.
La mayor parte serían galeotes o remeros, 45.000, 13.000 marineros, y España contribuía con la mayor parte de los soldados: 20.300, de los cuales 8.000 eran españoles, 5.000 italianos y 5.000 alemanes, del total de 34.000 hombres de armas de la flota. Y los mejores generales.
Don Juan de Austria era un militar capaz y tenía carisma pero era joven, por lo que se decidió que debía acompañarle el que sería el hombre en la sombra: Luis de Requesens, marino audaz y mejor estratega, y también Álvaro de Bazán, el mejor marino de su época.
Por el lado de la escuadra, se organizaría en 4 cuerpos: Cuerpo Derecho, 54 galeras, verde, Doria; Cuerpo Izquierdo, 53 galeras, amarillo, Barbarigo; Centro, 64 galeras, azul, don Juan; Socorro/reserva, 30 galeras blanco, Bazán. El pabellón de la Liga Santa lo llevaría don Juan.
Cada uno de los cuerpos además llevaría dos galeazas venecianas, plataformas de artillería al modo de baterías flotantes, de escasa maniobrabilidad y poco útiles en general. Así, era la flota aliada que se encontraba en Mesina y partió en busca del Turco en dirección a Grecia.
Al llegar a Corfú se produjo un consejo de guerra para tratar los pormenores del asunto. Don Juan, viendo el estado de algunas galeras venecianas, construidas con prisa, decidiría entonces serrar los espolones, ya arcaicos, y aprovechar así la elevación del disparo.
También decidió embarcar a 4.000 de los infantes españoles en galeras venecianas y papales para compensar la falta de soldados que tenían los italianos. En cada galeaza ordenó embarcar 500 arcabuceros españoles. La fuerza de choque en el cuerpo a cuerpo sería española.
El 30 de septiembre, la Liga Santa dejaba Corfú e iba a buscar al Turco, que se había refugiado en sus castillos al amparo del golfo de Lepanto. Sin embargo, surgiría un problema que puso de manifiesto las tensiones internas entre cristianos y casi frustra la batalla de Lepanto.
Hubo un problema de mando en una galera veneciana entre el capitán de mar de la galera, italiano, y el capitán de la tropa imperial embarcada, saldándose con un duelo. En el duelo el italiano fue herido. El almirante veneciano Sebastiano Veniero mandó ahorcar al capitán español.
La tropa española está a punto de amotinarse y tiene que convocar urgentemente un consejo de guerra don Juan. En él, excluye a Veniero y trata con Barbarigo. Doria es partidario de abandonar a los venecianos por su ofensa, y así lo ven casi todo los generales españoles. Menos uno
Es Álvaro de Bazán quien salva la situación llamando a la cordura, pues el objetivo es batir al Turco y no pelear entre ellos. Al poco tiempo la flota se presentaba en Lepanto pidiendo batalla a la flota turca de Alí Pachá, de 300 naves y 120.000 hombres, siendo 50.000 soldados.
La flota otomana llevaba también 15.000 marineros y 55.000 galeotes esclavos cristianos. El cuerpo derecho era de Mehemet Bey Siroco, el izquierdo del corsario berberisco Uluj Alí, el centro de Alí Pachá y la reserva de Amurat Dragut. En centro llevaba la bandera de los Califas.
Dentro de la escuadra turca iba un heterodoxo conglomerado de tropas turcas, sirias, balcánicas y berberiscas, muchos de ellos corsarios. También un cuerpo de jenízaros, los mejores combatientes de su época junto con los tercios españoles. Y en tecnología nada tenían que envidiar
Sin embargo, contaban con dos grandes diferencias que sería decisivas: las tropas imperiales iban acorazadas con medias armaduras y usaban arcabuces, mientras que los turcos llevaban armadura ligera y usaban arcos con veneno. Y, parte de sus naves no eran galeras sino galeotas.
El sultán Selim II había ordenado a Alí Pachá buscar el combate, y cuando se presentaron los cristianos en Lepanto así lo hizo el turco, disparando un cañonazo desde su galera La Sultana, aceptando don Juan desde La Real. Iba a empezar una de las grandes batallas del a historia.
Entonces, Luis de Cardona, caballerizo mayor, recorrió la escuadra animando a los hombres, y don Juan se puso de rodillas en La Real y se puso a rezar pidiendo por la victoria, siguiéndole sus hombres y el resto de la flota. Al levantarse, el viento estaba cambiando.
Pasó a soplar un viento Oeste, que obligó a la flota turca a ir a remo y ceñirlo si querían llegar hasta la flota católica. Las dos flotas ya estaban en formación de combate, en águila la cristiana, con un centro, dos alas y una retaguardia, y en media luna la turca.
Quiso la fortuna que al hacer avanzar al centro las galeazas venecianas, frente a la flota, una de ellas volara de un disparo a una galeota turca, causando miedo en el enemigo. Aquí, se empezó a ganar la moral de la batalla. Entonces, las maniobras se sucederían.
La derecha turca de Siroco trataría de sobrepasar el ala izquierda de Barbarigo, aprovechando su menor calado para envolverle. Sin embargo, Barbarigo estaría atento y los interceptaría, llegando en su apoyo Padilla con parte del socorro de Bazán para tapar el centro.
En el centro se libraría verdaderamente la batalla, buscándose las dos capitanas: La Sultana y La Real. En un primer momento las galeazas centrales rompería la formación turca, pero finalmente serían pasadas y se llegaría al cuerpo a cuerpo. Ahí, los arcabuceros serían letales.
Los jenízaros trataría un asalto sobre La Real pero serían barridos por la superior artillería cristiana, conteniendo su empuje los infantes españoles con sus medias picas. Después, serían los imperiales los que lanzarían la ofensiva sobre La Sultana, retrocediendo los jenízaros.
El resto de galeras centrales comenzaron a dar apoyo a La Real, mandando hombres a través de pasarelas y evitando que la capitana fuera rodeada por las fanales turcas de Alí Pachá. Se empezaba a ganar el centro. Sin embargo, se iba a producir una maniobra que podía cambiarlo todo
El ala izquierda de Uluj Alí, tras derrotar una por una a las galeras de Malta, lo que le llevó tiempo y bajas, aunque recibieron el apoyo de Cardona, entonces comenzó una maniobra de flanqueo. Las galeras napolitanas y sicilianas se agruparon con el extremo derecho, con Doria.
El cuerpo de Uluj Alí, entonces, se abre buscando mar abierto, tratando de sobrepasar el ala derecha cristiana de Doria y envolverla para llegar al centro y socorrer a su almirante, o bien destruir el cuerpo genovés de Doria. Juan Andrea Doria realiza una maniobra dudosa.
Se abre para evitar ser desbordado, o quizás huye, no se sabe. Pero lo que ocurre es que deja un hueco importante entre su cuerpo y el centro, y eso lo ve Uluj Alí, que inmediatamente vira buscando entrar en la formación de la Liga Santa por él. Y casi lo consigue.
Álvaro de Bazán ve la maniobra desde la retaguardia de su escuadra de socorro, y envía sin dudarlo a lo que le queda de reserva para tapar ese hueco. Así, las galeras de la reserva, todas españolas, dan la vela e interceptan a los corsarios de Uluj Alí, trabando duro combate.
Al poco tiempo, el almirante turco, Alí Pachá, recibe un disparo en la cabeza de un arcabucero español, y se desploma sobre la cubierta. Un galeote cristiano liberado le corta la cabeza, y un soldado español se la lleva a don Juan de Austria. La moral turca se desmorona.
El ala de Uluj Alí huye , y el otro ala ya ha sido diezmada por la escuadra veneciana. Se acababa de ganar la batalla de Lepanto. Sobre qué ocurrió con la cabeza, se dice que un soldado español se la entregó a don Juan, que lo considero un insultó y la arrojó por la borda.
En Petala, se hace el recuento de bajas: 12 galeras perdidas en combate, que al final serían 40. 7.600 muertos, de ellos 2.000 españoles, y 14.000 heridos. Por la parte turca, el desastre: 30.000 muertos, 6.000 prisioneros, y 12.000 esclavos cristianos liberados.
De la flota turca otomana, 200 naves sería hundidas, quemadas o capturadas, salvándose entre 40 y 100, algunas hundidas en su vuelta. La victoria fue atribuida a la Virgen del Rosario, celebrada antes de la batalla y en rosario público el mismo día del combate.
La Virgen del Rosario pasaría a ser patrona de los galeones de España y sus marineros hasta casi el siglo XVIII. Se celebraría como la Virgen de las Victorias. Posteriormente, el 7 de octubre sería la fecha para festejar la Virgen del Rosario.
Aunque las consecuencias de la batalla son muy discutibles, y puede ser entendida como una batalla moral. España sería el gran beneficiado, al menos, económicamente, pues con la posterior paz, seguiría manteniendo los bajos intereses y las prebendas papales.
Para Venecia sería desastrosa, pues terminaría firmando un tratado de paz unilateral con los otomanos, con cláusulas de vencido: les indemnizaría con 300.000 ducados para retomar el comercio con Estambul, y Chipre sería cedida oficialmente.
En los siguientes 6 meses, los otomanos habían levantado una escuadra igual a la perdida en Lepanto, si bien nunca pudieron reponer los capitanes, pilotos, cartógrafos y buenos marineros perdidos, con lo que su poder naval entraría en declive.
Además, nunca se internarían en el Mediterráneo Occidental, salvo apoyando pequeñas incursiones corsarias que continuarían hasta finales del siglo XVIII, y aceptaría que este mar sería ya propiedad de España y de sus valientes Tercios de Mar, los que ganaron la batalla de Lepanto
Anecdóticamente, en Lepanto participaron casi todos los que serían grandes militares españoles: Padilla, Cardona, Bazán, Requesens, Farnesio, y un tal Cervantes que fue infante en la galera papal La Marquesa, de cuya gran obra sería bandera del español. Pero esa es otra historia.
Hasta aquí el hilo para el #450Lepanto , espero que les haya gustado. No cito totalmente la bibliografía ni las imágenes porque son demasiadas y se hace poco práctico pero sí resalto:

Lepanto, Agustín Rodríguez
Gloria Imperial, Canales y del Rey
Lepanto, Alex Claramunt.
Por cierto, ya sé que hay erratas, es cosa de escribir rápido. Y como les voy conociendo y me van a preguntar cuales son las dos otras grandes batallas navales: les diré que una es Salamina, y que la tercera ya le iremos debatiendo.
Notas:
-Hablo de España para ahorrar caracteres y porque ellos mismos se describían así, incluso tudescos, napolitanos y sicilianos se veían como soldados españoles.
-Una galeota es una galera pequeña.
-Media armadura viene a ser igual que la completa pero sin las piernas.

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