Yo no sé vosotros, pero mi vida sin la tecnología GPS sería un desastre. Ayer tuve que buscar en mi móvil cómo ir de Tribunal a San Bernardo, dos calles que he recorrido mil veces en Madrid y que he olvidado cómo conectan.
(Sí, me podéis quitar el carnet de madrileño)
El caso es que cuando los primeros pobladores de Australia llegaron a la isla, pues fíjate qué problema, no había Google Maps... bueno ni mapas... bueno, ni escritura... bueno ni papel.
No había nada de nada.
Así que se lanzaron al vasto desierto y se lo recorrieron de punta a punta hasta que se lo aprendieron.
Si, hijos míos, se aprendieron un continente
(Para que luego os quejéis cuando se os olviden unos libros en un bar)
En fin, que de aquella manera se hicieron con el lugar.
Lo mapearon mentalmente.
Pero se encontraron con un problema.
¿Cómo les podían transferir esa información a sus descendientes?
Os recuerdo que no había mapas, ni escritura, ni papel, ni nada.
"Ojalá pudiéramos sacarnos el mapita de las narices de nuestra cabeza, metérselo por un oído a nuestros hijos y apretar fuerte hasta que llegarán al cerebro" Debieron pensar los primeros aborígenes australianos.
"¡Un momento! ¡Sí que podemos metérselo por la oreja!", dijo uno de ellos.
Así crearon las Songlines.
Canciones para mapear el terreno. Una idea brillante.
🎶 Encended los altavoces 🎶
Las Songlines hacen referencias a lugares que deben ser recordados para poder continuar la ruta.
Generalmente utilizan elementos terrestres o celestiales que aparecen en los versos de las canciones. Así son recordados y reconocidos cuando quiere viajar desde un punto a otro.
Pero las Songlines tienen varias capas de significado, no solo la ruta, también habla de los lugares donde puedes encontrar comida, donde hay animales peligrosos o donde echan una siesta los dioses mitológicos.
Las canciones mezclan conocimientos de bótanica, geografía y religión.
Son un compendio de conocimientos.
Son pequeñas Wikipedias en movimiento.
Lo mejor de todo es que después de más de 60.000 años, los aborígenes siguen utilizando las Songlines para desplazarse. No han olvidado las canciones.
Un viaje en el tiempo de decenas de miles de años. No está nada mal ¿Eh?
Os pongo un ejemplo, la ruta de las 7 hermanas (las pleyades para nosotros) recorre 3000 km por uno de los desiertos más complicados del mundo, de Roeburn a Queensland.
Antes de despedirme os digo que las Songline tienen otro nombre que me parece precioso: Dreamings Tracks.
Y no, no se refieren a echarse una siesta. Para los aborigenes existen dos tipos de tiempos: el tiempo objetivo y el tiempo sagrado, el tiempo del sueño.
Me despido ya y os dejo con un video de la ópera de Sidney que explica mucho mejor que yo qué son las Songlines y el poder de estas canciones.
Está en 360º, así que podéis daros vueltas por el arte aborigen.
Muchas gracias por llegar hasta aquí.
Si os ha gustado este hilo, por favor retuitearlo, comentarlo, darle a me gusta, id hasta la esquina de Ventura Rodríguez con Martin de los Heros y recuperar mis libros... lo que queráis.
Y para que claro que soy una persona despistada, se me ha olvidado poner el link al vídeo de la Ópera de Sidney.
Soy quien soy, que le vamos a hacer.
Os recuerdo que podéis encontrar mis hilos en el Linktree de mi perfil linktr.ee/Yosoycorra
Como veo que los hilos de curiosidades que he creado están teniendo mucho seguimiento, los voy a agrupar bajo un hastag #CorraAverlo
No, no es que tengáis que correr a verlo. Yo soy Corra y Averlo (todo junto) es lo que dice mi hija de 2 años cuando siente curiosidad por algo.
Por cierto n.º 1: La primera referencia que encontré sobre este tema fue en un breve momento en el capítulo 1 de "La historia de la escritura" que recomiendo mucho.
Seguimos de paseo por las tipografías de las estaciones de Berlín para conocer su historia.
Hoy viajamos hasta la estación de Anhalter Bahnhof, con una tipografía que todos podemos reconocer fácilmente: es Nazi.
Pero nos tenemos que hacer dos preguntas: ¿Por qué reconocemos esta tipografía como nacionalsocialista? ¿Y por qué se mantiene en esta estación hoy en día?
Para contestar a estas preguntas, nos teníamos que ir a la guerra, pero no a la que pensáis. A una guerra que duró más de 300 años: la guerra de tipologías.
Una guerra que comenzó con un libro.
Bueno con un libro no... con el libro que lo cambió todo: La biblia de Gutenberg.
No fue el primer libro impreso por Gutenberg, pero sí el más importante. Fue el primer texto que se imprimió de forma masiva, es decir, un libro que por primera vez iba a leer mucha gente.
Como Gutenberg quería que sus libros se parecieran lo máximo posible a los libros escritos a mano, decidió utilizar una fuente que fuera similar a los textos litúrgicos (además de que era pequeña y estrecha y le permitía imprimir pocas páginas), por eso eligió la tipo: Textura.
Esta fuente tipográfica se hizo popular, en el sentido de que el pueblo la entendía, por eso cuando en 1517, Martín Lutero clavó sus 95 tesis en la iglesia de Wittenberg, lo hizo con la fuente Fraktur, una fuente que evoluciona de la Textura de Gutenberg:
Así, las nuevas biblias impresas en alemán (y otros idiomas) utilizaban la Fraktur siguiendo los pasos de Lutero.
Pero... Pero..
Las biblias que se imprimían en latín utilizaban la fuente Antiqua, la tipografía que pronto adoptaría el resto de Europa, tanto para el latín como para sus lenguas autóctonas.
Así, durante más de 300 años, las dos fuentes rivalizaron en los países de habla alemana.
Dependiendo de la región y la religión, se adoptaba una y otra.
Hasta que en el siglo XIX llegó la época de las reivindicaciones nacionales y la creación de Alemania.
Por supuesto, dentro del movimiento nacional alemán, se tomó la fuente Fraktur como la tipografía propia de Alemania. Otto von Bismark, el gran precursor de la idea de nación, se vanagloriaba de leer solo textos en Fraktur.
Por eso, cuando Hitler llegó al poder, la tomó como la fuente del partido Nazi.
Todos los textos, carteles y octavillas del nacionalsocialismo, utilizaron la fuente Fraktur.
Era su tipografía... ¿o no?
Porque en 1941, Hitler declaró que esa tipografía era judía (cosa que por supuesto no era) y pedía abandonar esta tipografía.
La razón estaba muy clara, según Hitler "En 100 años, toda Europa leerá en alemán" y no podían hacerlo en la Fraktur que resultaba un obstáculo a la hora de leer.
Por eso prefería la Antiqua, fuente que toda Europa conocía y que permitía hacer llegar su propaganda.
(nota a pie de página, cuando veáis a alguien con un tatuaje nazi con la típica tipografía gótica, le podéis decir que Hitler prohibió esa fuente por judía, por las risas)
Y no es casualidad que Anhalter Bahnhof mantenga esa tipografía. Esta estación fue la gran estación de los años 30 y 40 en Berlín. Se dice que cada dos minutos salía un tren de sus andenes.
Y también fue el lugar más triste de la época.
Desde allí salieron los trenes cargados de judíos berlineses hacia los campos de concentración.
Por eso, cuando la estación fue destruida en la II GM, se rehizo una parada de tren nueva, pero en la superficie se dejó el antiguo pórtico gigante que servía de entrada a la estación, porque para los alemanes, el pasado nunca deber ser olvidado, tanto para lo bueno como para lo malo.
De ahí, que sea habitual encontrar la fuente Fraktur en muchas estaciones de Berlín creadas en aquella época.
Aquí os dejo unas imágenes de las diferentes tipografías, porque en este formato X solo me permite subir una foto, pero os recomiendo que leáis estas historias en IG (@yosoycorra) donde si puedes ver todas las fotos.
Por estas estaciones y algunas más, viajan mis personajes de El escritor y la espía, mi última novela que habla de trenes, espías y, sobre todo, literatura:
En Berlín, hay un puente en el que dos luces juegan al piedra-papel-tijera durante toda la noche.
Y no lo hacen por jugar, sino por recordar una vieja historia berlinesa.
Jugad conmigo en este hilo de #berlinespobreperosexi
El 9 de noviembre de 1989 cambió la historia de Berlín. Es el momento que el muro cayó y, por fin, los vecinos pudieron reencontrarse casi 40 años después.
El muro se derribó en casi toda la ciudad, pero aún queda un lugar que fue el símbolo de la separación durante años.