"Estos momentos son para ayudarse", me dijo hoy un viejo, veterano de tres guerras, casi postrado en una cama, con una hija desaparecida.
En medio de este remolino cabe preguntarse: ¿cuánta ayuda nos hemos dado entre iguales?, ¿cuánta verdadera solidaridad sin estar cruzada por el trámite frío del Estado?, ¿por qué creen que existe tanta fractura dentro de un pueblo que se devora a sí mismo?
Esta sociedad precarizada pide auxilio y la incapacidad de ayudarse, de reconstruirse a sí misma, la pone en la situación de rehén de sus opresores. Creo que parte del problema actual debe intervenirse por aquí.
¿Qué se ha hecho más allá de continuar entregando nuestra responsabilidad al Estado o a utopías (neo)liberales o a providencias religiosas? ¿Cuánta fe hemos puesto en nuestros propios esfuerzos para salir hacia delante, sin competir, sin depredarnos?
Si creyésemos en las palabras de aquel viejo tal vez hoy ningún cubano o cubana levantaría su mano contra su semejante, tal vez no nos veríamos tan extraños cuando somos casi iguales, tal vez nos sentiríamos agradecidos de tenernos y jamás nos atacaríamos.
Pero mientras la ayuda mutua no sea costumbre y motor de esta sociedad, signo de su identidad y cultura, mientras haya quienes lucren y vivan del resto, y al resto le quede competir por la mejor migaja; mientras tanto seguiremos luchando entre nosotrxs.
En la ayuda mutua estará nuestra fuerza más poderosa, nuestro mayor punto de encuentro y unidad, como lo ha sido antes en nuestra historia y en la historia de la humanidad.
Este país necesita #solidaridad, necesita levantarse a sí mismo. Y luego ningún partido, Estado o Imperio, podrá confundirnos y hacernos pasar por enemigxs de nosotrxs mismxs.
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