Palabras del inseparable compañero de Ricardo Flores Magón, Librado Rivera, quien cumplía sentencia junto a él y pudo constatar su asesinato a manos del gobierno estadounidense un 21 de noviembre como hoy, pero de 1922.
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Solo de esta manera la autoridad pudo poner fin a la hermandad que la causa de la emancipación económica de los trabajadores forjó en estos dos grandes rebeldes desde 1901, cuando iniciaron juntos el fomento de la revolución social anarquista:
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Un día funesto lleno de profundas amarguras y de tenebrosas tristezas envolvía mi corazón. Una lucha de encontradas ideas arrastraba mi imaginación por el abismo insondable de la desesperación... Se había hecho desaparecer a un gran pensador
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a un filósofo, pletórico de bellas y luminosas ideas hacia el establecimiento de una sociedad de verdaderos humanos. Se había cometido un crimen de lesa humanidad en la persona de un hombre bueno, generoso y altruísta, cuyos ideales de justicia sintetizan las sublimes
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aspiraciones de todos los pueblos esclavos de la Tierra. Se había quitado la existencia a un hombre honrado, cuyo trágico fin sólo es comparable con el envenenamiento del filósofo griego Sócrates, obligado, por sus verdugos jueces, a tomar la cicuta,
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o con el sacrificio de Giordano Bruno, fundador de la Filosofía Positivista, quemado vivo en Roma el año 1600, después de haberlo sometido a ocho años de crueles torturas en su presidio.
Si Ricardo, en su azarosa vida de luchador, llegó a conquistarse muchos y poderosos enemigos,
fue debido a sus generosos sentimientos de justicia en favor de los desheredados de la fortuna. Su pluma fue, a la vez, flagelo y luz; flagelo para todas las tiranías, representadas en el capitalista, el gobernante y el fraile...
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Si su muerte ''repentina'' le privó de ver realizados sus acariciados ideales de libertad, amor y justicia, esos sueños de felicidad no desaparecieron con él: viven como faros luminosos alumbrando las mentes de una humanidad que sufre las torturas del hambre y de la miseria.
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Y ''mientras exista sobre la Tierra un corazón adolorido y un ojo lleno de lágrimas´', dijó él a sus verdugos poco antes de su muerte, ''mis sueños y mis visiones tendrán que vivir''. Sí; ellos tendrán que vivir hasta que desaparezcan las causas que llevan el sufrimiento,
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el dolor y las tristezas a los hogares del pobre, esas causas desaparecerán con la abolición de la propiedad privada, base de todas las desigualdades sociales y de las injusticias presentes; haciendo que todo sea de todos, para que la producción y el consumo sean libres;
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sin otra condición que cada cual produzca según su habilidad y propias inclinaciones en el trabajo y consuma según sus necesidades.
-Librado Rivera Godínez, 1923.
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Un día como hoy, de 1913, fue fusilada la anarquista mexicana Margarita Ortega, por tratar de independizar la península de Baja California expulsando mediante la fuerza de las armas a funcionarios, empresarios, gendarmes y sacerdotes.
Hábil jinete y experta en el manejo de las armas de fuego, Margarita atravesaba las líneas enemigas y conducía armas, parque, dinamita, lo que se necesitaba, a los compañeros en el campo de la acción.
Margarita Ortega tenía un gran corazón: desde su caballo, o detrás de un peñasco podía tener a raya a los soldados del Gobierno, y poco después podíase verla cuidando a los heridos, alimentando a los convalecientes o prodigando palabras de consuelo a las viudas y a los huérfanos.
Él había conocido a un
hombre, a Cárdenas; lo había oído hablar. (Había estrechado su mano,
pero éste era su secreto, su fuerza.) Y supo que Cárdenas pro nunciaba
justicia y que el tiempo había madurado para que la justicia se cumpliera.
Volvió a Chactajal para traer la buena nueva. ¿Para qué más podía
volver? Venir para encontrar la cerca de sus milpas derribada y los cerdos hozando en el lugar de la se milla y otras bestias pisoteando con sus pezuñas el tallo doblado del maíz. No.
Venir porque sabía que era
necesario que entre todos ellos uno se constitu yera en el hermano mayor. Los antiguos tuvieron uno que los guiaba en sus peregrinaciones, que los
aconsejaba entre sus sueños. Éste dejó constancia de su paso, una
constancia que también les arrebataron.
22 de noviembre de 1831, se realiza la emblemática insurrección de los Canuts franceses.
Desde julio del año pasado se habían visto los primeros síntomas de descontento obrero ante la situación de miseria que vivían, recibiendo promesas del gobierno francés que nunca llegaron.1/4
En noviembre se insurreccionan 40.000 Canuts (tejedores), vencen a la policía y gendarmería y se apoderan de la ciudad por espacio de 10 días.
En sus banderas, característicamente de color negro, se puede leer "¡Vivir trabajando o morir combatiendo!"
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Los Canuts fueron los primeros en emplear la bandera negra en una lucha social, el actuar de los Canuts puede ser calificado buenamente de antecesor del anarquismo, estos Canuts eran mutualistas.
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Por negarse a pedir perdón, hace 99 años, la autoridad estadounidense lo estranguló. Quería abolir las fronteras internacionales, deshacer los gobiernos, desterrar el principio de autoridad, despojar al clero, expropiar a los ricos y declarar a los trabajadores dueños de todo.1/8
Obreros de distintos países paralizaron la industria por su liberación, pero la respuesta del imperialismo yanqui fue su asesinato durante la madrugada del 21 de Noviembre de 1922. Le habían ofrecido su libertad si se retractaba de su rebeldía, pero jamás mostró arrepentimiento:
"No voy a pedir perdón. ¡No lo haré! En mis veintinueve años de luchar por la libertad lo he perdido todo, y toda oportunidad para hacerme rico y famoso; he consumido muchos años de mi vida en las prisiones; he experimentado el sendero del vagabundo y del paria; 3/8
"El 21 de marzo de 1918 fui arrestado con Rivera por haber publicado en
Regeneración el Manifiesto por el cual fui condenado a veinte años de
prisión y Rivera a quince.
Las frases y significado del Manifiesto fueron
declarados sediciosos por la parte acusadora, es decir, encaminados a provocar
la insubordinación y amotinamiento de las fuerzas militares y navales de los Estados Unidos.
Cualquiera persona de sentido común que lea el Manifiesto no puede llegar a
tal conclusión, porque en realidad el Manifiesto es solamente una exposición de
hechos y una advertencia oportuna a la humanidad entera acerca de los males que esos hechos pueden ocasionar.