Un 25 de noviembre pero de 1885 fallecía Nicolás Avellaneda. Presidente de la Nación entre 1874-1880, Senador por Tucumán entre 1882-1885, Ministro de la Nacion entre 1868-1873. Aseguró la soberanía argentina sobre la Patagonia, e instauró la capital del país en Buenos Aires.
Avellaneda nació en San Miguel de Tucumán un 3 de octubre de 1837, siendo hijo de Marco Manuel Avellaneda y Dolores de Silva y Zavaleta. Su padre fue un opositor a la dictadura de Rosas y moriría ejecutado en 1841 tras protagonizar una revuelta contra el gobernador porteño.
Esta circunstancia determinó que el pequeño Nicolás, su madre y sus hermanos huyeran ese mismo año al suroeste de Bolivia, concretamente a Tupiza.
En 1850 regresó al país y comenzó a cursar sus estudios superiores. Tras licenciarse en Derecho por la Universidad Nacional de Córdoba en 1855, obtuvo tres años después el doctorado por la Universidad Nacional de Buenos Aires.
Pronto logró gran fama como periodista. Empezó trabajando como colaborador del Comercio del Plata (que fundará Florencio Varela en la época de Rosas), luego de redactor en los periódicos El Nacional (que llegó a dirigir), El Pueblo y El Eco del Norte (que él mismo fundó en 1855).
A partir de 1860 en Buenos Aires se desempeñó como profesor de Economía en la Universidad de Buenos Aires, siendo recordado como un excelente docente y mejor expositor.
Por aquellos años inició su carrera política. En 1859 resultó elegido diputado por la provincia de Buenos Aires. Al asumir Domingo Faustino Sarmiento como presidente de la Nación nombró a Avellaneda como ministro de Justicia e Inst. Pública, cargo que desempeñó con gran destreza.
Avellaneda participó de las ideas sarmientinas respecto de la educación popular, al que consideró el verdadero basamento para el afianzamiento de la democracia de los pueblos.
Durante su ministerio se fundaron las primeras escuelas normales para la formación de maestros de Argentina y se reorganizó también el sistema de enseñanza primaria y obligatoria.
Sarmiento debió encargarse de graves problemas socioeconómicos que le atendían gran parte de su tiempo, por lo que decidió delegar su proyecto de renovación educacional a su Ministro Nicolás Avellaneda, con quien coincidía en los pilares de la nueva educación que se buscaba.
Tanto es así, que fue el Ministro quien impulsó la creación de escuelas normales en todas las provincias de la República, la renovación de los programas primarios, secundarios y universitarios.
Continuó con la política de Mitre de impulso a la escuela secundaria, con el fin de extenderla a todo el país. Durante su gestión como Ministro, se agregaron 800 escuelas a las 1000 ya existentes antes de 1868. La cantidad de alumnos pasó de 30 000 a 100 000 chicos en el país.
En 1873 comienza a planear su candidatura presidencial. Con el apoyo de Sarmiento y Alsina, lanza oficialmente su candidatura en Córdoba, donde recibe un amplio apoyo. El único que podría darle pelea en las urnas al tucumano era el expresidente, Bartolomé Mitre.
Sabiendo que el día a día de la campaña iba a interferir y casi imposibilitar su labor como Ministro, presentó su renuncia al presidente Sarmiento, quien veía a Avellaneda como su sucesor natural y apoyó su candidatura durante toda la campaña.
El 14 de abril de 1874, en medio de un ambiente de gran tensión, se realizaron las elecciones presidenciales, donde la fórmula Avellaneda-Acosta derrotó a la de Mitre-Torrent, que solo triunfó en Buenos Aires, Santiago del Estero y San Juan.
Avellaneda fue electo presidente tras un acuerdo entre este y Adolfo Alsina, que resultó en la fundación en ese año del Partido Autonomista Nacional. Avellaneda había sido ministro de Sarmiento y Acosta gobernador de Buenos Aires, detrás de ellos estaban Sarmiento y Alsina.
Por la elección de Avellaneda en ese año de 1874, el Partido Autonomista porteño que lideraba Adolfo Alsina se unió al Partido Nacional que apoyaba a Sarmiento y se fundó el Partido Autonomista Nacional para apoyar la presidencia de Nicolás Avellaneda.
Ante el triunfo de la fórmula encabezada por Avellaneda las filas mitristas se levantan en revolución (aunque el mismo Mitre había llamado a aceptar el resultados de las elecciones) denunciado fraude.
Todo esto terminó en la Revolución Liberal de 1874 que duró desde fines de septiembre hasta principios de diciembre donde Mitre decidió rendirse en la ciudad de Junín.
El 12 de octubre de 1874 Avellaneda asumió la presidencia de la Nacion a la edad de 37 años. Sarmiento le dice al entregarle la banda presidencial: “Es usted el primer presidente que no sabe usar una pistola”.
Avellaneda asumió en medio de una crisis económica sin precedentes. La económica nacional estaba deteriorada, los títulos argentinos disminuyeron su valor a cifras alarmantes, en tanto que el presupuesto nacional exhibía un déficit de 13M sobre 16M de pesos oro de entradas.
Las erogaciones de la deuda externa eran una carga casi imposible de solventar. Avellaneda ante el Congreso dijo que "la República puede estar dividida hondamente... pero no tiene sino un honor y un crédito, como sólo tiene un nombre y una bandera ante los pueblos extraños..."
Decía en aquellos tiempos: “Hay dos millones de argentinos que economizarán hasta sobre su hambre y su sed, para responder en una situación suprema a los compromisos de nuestra fe pública en los mercados extranjeros”.
Gracias a esto, la deuda pública fue pagada puntualmente.
El presidente comenzó por reducir considerablemente el presupuesto nacional, los sueldos administrativos fueron disminuidos en un quince por ciento, en tanto que un alto número de empleados fueron dados de baja, además de abandonar la convertibilidad.
En su mandato, la economía del país vivió una notable recuperación, en la que tuvo que ver mucho el impulso dado a la red de ferrocarriles, su política de austeridad, el citado fomento de la inmigración y el inicio de la exportación de carne congelada y de cereales.
En 1876 se aprobó la ley de inmigración conocida como Ley Avellaneda, que prometía tierras y trabajo a los campesinos europeos. Avellaneda fue el más claro realizador de las ideas del fomento de la inmigración, que la Constitución de 1853, definió en su "cláusula del progreso".
El fomento de la inmigración europea, figuraba como uno de los 22 puntos del programa electoral del presidente Avellaneda. Este compartía ese ideario con Alberdi, sostenedor de la frase "En América gobernar es poblar" y también con el expresidente Sarmiento.
En febrero de 1876 se firmó la paz definitiva con Paraguay, que ponía punto y final a la guerra de la Triple Alianza, cuyos combates habían acabado cinco años antes. El Tratado Machaín-Irigoyen, dictaminó que el límite fronterizo entre ambos países quedaba fijado en el Pilcomayo.
En 1877 Avellaneda inició la política conocida como la “conciliación” con los mitristas (que habían recibido la amnistía por los actos revolucionarios) e incorporó en su gabinete a Rufino de Elizalde y José Maria Gutiérrez.
La política de la conciliación duró poco tiempo debido a los problemas que trajo la revolución en Corrientes que desalojó de su cargo al gobernador Derqui entre mitristas y oficialistas, además de la tensa situación en las filas del autonomismo luego de la muerte de Alsina.
Mientras tanto la muerte de Alsina (ministro de Guerra) en 1877 trajo problemas en el autonomismo y los jóvenes disidentes de la conciliación con el mitrismo (Leandro Alem, Aristóbulo Del Valle, Carlos Pellegrini, etc) crearon una agrupación conocida como Partido Republicano.
El plan de Alsina de construcción de una zanja quedó suspendido cuando Julio Argentino Roca asumió el ministerio en ese año de 1877 quien llevó adelante su plan inspirado por una política ofensiva y total contra los indios.
La Conquista del Desierto, completada entre mayo de 1878 y junio de 1879, fue otro de los hechos destacados de su gobierno, donde se consiguió el control gubernamental de todas las tierras que conformaban la Patagonia argentina.
El 11 de abril de 1880 tuvieron lugar las elecciones de ese año donde Julio Roca venció a Carlos Tejedor (Gob. de Bs. As.). En junio, cuando ya se conocían los resultados, Tejedor lideró una nueva revuelta contra las autoridades nacionales que fue rápidamente derrotada por Roca.
Por último, también en lo referente al marco de integración nacional, en septiembre de 1880 (luego de derrotadas las fuerzas porteñas), pocos antes de finalizar su mandato, la ciudad de Buenos Aires fue finalmente federalizada y convertida en la Capital Federal de la Argentina.
Avellaneda resultó elegido ese mismo año senador, cargo desde el cual logró la aprobación de la Ley Universitaria, que garantizó la autonomía de las universidades nacionales. En 1881 se convirtió en rector de la Universidad Nacional de Buenos Aires.
Tras enfermar, se trasladó a Francia para ser tratado de su dolencia. Falleció el 25 de noviembre de 1885 en brazos de su esposa Carmen Nobrega, cerca de la costa argentina, cuando regresaba a su país a bordo del vapor Congo.
Nicolás Avellaneda fue un hombre de una elevada formación cultural, además de un brillante orador y autor de varias obras de economía y derecho.
“Sólo se aprende a pensar pensando; a trabajar, trabajando; y a ser libre usando siempre la libertad”.
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El 16 de septiembre de 1955 se ponía en marcha en la provincia de Córdoba el golpe de estado, autodenominada Revolución Libertadora, que el general Eduardo Lonardi encabezó para derrocar al gobierno del general Juan Domingo Perón.
Pero, ¿Qué pasó desde junio a septiembre de 1955? ¿Cuáles fueron los factores que desencadenaron el hecho?
El 17 de junio de 1955 la Ciudad de Buenos Aires amaneció desolada y destruida por las bombas y los incendios. El día anterior la CGT había decretado un paro de adhesión al gobierno y en repudio del intento de golpe. Por la mañana se reunió el Congreso Nacional. Después de poner la bandera a media asta rindieron homenaje a los asesinados de la jornada anterior, ratificaron su adhesión a Perón y amenazaron con responder con violencia a eventuales intentos de golpe. Los pocos diputados radicales no asistieron a la sesión ya que estaban presos o escondidos.
Durante la tarde/noche del día anterior habían ingresado más de 800 detenidos a las cárceles del país, pertenecientes a todos los partidos políticos no peronistas, inclusive diputados nacionales y provinciales como el caso del diputado nacional Oscar Alende. En Santa Fe fueron presos cuatro senadores y doce diputados provinciales radicales. Fue detenido el obispo de Bahía Blanca y otros sacerdotes de parroquias menores de la Capital Federal. También fue preso el dirigente comunista rosarino Juan Ingalinella, que sería trasladado a una comisaría por la noche del 16 y que nunca volvió a ser encontrado.
El 11 de septiembre de 1888 falleció Domingo Faustino Sarmiento en Asunción, Paraguay. Sarmiento fue un político, escritor, docente, diplomático, periodista y militar que ejerció como presidente de la Nación entre 1868 y 1874, gobernador de San Juan entre 1862 y 1864, senador nacional entre 1874 y 1879, y ministro durante la gobernación de Bartolomé Mitre y la presidencia de Nicolás Avellaneda. Además de haber escrito varios libros como "Facundo o Civilización y Barbarie" y haber fundado diversos diarios como El Zonda o El Censor.
Sarmiento nació el 15 de febrero de 1811 en la ciudad de San Juan, siendo hijo de José Clemente Quiroga Sarmiento y de Paula Zoila Albarracín. Sarmiento era hijo de una familia humilde, aunque vinculada a las casas más tradicionales y representativas de la ciudad de San Juan. Asistió a los cinco años a la recién creada Escuela de la Patria, en la que recibiría su única educación sistemática. Su formación se vería complementada bajo la guía de los presbíteros José de Oro y José Pascual Albarracín, parientes suyos, y por su propio esfuerzo autodidacta. En 1825 su tío Fray José de Oro fue desterrado a San Francisco del Monte, provincia de San Luis, y Sarmiento lo acompañó. Allí fundaron una escuela, primer contacto de Sarmiento con la educación, en la que él mismo daba clases.
En 1827 Sarmiento fue reclutado dentro del Ejército federal. Según sus relatos, Sarmiento, como alférez de milicia debía realizar tareas que lo incomodaban. Presentó un reclamo y fue citado por el gobernador Manuel Quiroga, pariente del caudillo Facundo Quiroga. Durante la reunión pidió ser tratado con equidad, pero esto fue tomado como un desacato y fue a prisión. Debido a este, y a otros enfrentamientos personales con integrantes del Partido Federal, decidió abrazar la causa unitaria y se incorporó al Ejército del general José María Paz.
Fotografía que retrata el momento en que el general José Félix Uriburu le exige la renuncia al vicepresidente, en ejercicio del Poder Ejecutivo Nacional desde el día anterior, Enrique Martínez, dentro de la Casa de Gobierno, siendo ambos rodeados por militares, funcionarios del gobierno y otros hombres, durante la jornada del 6 de septiembre de 1930.
En materia económica al final de la presidencia de Alvear, la Argentina se encontraba en una buena condición. En mayo de 1927, el peso argentino llegó a cotizarse a la par y en algún momento superó al dólar americano. Esto permitió que la Argentina gozara de un crédito ilimitado, como lo afirmó la banca estadounidense Morgan y llevó a la apertura de la Caja de Conversión, cuyo decreto se firmó el 25 de agosto de 1927. El establecimiento del patrón oro fue recibido con beneplácito por todos los sectores de la opinión pública.
La campaña presidencial se comenzó a desarrollar a comienzos del año 1928. Yrigoyen no realizó una campaña muy vigorosa (por el contrario, no abandonó la Capital durante todo el período previo a las elecciones) pero el aparato mediático y político de la Unión Cívica Radical Personalista lanzó una masiva movilización en todo el país que polarizó enormemente con las fuerzas conservadoras en las semanas previas a la elección.
El 2 de septiembre de 1845 falleció Bernardino Rivadavia, durante su exilio en la ciudad española de Cádiz. Rivadavia tuvo una fuerte influencia en el Primer Triunvirato, poco después de iniciada la Revolución de Mayo, durante la gobernación de Buenos Aires del general Martín Rodríguez, donde Rivadavia llevó adelante todas las decisiones políticas y las llamadas "reformas rivadavianas". Además, fue el primer hombre en ejercer el cargo de Presidente de la Nación, teniendo su mandato presidencial desde febrero de 1826 hasta junio de 1827.
Bernardino Rivadavia nació el 20 de mayo de 1780 en Buenos Aires, en ese entonces parte del Virreinato del Río de la Plata, siendo hijo del empresario y abogado gallego Benito González de Rivadavia y de su prima María Josefa de Rivadavia y Rivadeneyra, también de origen gallego.
En las Invasiones Inglesas participó combatiendo en las fuerzas que repelieron el ataque británico, actuando como teniente del Tercio de Voluntarios de Galicia. En 1808, Santiago de Liniers lo nombró alférez real pero este nombramiento fue rechazado por el Cabildo, lo que fue uno de los detonantes de la Asonada de Álzaga, que fue un fallido intento de destituir al virrey Santiago de Liniers, que dejó como antecedente la supresión de las milicias españolas y el fortalecimiento de las criollas.
En 1810, durante la Revolución de Mayo, asistió al Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810, y votó por la deposición del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros. Posteriormente participó en el grupo radical encabezado por Mariano Moreno sobre los moderados de Cornelio Saavedra, y formó parte de la Junta de Gobierno de septiembre de 1811. En el Primer Triunvirato, ejerció como Secretario de Guerra, y Ministro de Gobierno y Hacienda entre septiembre de 1811 hasta el golpe de estado del 8 de octubre de 1812, que encabezaron los generales José de San Martín y Carlos María de Alvear. Durante su tiempo en el Primer Triunvirato, Rivadavia fue la principal influencia del gobierno, y algunas medidas tomadas por este consistieron en: declarar la libertad de prensa, aprobó la ley de seguridad individual, creó el gobierno intendencia de la Provincia de Buenos Aires, aprobó la utilización de la escarapela blanca y celeste para el Ejército, prohibió la introducción de esclavos en el territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata, fundó la Comisión de Inmigración que se constituyó la primera entidad establecida para fomentar la inmigración europea y colonización del territorio.
"Sin Rivadavia, sin los materiales de reconstrucción que elaboró su vasto genio con la clara visión del porvenir, la resurrección de la República Argentina habría sido imposible después de los veinte años de tiranía devastadora”.
Palabras de Bartolomé Mitre sobre el impulso que Bernardino Rivadavia le dio a la educación en la Argentina.
A fines de marzo de 1821, el gobernador Martín Rodríguez convocó a Bernardino Rivadavia para participar en el gobierno de la provincia de Buenos Aires bajo los cargos de ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores. Durante ese tiempo, y hasta abril de 1824, Rivadavia llevó adelante casi todas las decisiones políticas del gobierno del general Rodríguez. Las políticas gubernamentales que emprendió se las conoce con el nombre de Reformas Rivadavianas y la época fue definida por contemporáneos como "La Feliz Experiencia".
En esos años, Rivadavia se convirtió en un gran impulsor de las ciencias y de la educación, siendo un pionero de las mismas en tierras argentinas. Entre 1821 y 1824, se fundaron la Universidad de Buenos Aires (1821), la Sociedad Literaria (1822), la Academia Nacional de Medicina (1822), la Sociedad de Ciencias Físicas y Matemáticas (1822), el Colegio de Ciencias Morales (1823), el Museo de Ciencias Naturales (1823) y otras instituciones orientadas a la cultura, las ciencias y la educación.
El 7 de agosto de 1890, Carlos Pellegrini asumía la presidencia de la Nación luego de la renuncia del presidente Miguel Juárez Celman en medio de una gran crisis económica y días después del levantamiento armado de la Unión Cívica conocido como la “Revolución del Parque”. Pellegrini gobernó en un difícil período de la historia nacional tanto en materia económica como política hasta entregar el poder a su sucesor en octubre de 1892.
El 29 de julio de 1890 la Revolución del Parque había definitivamente fallado y se firmó la capitulación de los revolucionarios. Pero era ya opinión general que el gobierno no podía perdurar. Las palabras del senador Manuel D. Pizarro han quedado como una definición exacta de aquel momento: "La revolución está vencida, pero el gobierno está muerto". Mientras tanto la Capital Federal estaba bajo estado de sitio y la prensa se encontraba amordazada y suspendida indefinidamente. El senador Carlos Juan Rodríguez comentaba en carta a sus hermanos en San Luis que "la ciudad parecía envuelta en sombras de muerte" y que el presidente estaba encerrado en su casa, rodeado de batallones que custodiaban su persona. Agregaba también que "todas las noches caían asesinados por manos ocultas cuatro o seis vigilantes que hacían el servicio de seguridad por las calles". A esto se le agregaba una crisis económica y una situación financiera del país muy grave.
Se decía que no había nada en caja ni en el Banco Nacional; el oro seguía subiendo y amenazaba a irse hasta las nubes. Debía pagarse la deuda externa y las garantías de los ferrocarriles, que importaban 500.000 libras, pero no había de donde sacar ni quien prestara un centavo. Debido a esta situación los ministros de Hacienda y de Relaciones Exteriores, Juan Agustín García y Roque Sáenz Peña, renunciaron. El presidente Juárez Celman se echó a la búsqueda para reemplazarlos pero nadie quería hacerse cargo de la responsabilidad.