«COMO ES ARRIBA, ES ABAJO».
«COMO ES ADENTRO, ES AFUERA».
O eso creían en el antiguo Egipto, y por ello pensaban que EL RÍO NILO era, en realidad, el equivalente terrestre de aquel otro río que veían en el cielo: LA VÍA LÁCTEA.
Esas correspondencias entre arriba y abajo, microcosmos y macrocosmos... proceden del KYBALIÓN, un tratado filosófico inspirado en las presuntas enseñanzas del dios (y alquimista) HERMES TRIMEGISTO.
En realidad Hermes Trimegisto es el nombre que otorgaron los griegos a una deidad mucho más antigua: El dios egipcio THOTH.
Esos preceptos de Thoth sustentan teorías tan controvertidas como las de Robert Bauval, que sugiere que los antepasados del pueblo egipcio edificaron en la Tierra lo que veían en los cielos.
Según él, las tres pirámides de Giza, por ejemplo, representan el Cinturón de Orión.
Para el antropólogo EDGAR PRESZNEL, el hecho de que esta creencia haya sobrevivido durante varios milenios implica que:
1- Hunde sus raíces en realidades muy poderosas.
2- Tras la «erosión» de miles de años, su significado nos habrá llegado casi irreconocible.
«En cierto modo, para un egipcio prefaraónico remontar el Nilo hasta su origen equivaldría a viajar hacia el corazón de nuestra propia galaxia», argumenta Presznel.
Por eso organizó una expedición para hacer lo mismo que otros aventureros antes que él:
Navegar Nilo arriba.
Hablamos de un cauce fluvial de casi 7000 kilómetros que atraviesa diez países, nutrido por tantos afluentes que podría decirse que nace en varios sitios a la vez, recibiendo nombres distintos (Nilo blanco, Nilo azul, Nilo medio, Nilo inferior).
Para los antiguos egipcios, el nacimiento del río que importaba era el del NILO AZUL, en lo que hoy conocemos como las «fuentes del Nilo».
En el lago Tana.
En Etiopía.
No es de extrañar que aquellos hombres de la antigüedad venerasen aquel lugar.
Todos los que lo han visitado refieren la misma sensación hipnótica al contemplar el flujo de sus cascadas.
Y en el fondo del lago hay algo aún más sobrecogedor:
LA FOSA.
Una gruta subacuática de unos diez metros de diámetro, con una profundidad que nadie ha sabido calcular hasta la fecha.
Según las estimaciones de los geólogos, podría tener entre de 3000 y 7000 metros.
Según las leyendas, del fondo de ese agujero brota «el poder de los dioses».
Subvencionados por la Universidad de Pleanville, Presznel y su equipo acometieron una hazaña inédita hasta la fecha:
Explorar aquella fosa a través de las cámaras y sensores de CARL.
Este de la foto es CARL: Un dron submarino teledirigido.
Cómodamente instalados en la superficie, los científicos de Pleanville recibían las señales de CARL.
Imágenes de visión nocturna mostrando paredes claustrofóbicas de roca caliza...
Y una señal que servía para rastrear la posición del dron durante su descenso...
... 100 metros de profundidad...
... 200 metros...
... 500 metros...
... 1000 metros...
... 2000 metros...
... 3000 metros...
... 5000 metros...
... 5511 metros...
... y, de repente, NADA.
La señal se había interrumpido de golpe.
Los receptores del laboratorio seguían funcionando a la perfección.
¿Se había averiado el emisor del dron?
Los ordenadores rastrearon la encriptación de la señal.
¡Eh, eh! ¡Un momento!
¿Qué es eso de la encriptación de la señal?
Para evitar confundirlas con cualquier otra emisión natural o artificial, las señales de drones como CARL poseen «una firma» encriptada que las hace únicas.
En el caso de CARL, dicha firma era la transcripción en código binario de la canción STARWAY TO HEAVEN de Led Zeppelin.
Así pues, los ordenadores de Pleanville intentaron volver a localizar esa canción encriptada.
Y lo lograron...
Pero ya no procedía de la fosa etíope...
... sino de un punto concreto del cielo.
A 5,5 años luz de nuestro planeta.
En un extremo de la Vía Láctea.
Si la Vía Láctea fuese, en efecto, una representación del río Nilo...
... la canción de Led Zeppelin procedía del lugar exacto en el que estaría ubicada aquella fosa, en el nacimiento del Nilo azul.
«COMO ES ARRIBA, ES ABAJO».
A Edgar Presznel le tembló el pulso cuando escribió en su cuaderno de campo:
«Todo parece indicar que el dron se ha desplazado más de 5 años luz en el espacio, y quién sabe cuántos años en el tiempo».
Pues si la señal no hubiese viajado al pasado, no la habríamos recibido aún.
Mientras dejamos a Edgar Presznel masticando su asombro a orillas del lago Tana, quizá convenga dedicar unas palabras a la gestación, en 1970, del clásico de Led Zeppelin:
STARWAY TO HEAVEN
Como muchos ya sabréis, el fundador del grupo, JIMMY PAGE, era aficionado al OCULTISMO.
Las canciones, portadas y puestas en escena de Led Zeppelin están repletas de simbología esotérica.
Tampoco es ningún secreto que Page es admirador incondicional de uno de los magos más célebres de todos los tiempos:
ALEISTER CROWLEY.
¿Y sabéis lo que hizo Crowley en algún momento entre los años 1897 y 1904?
Según ciertos rumores, en esas fechas el mago británico pasó una noche en la cámara del rey de LA GRAN PIRÁMIDE de Giza, junto a su esposa Rose.
Se cree que durante esa noche invocaron al dios THOTH y recibieron de él conocimientos arcanos sobre magia y alquimia.
Canalizando los conocimientos transmitidos por la deidad egipcia, Crowley fundó la O.T.O (Ordo Templi Orientis) y diseñó EL TAROT DE THOTH (con preciosas ilustraciones de Lady Frida Harris).
Para muchos ocultistas, el Tarot de Thoth es un laberinto en el que se halla encriptada la sabiduría divina.
Cada naipe es un peldaño de «una escalera hacia el cielo».
El guitarrista de Led Zeppelin, Jimmy Page, estaba convencido de ello.
Pasó años estudiando aquel tarot, carta por carta.
Finalmente, aquella noche de 1970 desplegó todas las cartas en el suelo de su salón y se atiborró de drogas psicotrópicas.
Sufrió lo que los psiquiatras llamarían un ataque epiléptico. O lo que los herejes llamarían un éxtasis místico.
Cuando cesaron las convulsiones...
... cuando despertó del trance...
... tenía una melodía sonando en su cabeza, persistente, como un diablo llamando a su puerta.
Con la ayuda del cantante del grupo, Robert Plant, Page sacó aquella melodía de su cabeza y la convirtió en ese hito de la historia de la música:
Starway to Heaven.
Una canción que, según algunos, es capaz de generar ESTADOS ALTERADOS DE CONCIENCIA.
Y no lo digo yo. Lo dice la Ciencia:
Según un estudio de 2017, escuchar Starway to Heaven activa en el cerebro las mismas zonas que practicar meditación trascendental.
La intensidad de la experiencia depende de diversos factores (alimentación del sujeto, fe, respiración, etc).
Tras los hallazgos de Presznel en las Fuentes del Nilo, los neurólogos de Pleanville descubrieron algo que conmocionó a toda la comunidad científica:
Si el cableado de nuestro cerebro fuese un mapa de LA RED CÓSMICA DE GALAXIAS, la zona que se activa cuando escuchamos STARWAY TO HEAVEN correspondería a un punto concreto: Las neuronas que representan en dicho mapa la ubicación de un extremo de la Vía Láctea, en nuestra Galaxia.
«COMO ES ADENTRO, ES AFUERA».
Muchos seguidores de Crowley creen que esa canción de Led Zeppelin es la traducción acústica del Tarot de Thoth.
Que a su vez es la encriptación de lo que el dios transmitió al ocultista en la Gran Pirámide.
Que a su vez es la señal que el dron CARL se llevó a las estrellas.
Ahora bien, ¿por qué eligió Edgar Presznel la encriptación de esa canción como señal para el dron CARL?
Porque cuando era adolescente esa canción fue un antes y un después para él. Detonó su curiosidad, su pasión por los misterios y, por tanto, su vocación científica.
Gracias a ello se convirtió en uno de los científicos más vanguardistas de nuestro siglo.
Gracias a eso se interesó en los mitos egipcios.
Gracias a eso envió, sin saberlo, la sabiduría de los dioses a la ENCRUCIJADA.
Y la encrucijada se la transmitiría a él, y a otros muchos.
Porque tal vez exista esa encrucijada en la que confluyen el espacio y el tiempo, lo de dentro y lo de fuera, lo de arriba y lo de abajo.
Un «lugar» que está al mismo tiempo en el fondo de un río, en el corazón de una galaxia, en los confines internos de nuestro cráneo.
Veo que en LA ROCA entrevistan a Berasategui y a David de Jorge.
Hace años los tuvimos a ambos de invitados en VAYA SEMANITA y voy a contaros dos cosas sobre estos tipos que no os contarán hoy en La Sexta.
Una la viví de primera mano. La otra le la contaron mis jefes.👇
La primera no tiene mucha historia:
Berasategui invitó a todo el equipo del programa a cenar en su txoco cuando quisiéramos. Le tomamos la palabra, y el tío cumplió.
Nos dio de cenar como a reyes, con platos tradicionales de primera calidad.
Incluso nos preparó lo que él bautizó como «el cubata Vaya Semanita» con ron de primerísima calidad (no recuerdo la marca) y mezclando los ingredientes en ollas enormes con proporciones que eran pura alquimia.