EL SUEÑO
Hay tanta esperanza por todas partes.
Tanta dignidad recorriendo las calles,
tanto coraje derramado en los caminos que llevan a las cárceles
que ni un sólo momento se quiebran las rodillas,
ni un sólo instante asoma la duda,
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ni el llanto se vuelve piedra,
ni la alegría se rompe,
ni resucita la pena.
Aunque a veces, es verdad,
duelen los huesos que están dentro,
duele el secuestro de los enfermos,
duele verlos lejos,
duele tenerlos lejos,
duele saberlos golpeados, sin derechos.
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Llevamos doliéndonos tanto tiempo,
que hasta los años se hicieron viejos.
Hoy, abrigados por todo un pueblo,
con el calor que emana verlo de pie,
irredento,
al acecho,
sabemos que de nuevo soñareis
los sueños que se pararon en seco:
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el sueño antiguo
de una justicia sin ceguera
que abra cada una de las puertas que os apresan.
Carlos Saldise era un chico alegre e involucrado con la vida cultural y política de su tierra, por lo que era conocido y querido tanto en su localidad de nacimiento como en Rentería, donde se había trasladado a trabajar.
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Estaba metido activamente en la lucha contra la dictadura franquista en los últimos años de esta y pertenecía tanto a Herri batasuna como a Gestoras Pro Amnistía, aunque quienes lo conocían dijeron que para nada era partidario de ningún tipo de violencia.
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Esa participación política le llevó a recibir anónimos amenazándole de muerte, y la madrugada del 15 al 16 de enero encontró su final. Carlos se había ido a cenar con la familia y quería seguir la noche, por lo que iba en su coche con un amigo.
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Durante la mañana de #TalDíaComoHoy 15 de enero de 1978 se celebró en Barcelona una manifestación autorizada convocada por la CNT a la que asistieron unas 15.000 personas. Los cenetistas se oponían a los Pactos de la Moncloa al considerarlos un pacto social entre las fuerzas
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políticas y los sindicatos más representativos, que perjudicaban a la clase trabajadora.
Acabada la manifestación, hacia las 13:15 horas de la tarde, un grupo de jóvenes, instigados por Joaquín Gambín, lanzaron diversos cócteles molotov contra la fachada de piedra de la
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sala de fiestas Scala Barcelona. Según la policía este acto provocaría el incendio y posterior derrumbamiento de todo el edificio, causando la muerte de cuatro trabajadores –Ramón Egea, Juan López, Diego Montoro y Bernabé Bravo–, paradójicamente afiliados a la CNT, que se
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Las mujeres Republicanas participaron en la esfera pública como nunca antes. Ocuparon espacios laborales antes prohibidos creando organizaciones propias, desarrollaron actividades sanitarias, asistenciales, educativas, periodísticas, y también militares, en las que
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muchas de ellas perdieron la vida. La opción de luchar por la República y contra el fascismo significó para muchas mujeres la defensa de un estatus político recién conquistado. Muchas fueron asesinadas acusadas de Republicanas, Rojas, representando una línea de continuidad
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directa con las mujeres que murieron en el transcurso de la guerra.
En el “paredón” de España (las tapias del cementerio de Paterna) muchos Republicanos fueron fusilados víctimas de la violencia institucionalizada franquista, gentes de todo tipo y condición, profesiones
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Federica Montseny Fue la primera ministra de un gobierno español. Y según algunos, más que eso: la primera ministra europea. Pero hay quien da más y llega a afirmar que fue la primera del mundo.
Federica Montseny nació en Madrid el 12 de febrero de 1905.
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Era hija de dos anarquistas catalanes que fueron procesados en varias ocasiones por sus ideas libertarias. Unos padres peculiares, sin duda, que fundaron las publicaciones La revista blanca y Tierra y libertad, y que educaron a la niña en casa, ya que su madre era maestra.
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De jovencita no se aburrió: estudiaba Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona, al tiempo que estaba afiliada a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y colaboraba en publicaciones anarquistas, donde escribía sobre filosofía, literatura y feminismo.
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"Querida Clara:
Cuando esta carta llegue a tí, ya no existiré. Y aunque mamá te explicará porqué no estoy, debes de saber, que he vivido hasta el último instante de mi vida con mucha honra y mucho orgullo, y siempre fiel a mi ideal. No fui un cobarde, no robé a nadie,
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luché sin tregua hasta el final. Y he muerto dando la cara al enemigo.
Si cien vidas tuviese, las cien daría por defender a la República. No creo que el Fascismo consiga vencer. Pero si la maldad de los falangistas pudiera más que la razón, no ayudes nunca a mis asesinos,
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no hay que tener consideración, que hoy no la tienen hacia nosotros. En algún momento podrás saber de todas las atrocidades que han cometido.
Solo te pido que cuides a mamá, a tus tíos y a tus abuelos. Y mira bien por tu hermano, no os peleéis y trata de ayudarle,
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La insurrección anarquista del ocho de enero de 1933, también conocida como la revolución de enero de 1933, fue la segunda de las insurrecciones llevadas a cabo por la CNT, Confederación Nacional del Trabajo, en España durante la Segunda República (La primera fue
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la insurrección anarquista del Alto Llobregat en enero de 1932, y la tercera fue la insurrección anarquista de diciembre de 1933).
Durante la misma tuvieron lugar los Sucesos de Casas Viejas que conmocionaron a la opinión pública española contemporánea, en el contexto
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del final del primer bienio de la Segunda República Española.
La insurrección corresponde a la táctica anarquista de la CNT y de la FAI, correspondiente a realizar agitaciones sociales que denunciaran las paupérrimas condiciones de vida de la clase trabajadora española,
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