Aun siendo una guerra entre Francia e Inglaterra, el conflicto iniciado en Norteamérica por el control de las colonias, se extendió a Europa, Centroamérica, la costa occidental de África, la India y Filipinas. Así se vieron implicados los principales estados de la época.
La guerra terminó con dos claros vencedores: Inglaterra, que reforzó su posición en las colonias de Norteamérica y la India. Y un joven estado europeo: Prusia.
Bernardo Bellotto es un pintor veneciano, sobrino del gran vedutista Canaletto, que se encuentra en Dresde al servicio de Augusto III, príncipe elector de Sajonia y rey de Polonia. La ciudad es ocupada por el ejército prusiano y el pintor huye al iniciar la guerra.
Cuando vuelve, una vez terminada la guerra, el panorama es desolador.
Antes de la guerra, en 1751 (@state_hermitage) Bellotto ya había pintado la Kreuzkirche antes de su destrucción.
Comparadla con la imagen de 1765.
Bellotto hizo "trampa", la plaza que vemos delante de la iglesia no existía así realmente, pues había edificios frente a la iglesia, como se ve en esta otra vista de Bellotto del Altmarkt, con la iglesia al fondo.
Pero, claro, eso rompía el efecto que buscaba en la vedute.
En 1760, las naves de la iglesia fueron destruidas por cinco bombas del ejército prusiano, manteniéndose intacta la torre.
Pero en 1765, la torre colapsó, desmoronándose la pared este.
Lo que pinta Bellotto son las labores de desescombro de la torre del 22 de junio de 1765.
Lo primero que llama la atención es la enorme y seguro que peligrosísima escalera para subir a la cima de la torre.
Al desmoronarse la pared, vemos la torre desnuda, abierta en canal.
En la cima de la torre, distintos obreros apuntalan la estructura.
Llama la atención la estatua de la Virgen colocada en lo alto.
A ras de suelo, los albañiles se ocupan de la cimentación de la nueva iglesia, ayudados por canteros, ocupados también en las labores de demolición.
También vemos a un oficial con un chaleco rojo dibujando en la piedra la forma a tallar con ayuda de una plantilla.
Distintos ciudadanos se sitúan a la sombra en primer plano, como espectadores asistiendo a las labores de desescombro. También vemos público en la calle de la derecha.
O en la calle y en las ventanas de los edificios.
Bellotto realizó una copia prácticamente idéntica de la obra que se conserva en @skdmuseum.
A la izquierda la de Dresde, a la derecha la de Zúrich.
Recordad que estas obras estaban pensadas para ser compradas por viajeros adinerados a modo de recuerdo.
Además en esa época, Bellotto se encontraba en una precaria situación económica. Sus patronos habían muerto y su estilo se empezaba a ver pasado de moda. Por esto y otros motivos acabó en Polonia en la corte de Estanislao II.
Iglesia de la Santa Cruz, de Varsovia (1778).
Como otras obras de Bellotto y los vedutistas, se difundió rápidamente gracias a los grabados.
Después de la demolición, la iglesia fue completamente reconstruida en estilo barroco, abandonando el estilo medieval original.
Pero no es el único episodio azaroso de esta iglesia. Vendrán más. Pero ésa es otra historia.
Este cuadro se convirtió en el símbolo de la caída del poder del Electorado de Sajonia frente al joven estado prusiano, quien marcaría la política europea de los próximos cien años.
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Este dibujo cuenta una historia que a ojos del S. XXI puede no sorprendernos demasiado.
Pero que en el S. XVII un joven pintor vaya a conocer a una anciana artista, que además le saca más de 60 años, no era algo habitual.
#8M
En 1621, el joven Antoon van Dyck viaja a Italia. Tenía 22 años y ya arrastraba una considerable carrera a sus espaldas, después de haber recibido varios encargos del rey Jacobo I de Inglaterra y de su corte.
Retrato de Thomas Howard, segundo conde de Arundel (@GettyMuseum).
Van Dyck pasaría en Italia siete años. La mayor fuente de información de ese viaje es el Cuaderno Italiano (@britishmuseum), formado por unos doscientos folios de dibujos de estampas, obras de otros artistas, nuevas ideas y en algunos pocos casos personas que conoció en el viaje.
Hay un nuevo invitado en el @museodelprado que se va a quedar los próximos 2 años.
Vamos a conocer las obras que forman parte de La galería de arte Cornelis van der Geest, de Willem van Haecht (1628, Rubenshuis).
Durante el S. XVII surgió en Amberes el género de los Constkamers, donde se muestran las colecciones de arte de orgullosos mecenas.
Como Cornelis van der Geest, aquí retratado por Van Dyck (c1620, @NationalGallery).
Durante la visita de los archiduques Alberto e Isabel a Amberes entre el 15 y el 27 de agosto de 1615, estos conocieron la galería de arte de Cornelis van der Geest.
El coleccionista encargó esta pintura conmemorativa trece años después de la visita.
En Desayuno en la cama (1897, @TheHuntington), Mary Cassatt realiza un retrato muy cercano y tierno de su familia. Vamos a conocerla.
#Maestras
La bebé es Ellen Mary Cassatt, hija de su hermano menor Joseph Gardner Cassatt.
Mary Cassatt retrataría a su sobrina muchas veces y con diferentes técnicas. Como el óleo Ellen Mary con un vestido blanco (c1896, @mfaboston) o el precioso pastel (c1899, @metmuseum) donado por la propia retratada al Met.
La mujer de la cabra, de Maruja Mallo (1929, @FundacionBarrie) cuenta, casi sin enterarnos, los logros que llegaron a alcanzar las mujeres a principios del S. XX y la ruptura que esto supuso con la tradición anterior. De esto y de un poco de poesía vamos a hablar aquí.
#Maestras
En 1927, animada por su amiga la poeta Concha Méndez, la pintora viaja a Tenerife, donde su padre había sido destinado (era administrador de aduanas). Y es allí donde pinta esta obra en 1929 (de ahí su otro título: La isleña).
Hay múltiples elementos del paisaje tinerfeño en la composición, tanto las montañas escarpadas como el puerto amurallado con palmeras. Destaca en el lado derecho una gran planta de aloe vera.
Preciosa y poética la paloma con la cola de abanico.
Para celebrar el #Prado204 vamos a hablar de la única pintura de Rembrandt en el museo, que además es un caso de #RecuperArte al cambiar de título hace unos pocos años:
Judith en el banquete de Holofernes (1634).
La identificación de la protagonista como Judith es algo muy reciente.
Fue Teresa Posada, jefa del departamento de Pintura Holandesa, quien en 2009 se dio cuenta que algo no cuadraba entre el título oficial y la pintura.
Desde el S. XIX se interpretó la escena como la reina Artemisa preparándose para beber las cenizas de su marido y hermano Mausolo, para convertirse ella en su sepulcro viviente.