En diciembre de 1796, una división de dos fragatas al mando del comodoro Nelson se topó con una fuerza equivalente del capitán de navío Fitz-James Stuart. A la exigencia inglesa de rendición, decía el español:
"Esta es una fragata española, y puede comenzar tan pronto como desee"
En el contexto de la recién declarada guerra entre España y Reino Unido, la situación estratégica de la Royal Navy en el Mediterráneo era complicada. Si bien hasta entonces España y Reino Unido habían sido aliadas coyunturales, ahora eran enemigas.
Esto suponía un desequilibrio de fuerzas, de forma que la combinación de una escuadra española con la francesa bloqueada en Tolón fácilmente superarían a la Flota del Mediterráneo. El vicealmirante John Jervis ordenó entonces replegarse a Gibraltar y a Lisboa.
Sin embargo, en la isla de Elba, aún quedaba una guarnición británica, y era necesario evacuarla para completar el repliegue total del Mediterráneo. A este efecto, ordenó al comodoro Nelson hacerse cargo de la empresa con una división de dos fragatas: la Minerve y la Blanche.
A la altura de Cartagena, las fragatas británicas eran descubiertas por una división de dos fragatas, la Santa Sabina y la Santa Matilde, del capitán de navío Jacobo Fitz-James Stuart. Curiosamente, este español era miembro ilegítimo de la realeza inglesa de los Estuardo.
Las fuerzas estaban muy equilibradas, pues la Minerve, insignia de Nelson, tenía 42 cañones, y la Blanche 32; mientras que la Santa Sabina tenía 40 cañones y la Santa Matilde 34. Los oficiales españoles eran los prestigiosos Fitz-James y Gastón de Iriarte.
Tras emparejarse las fragatas insignia, las otras dos hicieron lo propio, y después de la negativa española a rendirse comenzó el fuego. La potencia de fuego superior de la Minerve terminó por rendir a la Santa Sabina pero la Santa Matilde venció a la Blanche.
Cuando el teniente Hardy abordó la Santa Sabina con 40 hombres, descubrió la naturaleza real de su comandante, don Jacobo, y Nelson se quedó maravillado con el suceso de que un inglés real sirviera a la causa de España, cosa que llevaban haciendo los Fitz-James todo el XVIII.
Cuando los dos oficiales se encontraban en la Minerve charlando animadamente, apareció la Santa Matilde con la intención de recuperar a su nave insignia, comenzando a batir a la fragata inglesa con fuerza. El combate inicial había durado cerca de 3 horas.
Sin embargo, tras media hora de combate entre la Santa Matilde y la Minerve, apareció en el horizonte una división española de dos fragatas, Ceres y Perla, y el navío Príncipe de Asturias, que alertados por el cañoneo había partido del puerto de Cartagena a investigar.
Al ver esto el comodoro Nelson ordenó picar los cables que marinaban la Santa Sabina y ponerse en fuga tan pronto pudo, dejando atrás a la fragata española apresada... y también a sus 40 hombres de presa, entre ellos los tenientes Hardy y Culverhouse.
Así, la Santa Matilde se hizo con el control de la Santa Sabina, además de 43 prisioneros ingleses que había quedado a su suerte en la huida de sus compañeros. Estos hombres serían posteriormente puestos en libertad en Gibraltar en un intercambio de prisioneros.
Quizás es de las pocas, y desde luego desconocidas, ocasiones donde un oficial prestigioso de la Royal Navy se ponía en fuga como alma que llevaba el diablo y sin mirar atrás, aunque la versión inglesa matiza muchos detalles tratando de limpiar este acto de dudosa valentía.
Bibliografía:
Rodríguez González, A. R. (1999). Una derrota naval de Nelson en 1796. Revista General de Marina.
Fernández Duro, C. (1972). Historia de la Armada Española. Madrid: Museo Naval.
Láminas:
Carlos Parrilla
y Zeno Diemer
Nota: en la bibliografía inglesa se cambia la fragata Santa Matilde por la Ceres, de 40 cañones, y se habla de que la Blanche la venció sin tener bajas. Obviamente esto es muy poco probable. La Ceres iba en conserva de la Perla y del navío Príncipe de Asturias pero no combatieron
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Tal día como hoy, 25 de diciembre de 1492, unas corrientes hacían encallar a la nao San María al norte de la isla La Española, lo que hoy se conoce como Punta Santa. El destino conspiró para que se estableciera el primer asentamiento español en el Nuevo Mundo: el Fuerte Navidad.
Cristóbal Colón navegaba desde el cabo de Santo Tomás hasta Punta Santa para conocer al cacique Guacanagarí. Al anochecer, los oficiales se retiraron y se dejó el gobierno de la nao a un mozo, un grumete. Unas corrientes empujaron a la nao Santa María hacia un banco de arena.
A eso de las 12:00 de la noche, el mozo dio alarma y la tripulación trató de evitar el naufragio, ya inevitable. La tripulación se salvó en parte gracias al cacique Guacanagari, que acudió al rescate con canoas. No hubo bajas, pero la nao Santa María quedó varada e irrecuperable.
Tal día como hoy, 4 de julio de 1776, las Trece Colonias se declaraban independientes del Reino Unido, como los Estados Unidos de América. España apoyaba a los estadounidenses con grandes sumas de dinero, uniformes, armas, y tropas. Sin ella nunca lo hubieran conseguido.
Desde 1775, a través de la empresa Roderique Hortalez y Cía y con intermediación del gobernador de la Luisiana Luis de Unzaga, Diego de Gardoqui y Pierre Caron de Beaumarchais, España envió a los patriotas la friolera de 6.150.000 Reales en monedas de a ocho, el spanish dollar.
Además, a través de las empresas y filiales de Roderique se enviaron 216 cañones, 27 morteros, 30.000 mosquetes y bayonetas, 51.314 balas, 300.000 libras de pólvora, 12.868 granadas de artillería, 30.000 uniformes, 32.000 varas de paño, 18.000 mantas y 4.000 tiendas de campaña.
Tal día como hoy, 9 de junio de 1770, la división española de 4 fragatas del capitán de navío Ignacio de Madariaga expulsaba a los británicos de las islas Malvinas. Los británicos habían bautizado su asentamiento como Port Egmont; los españoles como Puerto Soledad.
Aunque los franceses del conde de Bougainville habían sido los primeros en asentarse en las islas, el archipiélago pertenecía legítimamente a España. Así terminarían evacuándolo. Los británicos tratarían en varias ocasiones de hacerse con ellas por su importancia estratégica.
Este asentamiento, aunque intentó ser ocultado por los británicos, no pasó desapercibido en España, y el espionaje español consiguió localizarlo; el rey Carlos III ordenó que los británicos fueran desalojados con la división naval del río de la Plata.
Tal día como hoy, 4 de mayo de 1588, una flota de 200 buques y con 23.375 ingleses se presentaba en Coruña para tomar la ciudad. La heroica defensa de Juan Pacheco de Toledo con 1.500 hombres, y mujeres, la derrotaría. El desastre fue tal que se llamó la Invencible Inglesa.
Isabel I había organizado una grandísima escuadra compuesta por 6 galeones reales, 60 mercantes armados, 60 filibotes, 20 pinazas y un gran número de transportes de tropas, en total unos 200 buques; la tropa eran 23.375 hombres, entre soldados y marineros.
El mando de tan impresionante contingente lo ostentaba Francis Drake, con apoyo de John Norreys, Walter Raleigh y Robert Devereux, los principales almirantes y cortesanos ingleses. Por su parte, la expedición estuvo financiada por capital real y privado, incluyendo holandés.
Tal día como hoy, 30 de abril de 1657, una escuadra inglesa de 23 navíos de guerra atacaba la Flota de Indias en Santa Cruz de Tenerife recién llegada de La Habana y Veracruz. Si bien los ingleses destruyeron 2 galeones y 7 mercantes, Diego de Egües había desembarcado la carga.
A pesar de la superioridad numérica, pues la Flota de Indias estaba compuesta por 21 mercantes y sólo 2 galeones de escolta, los ingleses no pudieron cumplir con su objetivo. Por esta razón ambos contendientes se atribuyeron la victoria, recompensando a los participantes.
España perdió parte de su Flota de Indias y escolta de galeones, si bien consiguió desembarcar la carga que era la prioridad, teniendo más bajas. Inglaterra sufrió desperfectos en su flota aunque consiguió salir de puerto sin grandes bajas, pero sin lograr su objetivo.
Tal día como hoy, 27 de abril de 1521, en la batalla de Mactán que se libró en la isla de Cebú, murió Fernando de Magallanes al enfrentarse con 49 de sus hombres a 1.500 nativos del caudillo Lapulapu. El resto de los expedicionarios observaban desde sus naves la batalla.
A causa de la orografía rocosa de la isla, Magallanes no pudo desembarcar directamente, ni recibir apoyo de la artillería de sus naves, por lo que tuvo que anclar en la distancia y llegar en botes hasta la playa. Para la misión, Magallanes eligió a 48 hombres, sobresalientes.
Los sobresalientes eran soldados embarcados, un tipo de infantería anterior a la de Marina. Usaban espada, rodela y media armadura. Al desembarcar, tuvieron que andar casi un km y tenían el agua por encima de la rodilla. Los nativos se lanzaron contra los fatigados soldados.