Lo que menos me gusta de Twitter no es que haya cierta toxicidad en él. Eso consigo esquivarlo.
Lo que me joroba es lo brutalmente ADICTIVO que es. Es droga de la buena. Un potencial asesino de productividad. Un potro salvaje al que hay que domar pero que a veces te cocea.
Lo que me joroba es lo brutalmente ADICTIVO que es. Es droga de la buena. Un potencial asesino de productividad. Un potro salvaje al que hay que domar pero que a veces te cocea.
He intentado ponerme aplicaciones que me fuerzan a usarlo menos, etc. Ninguna me ha funcionado.
Soy débil. La droga está muy rica. «Solo un chute más, uno pequeñito y lo dejo por hoy», me digo. Pero sé que no es cierto. Y me descubro inyectándome tuits en vena minutos después.
Soy débil. La droga está muy rica. «Solo un chute más, uno pequeñito y lo dejo por hoy», me digo. Pero sé que no es cierto. Y me descubro inyectándome tuits en vena minutos después.
Dopamina en pequeñas porciones. Droga dura.
Pequeños bloques de información que relajan, tan solo unos segundos, a mi sistema dopaminérgico. Como caladitas a un cigarro.
Los mecanismos de apertura (click, click, click) ya en el bulbo raquídeo. Abro Twitter sin darme ni cuenta.
Pequeños bloques de información que relajan, tan solo unos segundos, a mi sistema dopaminérgico. Como caladitas a un cigarro.
Los mecanismos de apertura (click, click, click) ya en el bulbo raquídeo. Abro Twitter sin darme ni cuenta.
Y la tolerancia aumenta con el tiempo. Como con cualquier droga.
Así que necesito más. Más tuits. Más porciones de información. Más capsulitas de dopamina. Que no pase una hora si al menos meterse un poquito.
Yonki del Twitter.
Así que necesito más. Más tuits. Más porciones de información. Más capsulitas de dopamina. Que no pase una hora si al menos meterse un poquito.
Yonki del Twitter.
Ataque frontal al mismo circuito mental que atacan las tragaperras. Mini dosis con recompensas cuando menos te lo esperas: «¡Oh! ¡Cuántos RTs!».
A lo mejor es nuestro cerebro de cazadores recolectores: «¡Oh, otra mata de fresas!», «¡Oh, unas raíces!», «¡Oh, un jodido mamut!»
A lo mejor es nuestro cerebro de cazadores recolectores: «¡Oh, otra mata de fresas!», «¡Oh, unas raíces!», «¡Oh, un jodido mamut!»
Y por si eso fuera poco... ataque también frontal a la necesidad como seres humanos (creada por el proceso evolutivo) de sentirnos reconocidos por el resto de miembros de la tribu: «¡Oh, cuántos likes!»
Puf, ¡qué atracón de droga me he pegado con este hilo improvisado! Dopamina fresca.
¡Subidón, subidón! Neeeeeeen.
¡Y encima estoy recibiendo likes a saco! ¡La tribu me aprecia!
Ahora puedo salir del Twitter.
Nos vemos en unos minutos.
FIN (por ahora).
¡Subidón, subidón! Neeeeeeen.
¡Y encima estoy recibiendo likes a saco! ¡La tribu me aprecia!
Ahora puedo salir del Twitter.
Nos vemos en unos minutos.
FIN (por ahora).
Ya estoy de vuelta. Han sido 10 minutos muy largos.
Aquí es donde debería meter con calzador algún tema de productividad personal. La parte final del "Viaje del héroe". Una katarsis que dé una solución al problema.
Pero no. Para vosotros solo tengo una cosa...
¡Droga!
Aquí es donde debería meter con calzador algún tema de productividad personal. La parte final del "Viaje del héroe". Una katarsis que dé una solución al problema.
Pero no. Para vosotros solo tengo una cosa...
¡Droga!
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