La saña fifí
La saña fifí contra un gobierno tan moderado como el de López Obrador en México, evidencia el descarado nivel de abuso al que llegó la derrotada oligarquía neoliberal. Oponerse de manera tan férrea a cambios tan mínimos, magnifica su egoísmo, su vileza.
La saña fifí contra un gobierno tan moderado como el de López Obrador en México, evidencia el descarado nivel de abuso al que llegó la derrotada oligarquía neoliberal. Oponerse de manera tan férrea a cambios tan mínimos, magnifica su egoísmo, su vileza.
Siguiendo la narrativa de la 4T, la actual transformación sería, por mucho, la más limitada en la historia de México. La Independencia cortó la dominación de España. La Reforma quitó privilegios a la Iglesia. La Revolución trajo reparto de tierras y un nuevo pacto social.
Hasta el día de hoy, el proyecto de la 4T está lejos de reconfigurar las relaciones sociales y el papel de las élites, a la par de las otras 3 transformaciones. No se plantean expropiaciones, repartos de tierra, impuestos a los ricos... nada de eso.
El proyecto de la 4T se ha limitado a poner freno a algunos abusos estructurales, como frenar el saqueo de bienes públicos y obligar a los ricos a que paguen impuestos, implementar programas sociales para mitigar un poco los efectos del abuso neoliberal. Pero hasta ahí.
La 4T no se plantea ni por asomo, una reconfiguración de la propiedad ni el acaparamiento de los medios de producción, ni las relaciones de clase, ni reformas profundas en lo político. El proyecto transformador de AMLO es muy moderado: un paliativo social para mitigar el abuso.
Y aún dentro de esas coordenadas, la moderación de la 4T ha quedado a deber en ámbitos como el combate a la corrupción. Lo mínimo que se podía esperar, era iniciar un maxiproceso judicial contra los responsables del saqueo. No ha sucedido ni hay señales de que eso vaya a suceder.
Por todo eso me resulta tan repulsiva la forma en que las élites fifís -temerosas de perder sus privilegios obtenidos mediante el abuso contra las clases populares- pongan tan férrea resistencia a un proyecto transformador tan moderado.
Los que vivían tan cómodamente en los años más oscuros del sicariato calderonista y el mirreinato peñista, de repente se volvieron "patriotas" cuando vieron amenazados sus privilegios obtenidos al exprimir a las clases trabajadoras con medidas como el 'outsourcing'. Hipócritas.
La saña fifí contra el gobierno de López Obrador es directamente proporcional a sus intenciones de no ceder un ápice al abuso sistemático de la clase dominante sobre las clases trabajadoras. Ese es el trasfondo real de la confrontación política actual en México.
El problema de los proyectos moderados, es que frenar algunos aspectos del abuso de la clase dominante sobre las clases subalternas, pero no atacar las causas estructurales que sostienen dicha relación de dominación, genera condiciones para el regreso de la oligarquía.
Lo que claman hoy los fifís y próceres de la derecha mexicana, es la restauración de la oligarquía, el regreso al poder de una élite político-empresarial que saqueó al país y en el camino destruyó el tejido social, detonando fenómenos como la violencia.
Los paliativos de los programas sociales eran urgentes para mitigar los efectos devastadores del neoliberalismo. Pero eso no será suficiente para impedir la restauración oligárquica, mientras no se trastoquen las estructuras de poder de las élites. La 4T no va por esa vía.
Y el problema se agrava a futuro. Rumbo a la sucesión presidencial de 2024, el de por sí moderado proyecto de AMLO, tenderá a ser aún más moderado con perfiles como Sheinbaum y Ebrard, cuando lo que se necesita es precisamente lo otro: una radicalización del proyecto.
Lamentablemente, no veo en la escena política mexicana liderazgos lo suficientemente fuertes como para llevar a cabo una radicalización del proyecto transformador. Hay muchas resistencias, internas y externas. No es fácil. Pero es necesario para un cambio social de fondo.
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