La presencia de San Francisco de Borja convierte automáticamente cualquier obra de arte en la que aparece en una #Vanitas
Su atributo más conocido es una calavera coronada. Por qué? Vamos a verlo hilando cuadros, esculturas y un maravilloso bordado
Francisco de Borja y Aragón (m.1572) fue Duque de Gandía, Grande de España y Virrey de Cataluña. Bisnieto del papa Borgia Alejandro VI y del rey Fernando el Católico, sirvió en la corte de Carlos V, llegando a ser su hombre de confianza. Cuando murió su esposa Leonor de Castro,
entra en la Compañía de Jesús, y siendo ya jesuita, en 1554, llega a asistir a la reina Juana I de Castilla en Tordesillas enviado por el príncipe Felipe. Sin embargo, el episodio que le lleva a convertirse en un ferviente católico sucedió algo antes.
En 1539 muere en Toledo, a los 36 años, Isabel de Portugal, esposa de Carlos V y madre del futuro Felipe II. El emperador, destrozado, se retira al Monasterio de Santa María de Sisla, siendo Felipe quien presidió la comitiva fúnebre que llevó el cadáver de su madre a Granada,
para ser enterrada en la Capilla Real. La comitiva iba dirigida por el fiel Francisco de Borja, quien al llegar a Granada hubo de asegurar que el cuerpo de la reina seguía en su ataúd.
La impresión que le causó ver el cadáver de la bella Isabel en avanzado estado de descomposición fue tal que le llevó a exclamar: "Nunca más servir a señor que se me pueda morir". La calavera, muchas veces coronada, que acompaña a Borja siempre es pues una alusión a la reina
Isabel, y símbolo clásico de fugacidad, en recuerdo de este episodio que le llevó a dedicarse a una vida de recogimiento religioso hasta que alcanzó la santidad. Veamos algunos detalles de las obras que han ilustrado esta historia.
En el primer tuit, el San Francisco de Borja de Alonso Cano (1624, Museo de Bellas Artes de Sevilla). El santo contempla la calavera coronada, teniendo a sus pies los capelos cardenalicios que rechazó, única nota de color de la composición.
Carlos V recibe en Yuste la visita de San Francisco de Borja (Joaquín María Herrer y Rodríguez, 1862, Museo del Prado, depósito Subd. Gobierno en Albacete). Es probable que el interior refleje el del Palacio de los Condes de Oropesa en Jarandilla, donde se alojó Carlos V.
San Francisco de Borja despidiéndose de su familia (Francisco de Goya, 1788, Catedral de Valencia). Esta obra está en la Capilla de San Francisco junto a otra, también de Goya, San Francisco asistiendo a un moribundo (1788), primera en la que aparecen sus célebres monstruos
Curioso es el título de este cuadro de Willem Geets (1876), según traducciones, El "exorcismo" o el "encantamiento" de Juana de Castilla. Francisco de Borja fue enviado a 1554 a Tordesillas por Felipe para averiguar por qué Juana -según decían- se negaba a ir a misa.
Isabel de Portugal fue la única esposa de Carlos V. Aquí aparecen retratados por Rubens hacia 1628. El original, de Tiziano, acompañó al emperador a Yuste y desapareció en el incendio del Alcázar en 1734. Fundación Casa de Alba.
Esta obra anónima podría ser la versión más cercana al retrato que hizo Antonio de Holanda en 1529 de la reina Isabel con su hijo Felipe, el futuro Felipe II, a la manera de la Virgen con el Niño. Fundación de la Casa de Medina Sidonia.
La Conversión del duque de Gandía (José Moreno Carbonero, 1884, Museo del Prado), refleja la escena en la que Francisco de Borja, desolado tras ver el cadavér putrefacto de su adorada reina, decide "nunca más servir a señor que se me pueda morir".
Los detalles del cuadro son fascinantes. Francisco de Borja se derrumba inconsolable apoyándose en su gentilhombre, mientras su gorro yace abandonado en el suelo, a los pies del blanco sudario que envuelve cuerpo y ataúd. Pero es la muerte la que lo envuelve todo.
El personaje que abre la funesta caja es incapaz de soportar el hedor del cadáver descompuesto.
A la izquierda de la imagen llora desconsolada Leonor de Castro, esposa de Francisco de Borja y camarera de la reina, mientras asiste a la escena que protagoniza su marido, del que se decía estaba enamorado de Isabel. Lloraba por la reina?...
Otro foco de atención es el arzobispo de Granada, Gaspar Dávalos. La minuciosidad con la que Moreno pinta la capa pluvial convierte por sí sola al magnífico cuadro en una obra maestra. Esa capa existe, es una joya del Obrador de Bordados de El Escorial, y allí se conserva
La maravillosa capa forma parte de un conjunto de piezas, conocido como "Terno de las calaveras", bordado entre 1586 y 1593 para los aniversarios y memorias de la emperatriz Isabel y la reina Ana de Austria. Hecho en terciopelo de seda negro labrado sobre fondo de plata con
efectos decorativos de entorchados de plata anillados por trama componiendo roleos vegetales. Las cenefas son de terciopelo liso cortado negro, bordado al realce con motivos fúnebres, entre los que desacan las calaveras. Primorosamente restaurado por Kronos Restaura, (imágenes
de Ignacio Retuerto, descripción de María Barrigón), la presencia de esta excepcional pieza en el cuadro de Moreno es un anacronismo, pues se bordó unos cincuenta años después del fallecimiento de la reina Isabel en 1539.
La bella Isabel. Tiziano la pintó en 1548 por orden del desconsolado Carlos, que, sin embargo, no quería ver a Isabel como era, sino como la recordaba. La bella Isabel fue, al final, sólo carne podrida. (Jean-Paul Laurens, S.XIX, Museo de Bellas Artes de Brest)
Martínez Montañés captó el dolor, la impresión y la determinación de Francisco de Borja en 1624 en esta escultura de candelero que se encuentra en la Iglesia de la Anunciación de Sevilla. Sobrecoge esa mirada: la muerte es una catástrofe.
A partir de ahora, cuando veáis una calavera coronada acompañando a Francisco de Borja sabréis a quién alude.
Vanitas (Morirás Bella Isabela), Francisco Velázquez vaca, 1639. Convento de San Quirce y Santa Julita, Valladolid.
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