Algunos se preguntan por qué Iberoamérica es tan pendeja que teniéndolo todo sólo termina produciendo tiranillos y miseria. Y enumeran muy bien los ejemplos. Pero se quedan en la pregunta, no nos dan la respuesta. Les diré algo, me pueden linchar por inmodesto, pero creo saberla:
nuestra «independencia» del imperio español (del cual éramos parte y no precisamente como colonias, sino como dignísimas provincias) fue una farsa injustificable, montada por potencias rivales como Gran Bretaña, Francia, Holanda, etc. a partir de una propaganda anti española con
la cual fueron armando una leyenda negra y captando ricos hacendados a quienes se les hizo ver que el continente les pertenecería tras una revolución. Hoy llamamos a dichos criollos libertadores, pero es gracias a ellos que el continente dejó de ser un imperio para convertirse
en un territorio balcanizado, escindido en pobres republiquetas devastadas por la guerra, convertidas en rivales disputándose fronteras y mercados, y sometidas entonces sí a los designios de otros imperios y potencias que siguieron, como era de esperarse, dictándonos la falsa
narrativa libertaria tras la susodicha «liberación», mientras realizaban nuestra verdadera colonización comercial y política. Hoy vivimos en la era de la información y no es difícil encontrar abundante documentación testimonial y patrimonial que desmienta la versión a-histórica
sobre el imperio español que impulsaron instigadores secesionistas como Bolívar desde el poder. Dicha documentación deja expuestos por sí mismos los intereses reales de los conjurados, su demagogia ilustrada decimonónica, su retórica grandilocuente, manipuladora y victimista.
Todos los gobiernos sucesivos lógicamente deben sus poderes al triunfo de la sedición separatista, y a ella rinden el oficioso tributo reglamentario desde hace dos siglos, con toda la pomposidad de una tautología descarada. Pero la mentira tiene patas cortas, queda expuesta en
los resultados. Iberoamérica no es tan pendeja como afirman algunos, es más bien predeciblemente torpe por su origen bastardo, hija de una sangrienta violación histórica en la que fue declarada por la fuerza «libre» e «independiente» —sin haber sido jamás cautiva ni
dependiente—, y en la que le fue borrada y remplazada su memoria por una nueva, pero llena de complejos identitarios, que la llevarían una y otra vez a repetir esta producción suicida de caudillos y vengadores a quienes seguir entregándose interminablemente.
Marx tenía 12 años a la muerte de Bolívar. Era, pues, contemporáneo suyo. En 1858, al escribir su artículo sobre él, tenía 40 años. Contaba con bibliografía fresca y de 1ª mano, externa al bolivarismo. Estas fuentes negaban cualquier legitimidad revolucionaria del mantuano. Es
así como para la izquierda actual es un dilema querer apoyarse en ambos personajes históricos. Para salvar a Bolívar tendría que acusar a Marx de intelectual ingenuo y deshonesto (un sacrilegio para ella), y para salvar a Marx tendría que apoyarlo en su vehemencia contra Bolívar.
Para los venezolanos que actualmente se dicen de derecha, y que defienden a Bolívar tanto como los izquierdistas, apoyar al mantuano parece más simple. Les basta con desechar en bloque a Marx y a la izquierda y decir que Bolívar no tenía nada que ver con el socialismo, sino con
MANIFIESTO DEL PUEBLO VENEZOLANO DIRIGIDO A LA COMUNIDAD INTERNACIONAL POR UNA DEPOSICIÓN DEL RÉGIMEN DE NICOLÁS MADURO POR LA FUERZA
Los venezolanos que el 28 de julio de 2024 democráticamente elegimos de manera abrumadora y comprobable a Edmundo González Urrutia como nuestro
presidente, hoy nos vemos obligados a recurrir a los países de la comunidad internacional para manifestarles:
1. Que nuestro país se encuentra secuestrado por una espantosa tiranía ante la cual los venezolanos ya agotamos en vano repetidamente todos los recursos democráticos,
incluyendo la vía electoral.
2. Que, tal como era absolutamente previsible, los venezolanos mediante esta vía (que tanto nos ha sido recomendada a través de los años por la comunidad internacional) nuevamente no pudimos liberarnos de tan espantosa tiranía, sólo exponerla una
Bolívar confesó a Luis P. Delacroix no ser estéril y tener «prueba de lo contrario». Presuntos hijos: Flora Tristán, Simoncito Briffard, Manuela Caro Ibáñez, José Secundino Jácome, Miguel Simón Camacho, Manuela Josefa Bolívar Cuero, José A. Costas, Rudesindo Caicedo y Mosquera.
Pero serían muchos más, porque a Bolívar se le han llegado a atribuir hasta 29 hijos.
La confesión entera de Bolívar reza así: «No soy estéril y tengo pruebas de lo contrario… El Potosí tiene para mí tres recuerdos: Allí me quité el bigote, allí usé vestido de baile, y allí
tuve un hijo».
Por cierto, el último Virrey peruano, Pío Tristán, que fue nombrado al cargo como virrey interino, y que no ejerció realmente su mando para pasarse cobardemente al bando republicano y así poder ser también el primer presidente tras la «independencia», sería tío
El pueblo lo sabe y por ello se ha crecido: que el régimen se convirtió en un esclavo de su poder y que para permanecer en él está obligado al fraude, lo cual en circunstancias habituales suele resultarle placentero, pero no en las actuales, que lo acorralan y lo hacen tocar
fondo, porque no sólo se trata de perpetrar cualquier fraude, sino el fraude de todos los fraudes, el que por respeto a sí mismos ni los peores estafadores hacen.
Así de mal el régimen está, obligado más que nunca a perpetrar lo inocultable y lo insostenible. Por ende a
exponerse y a asumirse abiertamente como tiranía, y a atenerse a las consecuencias sociales que inmediatamente se le vendrán encima.
No, esta votación en tiranía no será un pecado de legitimación por parte de la ciudadanía, será un desafío de la realidad a la teoría. Esto
Sonará como un exabrupto, pero el argumento de la legitimación de la tiranía mediante el voto ya no tiene vigencia en las actuales circunstancias venezolanas, porque su legitimación por esa vía no es un hecho automático. Los comicios, que
de manera general requieren de un mínimo de condiciones, como observancia, verificación, igualdad y transparencia, en Venezuela son un chiste cruel, abierto a los ojos del mundo. Basta con oír por unos segundos, sin necesidad de traducción, al rector del CNE.
Tales condiciones brillan por su ausencia desde los inicios de la presente contienda, y no son susceptibles de aparecer en ella por arte de magia el día del escrutinio.
Al régimen no lo legitima aquello que lo arrincona, devela, desenmascara, desprestigia, enchaba, tacha,
Ahora la mayoría de los voto-escépticos que opinan a diario desde los canales de sus redes tienden a invitarse unos a otros a sus programas. Ya parecieran necesitarse entre sí para darse fuerza, sus argumentos se están agotando frente
a una realidad que ha ido evolucionando y que contradice sus tesis. En pleno padecimiento de una crisis argumentativa, lógicamente comienzan a buscarle cinco patas al gato y a intentar malabarismos que no consiguen convertir en reales premisas. Sus intercambios se empobrecen,
vuélvense repetitivos, claros signo de debilidad, tozudez, arrogancia, sobre todo de incapacidad para refrescar su percepción de la realidad y traducir con apertura de espíritu los eventos, que se empeñan en seguir viendo a través de un prisma discontinuado,