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Álamo no era un templo de la libertad.
se disculpaba, no imploraba perdón, no escupía a sus antepasados. Peor aún: ¡cantaba con alegría! Y lo hacía celebrando a Rodrigo de Bastidas, ese personaje cuya sola mención parece provocar urticaria moral en los departamentos de Antropología. Lo que siguió fue un artículo que 
próspera, ordenada y espléndida provincia española que, en los 27 años previos a la «revolución» bolivariana —la original— había triplicado su economía gracias al libre comercio decretado por el Rey Carlos III.
pueblo. Fue el comienzo del chavismo.

Europeos y Canarios mas criminales han sido pasados por las armas».
falsa, tan aceptada como infame, que desde hace siglo y medio viene operando como un arma conceptual de sustitución histórica. Llamarse latinoamericano es negar la propia raíz, diluir la herencia, someterse al marco mental del adversario. Porque no somos latinoamericanos: somos
incrimine con la precisión, frialdad y brutalidad con que lo hace la orden firmada por Simón Bolívar en Valencia, el 8 de febrero de 1814.
de Jesús en la cruz no tiene nada que ver con la redención de la humanidad mediante el sacrificio, como en los ritos sacrificiales de ciertos cultos y religiones.
difícil luego no establecer una relación de causa-efecto entre estos extraños padecimientos y el hecho de que el sujeto era en realidad un verdadero azote.
Arrancados de raíz por falsos pretextos. Por una falacia, por un inconfesable oportunismo. Por una irreparable traición. Detrás estuvo una élite criolla auto proclamada «libertadora» antiimperialista, pero en alianza con imperios extranjeros. Todo proviene de tales predios