Después de las elecciones del domingo nos ha tocado ver posturas misóginas no solo por parte de los típicos hombres que siempre hemos sabido que odian a las mujeres, si no también de personas que se consideran feministas, o activistas LGBT.
Para nosotras es claro que el resultado del domingo es una bofetada para todas las mujeres, un ataque, porque al menos para nosotras no es confirmación de que a las mujeres se nos odia, eso llevamos años sabiéndolo.
Y no solo sabiéndolo, sino organizándonos colectivamente contra el hostigamiento sexual, el acoso callejero, por el derecho a decidir, Ni Una Menos, etc. Además, estos espacios han sido impulsados y se han acompañado por las realidades del resto de países de América Latina.
De esta manera, nos parece repudiable insinuar que las mujeres estamos “dándonos cuenta” que nos odian o que estamos empezando a organizarnos porque “ahora sí” nos sentimos vulnerables. No es cierto. Es falso y misógino.
Las mujeres somos el principal objetivo de los grupos conservadores, quienes lamentablemente no están solamente en partidos abiertamente religiosos, si no que también en aquellos que se llaman “liberales” y “progresistas”, e incluso en aquellos que ese tema ni lo tocan.
La situación del país lleva años siendo nefasta para nosotras, quienes somos las que más hemos sufrido la desigualdad económica, el desempleo, la precarización laboral, la deserción educativa, la explotación sexual, etc.
Asimismo, esta situación obliga a miles de mujeres a permanecer en relaciones violentas a cambio de techo y comida, siendo vulnerables a la violencia física y hasta al femicidio. La vida de la mayoría de las mujeres de este país no es fácil, la mayoría somos vulnerables.
La violencia contra las mujeres y contra la población LGBT, puesto que la homofobia es un arma patriarcal también, está siendo legitimada por políticos y personajes públicos, pero las feministas hemos denunciado la complicidad del estado por años, y lo seguiremos haciendo.
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La vestimenta NO es la responsable de las agresiones de la que somos víctimas las mujeres. Las mujeres JAMÁS vamos a poder vivir en paz mientras no se responsabilice a los hombres de la violencia que ejercen.
Estas medidas del INAMU y el ICT además de revictimizantes, son absolutamente ignorantes de la realidad que rodea la violencia masculina contra las mujeres. Invisibiliza que la violencia sexual no ocurre solamente en las costas cuando andamos “poca ropa”.
Los hombres nos viOlan cuando estamos en pañales, con pocos días de nacidas. Nos violan en las aulas con uniformes escolares. Nos violan en la universidad con suéter y pantalón. Nos violan cuando usamos burka y cuando usamos traje de baño.
Ojalá tuviéramos las palabras para poder expresar con certeza lo que nos causa cada historia de violencia masculina contra las mujeres.
Ver las noticias, comentarlo con tus amigas, con tus hermanas, con tu mamá. Ver las reacciones en redes sociales: rabia y dolor por parte de unas, burla y revictimización por parte de otros.
Recordar cuando estuviste cerca de ser una víctima, o revivir la agresión que sufriste años atrás y que aún callás. Con rabia, comentar, compartir, buscar información, difundir reclamos, exigir justicia.
Analizamos el voto parcialmente disidente de Elizabeth Odio en la sentencia del Caso Vicky Hernández y otras vs. Honduras. Sentencia: drive.google.com/file/d/1pO2CJH…
La Convención de Belém do Pará no aplica para las mujeres trans porque entiende que la violencia contra las mujeres es por ser mujeres. NO se puede decir que a una mujer trans la matan porque no se le reconoce su identidad de género y a la vez decir que la mataron por ser mujer.
Esto NO es coherente y oculta y distorsiona las causas de los asesinatos de las personas trans, limita la capacidad de identificar y resolver estas problemáticas desde la raíz. Niega hasta la condición trans de estas personas.