Una breve historia de gentrificación: cuando me mudé de la CDMX a Metepec, EdoMex, hace cerca de 13 años, el lugar donde hoy resido era un terreno ejidal en medio de la nada. Para poder comprar lo básico tenía que literalmente recorrer kilómetros hasta el tendajón más cercano.
Fueron muchos meses de consumir cosas extrañas y nuevas. El supermercado más cercano estaba a media hora en auto. Fue una etapa de ir por caminos de tierra al Garis o al Super Kompras y acostumbrarme a sus estilos peculiares. Vale, eso buscaba y eso encontré.
Con el tiempo fueron llegando más vecinos de otros lugares (chilangos, norteños, colombianos, venezolanos y argentinos) y más viviendas se construyeron. Eventualmente los caminos ya no eran de tierra, y curiosamente los tendajones ofrecían una mayor variedad de productos.
Después llegó OXXO. Y no uno, sino dos, o hasta tres. Más productos y servicios. En el pueblito cercano se inauguró un minisuper. Después un Superama. Después un Garis “Plus”. Después un Walmart Express. Luego, gasolineras Mobil, Shell y Pemex.
Se abrieron lavanderías, tintorerías, carnicerías de calidad, y cosas raras para el lugar: gimnasios de crossfit, boutiques, consultorios médicos, heladerías y creperías, cafés, estéticas humanas y caninas, restaurantes, y todo eso que orgánicamente se genera en el capitalismo.
Llegó Domino’s Pizza. Y las casas ya no eran solo casas. Ya había edificios de departamentos. En un fraccionamiento se instalaron lagos artificiales y albercas techadas. En otro se hicieron casas palaciegas, en otro un club deportivo de excelencia. ¿Qué sucedió con todo ello?
El costo de las propiedades se duplicó en poco tiempo y con ello el costo de las rentas. Los precios que ofrecen los comercios locales son elevados, más incluso que en los supermercados. Todos los servicios como albañilería, plomería, mecánica automotriz, etc son muy caros.
Una comida corrida ronda los $100. Un kilo de carne de res cuesta más de $220. El lavado de autos a domicilio puede costar hasta $500. CFE cobra el doble o el triple de lo que se paga, digamos, en la Narvarte. El predial y el agua son muy caros.
¿Es eso justo?
Por supuesto que lo es. Con sus bemoles y sus dimes y diretes, mi vida aquí es, considero, mucho mejor que la que viví en CDMX. Y para acceder a algo mejor, hay que esforzarse. Aunque al principio me costó trabajo adaptarme, hoy tengo algo decente y aceptable. Claro que cuesta.
Todo este desarrollo humano fue producto del esfuerzo y la iniciativa de personas, de PARTICULARES, que decidimos hacer comunidad. Sin mítines, sin movimientos populares, sin hashtags bobos, sin líderes hocicones. Fue algo orgánico y natural.
Esa es la esencia del capitalismo.
Addendum: desde que llegué han gobernado PT, PRI, Morena y PAN, todos de la fregada.
El municipio no es bastión de nadie.
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Recuerden consultar el acervo de #PreguntasChingaChairos cuando un pejefan se les ponga intenso en la vida real. Úsenlas, son suyas.
Y aporten alguna a la causa.
Las #PreguntasChingaChairos no deben ser insultos sino netas incontrovertibles, de esas que no pueden ser respondidas sin dañar más la imagen del régimen. No se trata de “¿por qué AMLO habla lento?” sino de “¿cómo se ha ganado la vida AMLO desde que fue mayor de edad?”
Obviamente tienen más impacto si tratan de temas en boga.
Qué extraño país es ese en el que sus héroes patrios fueron todos unos fracasados, o unos asesinos. O ambas cosas.
Qué extraño país es ese que ha perdido todas sus guerras y en lugar de admitir sus derrotas se ha pintado como víctima de otros países.
Qué extraño país es ese en donde los ganadores son vistos como los malos del cuento, y los perdedores se han ganado la gloria.
Qué extraño país es ese en donde la pobreza es un valor, y la riqueza es un pecado.
Qué extraño país es ese en el que torteros, panaderos, tamaleros, taxistas y vendedores ambulantes eligen a quien vilipendia a "esos que sólo buscan hacer negocios".
Qué extraño país es ese donde se endiosa a políticos y deportistas notorios por su ausencia de logros.