El 22 de febrero de 1998, Madonna se postuló como la gran artífice de la popularización de la música electrónica, mediante un retrato de maternidad y espiritualidad.
24 años más tarde, Ray Of Light supone la obra maestra definitiva de la historia del pop femenino.
Abro hilo.
El nacimiento de Lourdes León -más conocida como Lola- tuvo lugar el 14 de octubre del año 1996. Poco después del parto, Madonna comenzó a involucrarse en la gestación de su séptimo álbum de estudio, que acarreó su proceso de grabación más longevo hasta aquel entonces.
Ray Of Light desembocó en el cese del silencio artístico más prolongado de su discografía, tras su incursión en los dominios del R&B por medio de Bedtime Stories (1994); si bien su reputación se había incrementado en 1996, gracias a su papel protagónico para la película de Evita.
Encarnar a Eva Perón no solo ocasionó un reto interpretativo, sino que también repercutió sobre el rendimiento de Madonna como vocalista. Ello da cuenta, mismamente, de la madurez vocal tan palpable de la que hizo gala durante la etapa de Ray Of Light.
La concepción del proyecto halla su germen en la presencia de William Orbit, el músico inglés que propició una reinvención sonora que revitalizó a Madonna como figura de culto en la esfera pop.
Su prestigio, en gran medida, se debe a su labor de producción para Ray Of Light.
Pese a su serenidad y a su carácter introspectivo, Ray Of Light brotaba entre la clandestinidad de las diferentes ramificaciones que la música electrónica había desencadenado en la escena nocturna de Reino Unido y Francia durante la década de los noventa.
Los clásicos de la música contemporánea no escatiman en exhibir sin reparos su majestuosidad, incluso, durante la primera toma de contacto con ellos. En este sentido, que exista otra forma de apertura como la proeza atemporal de Drowned World / Substitute For Love es inverosímil.
El género ambient y el trip hop coexisten en un remanso inigualable bajo el cual subyace una reflexión sobre los ríos de validación en los que ahoga la fama. Sus instantes psicodélicos, no obstante, permiten arrojar luz sobre la inexorabilidad del amor.
Drowned World, que incorpora uno de los puentes más sobresalientes de los que se tenga constancia, enternece por su enaltecimiento maternofilial, e impacta por su representación de la prensa, que provocó crispación tras el fallecimiento de Diana de Gales.
La guitarra eléctrica deviene el núcleo de Swim, cuyo minúsculo giro orgánico refuerza su anclaje melódico. El corte manifiesta un anhelo hacia la purificación a través de la fortaleza elemental del agua, y responde al asesinato de Gianni Versace.
La preparación vocal a la que forzó el rodaje de Evita es especialmente tangible en la pista homónima, Ray Of Light. El segundo sencillo extraído del proyecto, además de agigantar su catálogo de éxitos, aporta dinamismo a una secuencia en la que la euforia brilla por su ausencia.
Ray Of Light alude a la relativización de cuán ínfima es la existencia humana frente a las dimensiones del universo, en un frenesí de música electrónica de baile cuyo hedonismo detona, en especial, en un desenlace liberador y catártico.
Su detonación techno, que ilustra hasta qué punto el disco estaba inspirado en la cultura de la rave, marcó una reconciliación muy significativa entre el público y Madonna como musa de la pista de baile, gracias a su infalible melodía.
El erotismo (marca de la casa) tiene cabida tanto en Candy Perfume Girl como en Skin: la primera se focaliza en el grunge, mientras que la segunda transita con mayor acierto por los senderos de la electrónica, en su vertiente más ácida y catártica.
El quinto sencillo promocional, Nothing Really Matters, engatusa con una falsa balada maquillada de ambient que, con su posterior desarrollo, revela una de las composiciones de electrónica de baile más sugerentes e infravaloradas de la trayectoria de Madonna.
Su dimensión estética se nutría del imaginario del autor Arthur Golden para su novela “Memorias de una geisha”, en cuya narrativa Madonna quiso reflejar la dualidad del ‘privilegio’ y el aprisionamiento.
El característico kimono rojo que portaba originó una de las efigies más reconocibles de su videografía, al igual que de su propuesta escenográfica. Permite, también, ubicar a Madonna frente a la disyuntiva entre la apropiación y la apreciación cultural.
Sky Fits Heaven, quizá la composición más espectacular de su carrera entre aquellas pistas que nunca llegaron a ser extraídas como sencillo, narra un recorrido introspectivo, y señala el componente individualizado que caracteriza toda persecución de la realización espiritual.
El trance, durante un período que no alcanza los cinco minutos, conforma el eje de un corte que sintetiza a la perfección la impronta conceptual, temática, sonora y vocal de Ray Of Light.
Sky Fits Heaven es una prueba fehaciente de la incalculable valía creativa de Madonna.
Shanti / Ashtangi cataliza en sánscrito el componente religioso de Ray Of Light, que se traslada por última vez a la danza desde una perspectiva multicultural en la que queda plasmada su predilección por el hinduismo, así como por sus influencias sonoras.
La sed de evolución y la ambición son notorias, en particular, en la atmósfera hipnótica y mágica que se edifica en torno a Frozen, sabiamente seleccionada como carta de presentación del elepé. A todas luces, una milagrosa sinergia entre los sintetizadores y las cuerdas.
El misticismo imperante a lo largo de la secuencia de Ray Of Light se acentúa con especial hincapié en torno al ente metamórfico que protagoniza el vídeo musical de Frozen, que se lamenta de la frialdad sentimental en pleno Desierto de Mojave.
Las escenas que acompañan Frozen, además de enfatizar su carga emotiva y realzar su grandilocuencia musical, simbolizan la consagración de Madonna como la estrella de la cultura popular más disruptiva e innovadora que haya existido con respecto de su canalización estética.
El registro baladista posibilita otro clímax que se solidifica en The Power of Good-Bye. De coyuntura poética considerable, cuyos versos aúnan retazos y proverbios de la filosofía budista, sobrecoge por su delicadeza interpretativa y sus arreglos cuasifuturistas.
La inminente tragedia del fin de un vínculo se explicita de manera metafórica a través de una partida de ajedrez, que otorga el dramatismo visual que precisaba esta magnífica balada electrónica, transformándola en una pieza incluso más melancólica.
Parte del componente entristecedor se posibilita como producto de su paleta de colores, si bien es su ambigüedad argumentativa la que termina por exacerbar tal noción de vulnerabilidad, ante la posibilidad de su ahogamiento en el mar en el desenlace.
The Power of Good-Bye, más de dos décadas después, es la más digna candidata a catalogarse como la balada más magistral de la discografía de Madonna, entre cuyo más que digno repertorio de baladas únicamente Bad Girl podría optar a tal designación.
To Have and Not to Hold, que transcurre injustamente inadvertida pese a su encanto instrumental, es sucedida por Little Star, la edulcorada y enternecedora nana en la que la asunción de maternidad de Madonna culmina a todos los niveles.
Mer Girl, en contraste, ilustra la mortalidad a través de una lúgubre introspección de Madonna sobre la memoria de su difunta madre, que clausura el álbum con una atmósfera espectacularmente estremecedora, que invita a reflexionar acerca de la dualidad entre la vida y la muerte.
Afortunadamente, tanto el público, como la prensa especializada, como la propia industria fonográfica, no pudieron resistirse ante la impronta de Ray Of Light, que sirvió de puente para la transición de Madonna de icono a leyenda.
El impacto de Ray Of Light es tal que, incluso, sirve de detonante para la exportación de símbolos estéticos propios del hinduismo a la cultura popular. Parte de la mediatización de dicha tendencia, producto de la globalización, corresponde a la propuesta estética de Madonna.
Múltiples géneros de la electrónica que estaban arraigados a la esfera underground fueron trasladados a la cultura popular de masas gracias a esta etapa creativa de Madonna, en uno de los episodios de su trayectoria que más permite atribuirle la conceptualización de pionera.
Ray Of Light simboliza la cúspide pop más infranqueable y etérea que haya gestado una artista femenina hasta la fecha, una ejemplificación imbatible de consolidación artística y, en definitiva, uno de los álbumes más atemporales y memorables de la historia de la música.
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