El embajador ruso en Estados Unidos aseguró este mismo sábado que Rusia consideraba el Donbás parte de Ucrania. Lavrov y Blinken iban a reunirse esta misma semana. No está claro aún qué ha desencadenado una escalada de semejante magnitud.
Si cuando Zelenski dejó caer en Múnich que revisaría la renuncia de Ucrania a las armas nucleares, la intensidad creciente de los enfrentamientos en el Donbás, el calificativo directo de invasión por parte de Washington tras el mero reconocimiento de las repúblicas.
Probablemente una combinación de todo eso a la vez. Lo que sí es cierto es que, escuchando a todas las partes y no sólo a una de ellas, había motivos para creer que no iba a producirse semejante escalada.
Esto demuestra que me equivoqué, pero también que no se reciben órdenes ni argumentario. Nadie se pega tiros en su propio pie. Más allá de esto, era cuestión de tiempo que la chispa estallara.
Sería inocente pensar que enviar toneladas de armamento para reforzar una proxy, acorralar a una potencia nuclear con la mayor organización militar del planeta y hacer la vista gorda al bombardeo continuo de civiles durante 8 años pasaría meramente como un conflicto enquistado.
En los últimos tres meses, Rusia intentó cerrar una propuesta de seguridad europea con el aval de Washington. Ni siquiera ha habido una negociación real más allá del no sistemático. No quisieron escuchar y esta vez iba muy en serio.
Hemos vivido en un mundo en el que, en las últimas décadas, muchos se habían acostumbrado a ver cómo Washington y la OTAN han plantado gobiernos títere, bombardeado países, llevando a cabo invasiones saltándose continuamente el derecho internacional.
Por primera vez, el dominio estadounidense sustentado en intervencionismos impunes es disputado abiertamente por otro país. El eje ya lleva tiempo desplazándose, esto sólo es una de las pruebas más palpables del cambio que enfrentamos.
Quien más tiene que perder geopolíticamente, Europa, que no ha sido capaz de encontrar su propio liderazgo. Quien menos, Estados Unidos y China. El peligro de las guerras proxys de que se conviertan en guerra, luego regional y posteriormente mundial es real.
Se ha venido durante demasiado tiempo jugando con fuego. Todo mi pensamiento y dolor con las víctimas, las presentes, futuras y las que han sido convenientemente olvidadas desde hace ocho años. La humanidad no parece aprender nunca.
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