Goebbels descubre que hay armas que no disparan balas, pero pueden herir al enemigo de forma más certera.
Lo que no sabía es que se encontraría con un rival más poderoso.
Hoy, la historia de película indestructible: La gran ilusión.
Jean Renoir era un joven francés cuando comenzó la Primera Guerra Mundial.
Como figura reconocida, era hijo del famoso pintor francés, decidió alistarse al ejército de Francia.
Formó parte de los pilotos de reconocimiento que vigilaban la línea enemiga.
Después de aquella experiencia, solo se llevó consigo tres cosas: Una bala en la pierna, un profundo pacifismo y a Charlie Chaplin.
Durante la convalecencia en París descubrió a "The Tramp" aquel personaje vagabundo de Chaplin (AKA español Charlot) y se enamoró de él, del celuloide y de la luz en una sala oscura.
Guardó su abrigo del ejército francés en un armario y comenzó a rodar sus primeros cortometrajes.
En 1937, Renoir ya era un director reputado, con varios éxitos a sus espaldas y una visión privilegiada para contar la realidad.
Pero la realidad que estaba viendo en aquellos días, no le gustaba nada.
Así que volvió a sacar su abrigo del armario y...
Se lo puso al actor más famoso en aquel momento en Francia, Jean Gabin.
(Esto es cierto, el abrigo que luce el actor durante toda la película es el que utilizó Renoir durante la guerra)
Así, comenzó a crear una película única, una película diferente:
Una película donde los enemigos se tratan con honor.
Una película de guerra que ensalza la humanidad.
Una película sobre la amistad entre bandos rivales.
Una película en la que dan igual las clases.
Una película que busca lo que nos une, para olvidar lo que nos separa.
Una película con una canción que nos recuerda que nadie merecer morir en una guerra, por muy enemigo que sea.
(Y no, no es "La Marsellesa". Es "Un barquito chiquitito.")
Como supondréis, aquello no cayó muy bien en el sector fascista.
Era el mensaje que justo intentaban acallar.
Así, cuando iba a ser nombrada ganadora del festival de Venecia, pero Hitler llamó al propio Benito Mussolini para que interviniese y dejara sin premio a la película.
Ese año, la película ganadora fue Olimpia de Lenni Riefenstahl.
(Lo que no impidió a Mussolini quedarse con una copia y verla repetidas veces en su casa.)
(Ni que el gobierno francés creara su propio festival ante el desplante italiano. Lo hizo en un lugar poco conocido entonces: Cannes.)
Por supuesto, la película estaba prohibida en Alemania. Nunca llegó a exhibirse bajo mandato Nazi.
Goebbels declaró la película:
"El enemigo cinematográfico número 1"
Ahí es nada.
A la vez que la película va cosechando éxito, poder verla se va convirtiendo en una aventura.
Consigue ser la primera película extranjera nominada al Óscar a mejor película, mientras los Nazis invaden Austria y se dedican a quemar las copias que mostraban los cines.
En 1940, cuando Vichy llega al poder, la película está sentenciada de muerte.
Se elimina todo lo que tenga que ver con "La gran ilusión". Carteles, críticas, publicidad... y sobre todo, las copias.
Todas las copias son eliminadas, incluida la copia original.
Esto es muy importante, sin la copia original no se pueden realizar restauraciones, es decir... no se puede volver a proyectar con nuevas copias.
La película ha muerto.
O eso creía los Nazis.
Después del fin de la guerra, Renoir y su guionista,Charles Spaak, se afanan en volver a mostrar la película.
Quieren volver a enviar su mensaje.
En este caso, las tornas se han cambiado. Y ahora, Renoir pide a los franceses que miren los alemanes como lo que son: seres humanos como ellos.
El mensaje es el mismo, da igual a qué bando se muestre la película.
Pero, lamentablemente, no existen ninguna copia.
Toman varios retazos supervivientes de las versiones dobladas e intentan recomponer película... No funciona.
Pero, por suerte, un día Renoir recibe una carta de una capitana del ejército de los Estados Unidos.
Acaban de encontrar una copia de la película en Munich.
Los Nazis se llevaron una copia desde París, quién sabe por qué y la dejaron en Munich.
Por desgracia, la copia está bastante degradada.
Algunos diálogos apenas se entienden, pero es lo que hay.
Así que deciden dejar la película tal y como está.
Eliminan el audio dañado y dejan unos intertítulos con los diálogos que faltan.
Una copia mutilada es mejor que nada.
Y así fue como se salvó la película y tal y como la vemos hoy.
Un momento...
Ahora que lo pienso...
Yo he visto la película varías veces y no he visto esos intertítulos.
¿Cómo puede ser?
Porque si una canción infantil pudo conmover a un soldado francés y salvar una vida... Cómo no iba a hacerlo con un oficial Nazi para salvar una película.
Frank Hensel era el jefe al mando de la Reichfilmkammer, la agencia de censura, durante la ocupación de París.
Hensel era un Nazi convencido, designado a dedo por Goebbels.
En París, se encontró con una persona diametralmente opuesto, Henri Langlois, un demócrata convencido y jefe de la cinemateca francesa.
Como si de dos personajes de "La gran ilusión" se tratasen, pese a sus diferencias políticas, comienzan a compartir una misma pasión:
El cine.
Los dos son unos cinéfilos empedernidos.
Se descubren películas, se afanan en cuidar el archivo francés.
Se respetan.
Tanto se respetan, que Langlois, con educación francesa le pide a Hensel que le ayude a salvar una película. Una película única, una película diferente:
La gran ilusión.
El Nazi convencido le escucha, ha oído hablar de ella, pero nunca ha podido verla.
Las luces se apagan y 130 minutos después, mientras dos soldados fugados se escapan por la nieve suiza, toma una decisión sin precedentes:
Decide salvar la película.
Ignora el mandato de Goebbels y manda la copia orignal a Berlín, al archivo de la filmoteca.
Para que nadie se entere, lo hace sin identificación alguna.
Allí, la película duerme durante más de 20 años, esperando a ser redescubierta.
En los años 60, alguien la despierta, pero no tiene acento francés o alemán, sino ruso.
La filmoteca, en el Berlín dividido, ha quedado en manos rusas.
Los rusos no saben lo que tienen allí, así que mandan un montón de películas a Moscú con una leve identificación: películas francesas antiguas.
En la filmoteca rusa no tienen mucha ganas de archivar todo aquello, así que tal como llegan, la envían a la cinemateca francesa de Toulouse a cambio de copias de películas rusas.
Y ahora, pensaréis es recibida en Toulouse con vítores y aplausos... pues no.
Todo lo que les envían los rusos se guarda en un sótano y se deja allí hasta que alguien tenga tiempo de revisar todos aquellos negativos.
No es hasta los años 90 cuando la Cinemateca de Toulouse decide restaurar su viejo archivo y...
¡Oh, sorpresa!
La copia original de la gran Ilusión.
La misma copia que rodó Renoir.
La misma que se puede ver hoy en Francia o en Alemania.
La misma que hoy puedes disfrutar tú hoy.
Y para cerrar este hilo os dejo con una frase de Orson Welles.
Entrevistador: "Señor Welles, si pudiera salvar 5 películas para la posteridad ¿Qué salvaría?"
Welles: "Salvaría solo dos films. "La gran ilusión" de Jean Renoir y... y... y... cualquier otra."
Hasta aquí el hilo de este viernes.
Y aunque puede aparece Berlín, en realidad forma parte de #CorraAverlo, porque si no habéis visto aún La gran ilusión, son tiempos de creer durante 130 minutos en la humanidad.
Se agradecen RT en el primer tuit, comentarios o tocar las ollas.
Joe... 4 horas para escribir el hilo... espero que os guste. El próximo día os juro que será más cortito.
No por vosotros, por mí.
Ahora el cerdo y a disfrutar todos del viernes.
Si has llegado aquí y no sabes quién soy, puedes leer más hilos como este aquí 👇 linktr.ee/Yosoycorra
Por cierto número 1:
Es difícil que dos películas con prácticamente la misma trama se conviertan en dos de las mejores películas de la historia del cine.
Pero eso sucede con “La gran ilusión” y “La gran evasión” (nótese que en español el título es casi igual)
Lo curioso es que Renoir y Spaak fueron acusados de plagio por su guion. Aunque en realidad se basaban en un hecho real, la huida del general Pinsard ( nombre del primer guion), lo que les absolvió de la acusación.
Por cierto número 2:
Acabo de encontrar (ya lo podía haber encontrado ayer) un video sobre la restauración que se pudo hacer gracias a la copia encontrada en Toulouse.
Atentos a la diferencia. La versión antigua vs versión restaurada.
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Seguimos de paseo por las tipografías de las estaciones de Berlín para conocer su historia.
Hoy viajamos hasta la estación de Anhalter Bahnhof, con una tipografía que todos podemos reconocer fácilmente: es Nazi.
Pero nos tenemos que hacer dos preguntas: ¿Por qué reconocemos esta tipografía como nacionalsocialista? ¿Y por qué se mantiene en esta estación hoy en día?
Para contestar a estas preguntas, nos teníamos que ir a la guerra, pero no a la que pensáis. A una guerra que duró más de 300 años: la guerra de tipologías.
Una guerra que comenzó con un libro.
Bueno con un libro no... con el libro que lo cambió todo: La biblia de Gutenberg.
No fue el primer libro impreso por Gutenberg, pero sí el más importante. Fue el primer texto que se imprimió de forma masiva, es decir, un libro que por primera vez iba a leer mucha gente.
Como Gutenberg quería que sus libros se parecieran lo máximo posible a los libros escritos a mano, decidió utilizar una fuente que fuera similar a los textos litúrgicos (además de que era pequeña y estrecha y le permitía imprimir pocas páginas), por eso eligió la tipo: Textura.
Esta fuente tipográfica se hizo popular, en el sentido de que el pueblo la entendía, por eso cuando en 1517, Martín Lutero clavó sus 95 tesis en la iglesia de Wittenberg, lo hizo con la fuente Fraktur, una fuente que evoluciona de la Textura de Gutenberg:
Así, las nuevas biblias impresas en alemán (y otros idiomas) utilizaban la Fraktur siguiendo los pasos de Lutero.
Pero... Pero..
Las biblias que se imprimían en latín utilizaban la fuente Antiqua, la tipografía que pronto adoptaría el resto de Europa, tanto para el latín como para sus lenguas autóctonas.
Así, durante más de 300 años, las dos fuentes rivalizaron en los países de habla alemana.
Dependiendo de la región y la religión, se adoptaba una y otra.
Hasta que en el siglo XIX llegó la época de las reivindicaciones nacionales y la creación de Alemania.
Por supuesto, dentro del movimiento nacional alemán, se tomó la fuente Fraktur como la tipografía propia de Alemania. Otto von Bismark, el gran precursor de la idea de nación, se vanagloriaba de leer solo textos en Fraktur.
Por eso, cuando Hitler llegó al poder, la tomó como la fuente del partido Nazi.
Todos los textos, carteles y octavillas del nacionalsocialismo, utilizaron la fuente Fraktur.
Era su tipografía... ¿o no?
Porque en 1941, Hitler declaró que esa tipografía era judía (cosa que por supuesto no era) y pedía abandonar esta tipografía.
La razón estaba muy clara, según Hitler "En 100 años, toda Europa leerá en alemán" y no podían hacerlo en la Fraktur que resultaba un obstáculo a la hora de leer.
Por eso prefería la Antiqua, fuente que toda Europa conocía y que permitía hacer llegar su propaganda.
(nota a pie de página, cuando veáis a alguien con un tatuaje nazi con la típica tipografía gótica, le podéis decir que Hitler prohibió esa fuente por judía, por las risas)
Y no es casualidad que Anhalter Bahnhof mantenga esa tipografía. Esta estación fue la gran estación de los años 30 y 40 en Berlín. Se dice que cada dos minutos salía un tren de sus andenes.
Y también fue el lugar más triste de la época.
Desde allí salieron los trenes cargados de judíos berlineses hacia los campos de concentración.
Por eso, cuando la estación fue destruida en la II GM, se rehizo una parada de tren nueva, pero en la superficie se dejó el antiguo pórtico gigante que servía de entrada a la estación, porque para los alemanes, el pasado nunca deber ser olvidado, tanto para lo bueno como para lo malo.
De ahí, que sea habitual encontrar la fuente Fraktur en muchas estaciones de Berlín creadas en aquella época.
Aquí os dejo unas imágenes de las diferentes tipografías, porque en este formato X solo me permite subir una foto, pero os recomiendo que leáis estas historias en IG (@yosoycorra) donde si puedes ver todas las fotos.
Por estas estaciones y algunas más, viajan mis personajes de El escritor y la espía, mi última novela que habla de trenes, espías y, sobre todo, literatura:
En Berlín, hay un puente en el que dos luces juegan al piedra-papel-tijera durante toda la noche.
Y no lo hacen por jugar, sino por recordar una vieja historia berlinesa.
Jugad conmigo en este hilo de #berlinespobreperosexi
El 9 de noviembre de 1989 cambió la historia de Berlín. Es el momento que el muro cayó y, por fin, los vecinos pudieron reencontrarse casi 40 años después.
El muro se derribó en casi toda la ciudad, pero aún queda un lugar que fue el símbolo de la separación durante años.