Interesante y complejo lo que retrata este artículo sobre la decisión de una persona de clase alta, digamos, por votar por Francia en la consulta, pero no acompañar al Pacto Histórico ni a su propuesta de país: lasillavacia.com/historias/sill….
Mi primer instinto es leer con mucha dureza lo que en ocasiones parece una caricatura. El artículo, su redacción, algunos fragmentos, parecen a veces jugar con esa misma idea. Sátira del título para abajo. Pero pues hay que ser más caritativos. Y ahí hay algo para pensar.
Una parcera me dice: 'La historia es posible. Lo caricaturezco no es la personaje. Es el contexto en que ella está inmersa conforme a unas creencias y modos que constituyen el imaginario que tenemos también sobre una clase privilegiada.' Me parece una idea útil. Permite dialogar.
Entonces sí. Interesante cómo la universidad rompe una burbuja de clase, que haga pensar, que provoque nuevas sensaciones. Pero entonces, ¿estamos ante el nacimiento de una nueva cultura política? La respuesta de que vota por Francia pero no votaría por Petro me hace dudarlo.
Ahí me patina mi lectura del personaje -y a quienes representa. Me empantano en la idea de que no estamos asistiendo a una nueva cultura política sino a una suerte de anti-política que prefiere lo simbólico/emocional antes que lo político/concreto. Perder siendo los buenos.
Resumen rabón: 'Voto Francia porque me hizo pensar cosas sobre mí pero no voto a Petro porque no me desvela la política y ya él no me representa *como símbolo*. Si pierde Francia vuelvo a mi zona de confort. Cuya política no transforma pero su símbolo sí me recoge.' Jodido todo.
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